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La burocracia de la sombra: cómo consultores externos a los contribuyentes alemanes y bajo la capacidad del estado para actuar.

La burocracia de la sombra: cómo consultores externos a los contribuyentes alemanes y bajo la capacidad del estado para actuar.

La burocracia de la sombra: cómo los contribuyentes alemanes externos y socavaron la capacidad del estado para actuar - Imagen: xpert.digital

El Estado atrapado por las consultoras: cómo los gigantes globales de la consultoría controlan la administración alemana

McKinsey, BCG y las Cuatro Grandes ganan millones: el Tribunal de Cuentas Federal advierte de una pérdida de integridad en la administración pública.

El gasto del gobierno alemán en servicios de consultoría externa ha alcanzado niveles alarmantes. Un aumento del 39 % entre 2020 y 2023, hasta alcanzar casi 240 millones de euros anuales, es solo la punta del iceberg que revela una profunda y sistémica dependencia del Estado de un pequeño grupo de consultoras con presencia global. Este informe analiza la anatomía de esta costosa dependencia, identifica a los principales beneficiarios y, mediante estudios de caso detallados, documenta un patrón recurrente de fracasos de proyectos, mala gestión y conflictos de intereses.

El análisis muestra que los costos de explosión no se deben a casos individuales, sino a déficits estructurales en la administración pública y en la adquisición. Los ministros, especialmente el Ministerio Federal del Interior (IMC) y el Ministerio Federal de Finanzas (BMF), están cada vez más almacenados por tareas centrales, especialmente en el sector de TI estratégicamente crítico. Esto sucede a pesar de los años de tener advertencias urgentes, urgentes e ignoradas en gran medida de la Oficina Federal de Auditoría, que ve en peligro la "integridad de la administración".

Los principales ganadores de este sistema son los líderes de la industria mundial: McKinsey, Boston Consulting Group (BCG), los "Cuatro Grandes" (PwC, KPMG, EY, Deloitte), así como otros grandes jugadores como Accenture, Roland Berger y Capgemini. Su supremacía está cementada por contratos marco no transparentes que socavan la competencia y garantizan un acceso privilegiado a fondos fiscales.

Los estudios de caso de este informe —desde el escándalo de los consultores en el Ministerio de Defensa y la debacle del peaje hasta los fallos crónicos en la modernización de las tecnologías de la información del gobierno federal— demuestran un patrón de ineficiencia, despilfarro y falta de rendición de cuentas política. Los costos para los contribuyentes van mucho más allá de los honorarios directos e incluyen miles de millones en pérdidas derivadas de proyectos fallidos y la erosión gradual de la competencia gubernamental. El informe concluye que una reforma fundamental del uso de consultores y una inversión masiva en la experiencia administrativa nacional son esenciales para romper el ciclo de dependencia y restaurar la capacidad de acción del Estado alemán y la confianza pública.

La anatomía de una adicción de 240 millones de euros

En esta sección se describe el alcance y la naturaleza sistémica del problema y se analizan las causas estructurales identificadas por los auditores federales, desde las cifras brutas del gasto hasta los mecanismos subyacentes.

Una década de escalada: La crónica del aumento del gasto en consultoría

Las últimas cifras presentan un panorama alarmante: el gasto del gobierno alemán en servicios externos de consultoría y apoyo aumentó un 39 % solo entre 2020 y 2023, alcanzando casi los 240 millones de euros anuales. Esta suma marca el segundo nivel más alto desde que comenzaron los informes oficiales en 2007 y pone de relieve una tendencia preocupante que va mucho más allá de una fluctuación temporal.

Esta última escalada, sin embargo, no es un hecho aislado, sino la culminación provisional de una tendencia a largo plazo. En los últimos diez años, el gobierno alemán ha gastado un total de más de 1.600 millones de euros en asesoramiento externo. Un análisis más detallado de las cifras revela una preocupante aceleración de esta dependencia: aproximadamente la mitad de esta suma, unos 800 millones de euros, se gastó solo en los últimos cuatro años (2020-2023). Esto indica un crecimiento exponencial de la dependencia, ya que el Estado depende cada vez más de empresas privadas para cumplir con sus responsabilidades.

Los impulsores de este desarrollo se pueden identificar claramente en los distintos ministerios. A la cabeza del gasto se encuentra el Ministerio Federal del Interior y Comunidad (BMI), bajo la ministra Nancy Faeser, cuyos gastos en consultoría externa ascendieron a 59,7 millones de euros en 2023, lo que supone un aumento respecto a los 56,9 millones del año anterior. Le sigue de cerca el Ministerio Federal de Finanzas (BMF), que, bajo la dirección del entonces ministro Christian Lindner, aumentó su gasto de 31,1 millones de euros en 2022 a 38,2 millones de euros en 2023. El número de contratos también crece de forma constante, pasando de 765 en 2022 a 816 en 2023, lo que ilustra tanto la creciente fragmentación como la integración generalizada de la consultoría externa en los procesos ministeriales.

Los gastos del Ministerio Federal del Interior (BMI) aumentaron de 56,9 millones de euros en 2022 a 59,7 millones de euros en 2023, lo que representa un incremento del 4,9 %. El Ministerio Federal de Finanzas (BMF) registró un aumento más significativo, de 31,1 millones de euros a 38,2 millones de euros, lo que equivale a un aumento del 22,8 %. El gasto total de todos los ministerios aumentó de aproximadamente 186 millones de euros a unos 240 millones de euros, un aumento de aproximadamente el 29 %.

Estas cifras son más que simples partidas presupuestarias. Son síntomas de un cambio fundamental en el funcionamiento del Estado alemán. La aceleración del gasto revela una creciente dependencia estructural de actores externos para el cumplimiento de tareas que antes eran competencias centrales de la burocracia ministerial. Esta evolución plantea interrogantes fundamentales sobre la eficiencia, el control y, en última instancia, la soberanía de la acción estatal.

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Las advertencias desatendidas de los auditores: las críticas constantes del Tribunal Federal de Cuentas

Mientras aumenta el gasto en consultores, las advertencias del máximo órgano de control financiero federal, el Tribunal Federal de Cuentas (BRH), han sido ignoradas durante años. Los auditores no solo critican el aumento de los costos, sino que también emiten advertencias urgentes sobre una erosión de las competencias gubernamentales fundamentales que pone en grave peligro la integridad de la administración.

Un punto central y recurrente de crítica es la creciente externalización de tareas esenciales a empresas privadas. Un ejemplo particularmente flagrante, denunciado reiteradamente por el Tribunal Federal de Cuentas (BRH), es el enfoque adoptado por el Ministerio Federal del Interior en el gigantesco proyecto "Consolidación Federal de TI". En este caso, el control financiero, una función esencial de dirección y control gubernamental, se externalizó a consultores externos. Según los auditores, esta práctica conlleva el riesgo de que el Ministerio pierda el control y la responsabilidad última sobre decisiones clave.

Además, el Tribunal Federal de Cuentas (BRH) critica la falta de una estrategia interdepartamental para el uso de consultores. Los informes de consultoría que se presentan anualmente al parlamento son tachados de inadecuados, "incompletos y vagos". Según los auditores, demuestran "poca disposición a modificar el uso de consultores externos". La mayoría de los ministerios ni siquiera han formulado objetivos concretos para reducir su dependencia.

Sin embargo, el gobierno ignora sistemáticamente estas críticas. El Tribunal Federal de Cuentas (BRH) señala que el ministerio responsable, el Ministerio Federal de Finanzas, no ha seguido sus recomendaciones para corregir la falta de transparencia en la información financiera. Esta negativa a abordar las fundadas críticas de los principales auditores revela un profundo problema en la cultura de supervisión política. No se trata de un descuido, sino de una decisión deliberada de mantener el statu quo.

El absurdo y el despilfarro de tales prácticas queda ilustrado por un caso descubierto por el Tribunal Federal de Cuentas (BRH) en el Fondo Federal de Seguro de Pensiones de Alemania (DRV Bund), una agencia federal. Por una tarifa de 765.000 €, un departamento encargó la creación de un reglamento interno de casi 10 páginas. Según los auditores, el documento, resultado de 230 rondas de consultas, contenía palabras clave en gran medida irrelevantes, como "rondas de cerdos" o "escucha de surf". No se justificó por qué esta tarea no podía ser realizada por personal interno. El supuesto "valor añadido" —un "proceso de cambio cultural" y la creación de una nueva unidad de personal— no se desprendía del documento.

Por lo tanto, la relación entre el gobierno y sus auditores es profundamente disfuncional. El Tribunal Federal de Cuentas no actúa como un simple contador, sino como un sistema de alerta estratégica, que señala una amenaza existencial al funcionamiento del Estado. La constante indiferencia del poder ejecutivo ante estas advertencias transforma el problema de mala gestión en un fracaso deliberado del gobierno.

El embudo de compras: cómo los acuerdos marco crean un mercado cerrado

El desvío masivo de fondos públicos hacia las arcas de las consultoras se ve facilitado y acelerado por un mecanismo específico de la legislación sobre contratación pública: los llamados contratos marco. Estos contratos constituyen el principal canal a través del cual los ministerios adquieren sus servicios de consultoría y, al mismo tiempo, privilegian a un pequeño grupo de empresas.

Las cifras demuestran el predominio de este instrumento. Solo entre 2018 y 2022, el Ministerio Federal del Interior y el Ministerio Federal de Finanzas adquirieron más de 500 servicios en el marco de 149 acuerdos marco diferentes, con un volumen total de al menos 261 millones de euros. En el Ministerio Federal del Interior, casi el 90 % de los contratos de consultoría superiores a 50.000 euros se adjudicaron recientemente en virtud de un acuerdo marco de este tipo.

Aunque legalmente permisible, esta práctica crea de facto un oligopolio cerrado. Una vez incluidas como posibles proveedores de servicios en un acuerdo marco, las empresas pueden ser contratadas para proyectos específicos mediante las llamadas convocatorias individuales. Esto suele ocurrir en el marco de una "minicompetencia" solo entre los proveedores incluidos en el acuerdo, o incluso sin necesidad de un nuevo proceso de licitación. Esto simplifica significativamente el proceso de contratación para la administración, pero al mismo tiempo restringe gravemente la competencia y perjudica estructuralmente a los proveedores más pequeños e innovadores.

Las listas de socios de contratos marco que mantiene la Oficina Federal de Administración (BVA) bajo el denominado "Modelo de Tres Socios" (3PM) parecen un "Quién es Quién" en la industria global de la consultoría. Los mismos nombres aparecen regularmente como contratistas generales (GC) o subcontratistas (SC): Accenture, BearingPoint, Capgemini, Cassini Consulting, Deloitte, Ernst & Young (EY), Horváth & Partner, IBM, KPMG, Kienbaum, McKinsey & Company y PricewaterhouseCoopers (PwC). Estas empresas se han consolidado en el sistema de adquisiciones del gobierno federal.

La consultora "PD – Berater der öffentlichen Hand GmbH" (PD – Public Sector Consultants Ltd.) desempeña un papel particularmente ambivalente en este contexto. Como consultora interna de los gobiernos federal y estatal, es 100 % pública. Sin embargo, en lugar de desarrollar y utilizar principalmente su propia experiencia, PD actúa con frecuencia como contratista principal, subcontratando los contratos adjudicados precisamente a las consultoras privadas con las que tiene acuerdos marco, como McKinsey, Boston Consulting Group y Roland Berger. Esto crea una capa adicional de opacidad y plantea la cuestión de si PD cumple su función como alternativa al sector privado o, más bien, sirve como un canal más para su interacción.

Por lo tanto, el sistema de adquisiciones no está diseñado para encontrar el mejor servicio al precio más bajo. Más bien, está optimizado para la conveniencia administrativa y la rapidez de los gastos, lo que beneficia a un círculo exclusivo de grandes consultoras consolidadas. Este sistema es una de las causas principales del aumento de costos, la falta de transparencia y los fracasos recurrentes de los proyectos.

 

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Conflictos de intereses al descubierto: cómo McKinsey, Accenture y KPMG desperdiciaron millones

Perfiles del fracaso: Los especuladores y sus fechorías

Esta parte central del informe presenta los "ejemplos negativos" solicitados por la investigación. Cada subsección describe a una consultora líder y documenta su participación en un fracaso significativo de un proyecto, un escándalo o una crítica sustancial a sus servicios de consultoría al gobierno.

Perfiles del fracaso: Los especuladores y sus fechorías – Imagen: Xpert.Digital

Los perfiles de los fracasos revelan claramente a los beneficiarios y sus graves deficiencias. McKinsey & Company fue objeto de fuertes críticas debido al escándalo de consultoría en el Ministerio Federal de Defensa y su relación con la Oficina Federal de Migración y Refugiados (BAMF), con acusaciones de nepotismo, infracciones de la ley de contratación pública, conflictos de intereses y honorarios excesivos como principales causas de las acusaciones. Accenture también estuvo implicada en el escándalo de consultoría de la BMVg y enfrentó acusaciones de conexiones personales, infracciones de la ley de contratación pública y presunto fraude de facturación.

KPMG fue criticada tanto por el escándalo de consultoría del Ministerio de Defensa como por el escándalo Cum-Ex, en particular por complicidad en infracciones regulatorias y una diligencia debida inadecuada. Su cooperación con las autoridades fiscales y el Ministerio de Defensa fue especialmente investigada. PwC y Roland Berger tuvieron una participación significativa en el escándalo de los peajes, apoyando un proyecto políticamente arriesgado que, en última instancia, resultó en un despilfarro de dinero público, responsabilidad del Ministerio Federal de Transporte e Infraestructura Digital.

En la consolidación de TI del gobierno federal y otros fracasos de proyectos de TI estuvieron implicados varias grandes empresas de consultoría: Deloitte, Capgemini, BearingPoint e IBM fueron criticadas por sobrecostes masivos, incumplimiento de objetivos, falta de control e ineficiencia, estando entre las autoridades afectadas el Ministerio Federal del Interior y el Ministerio Federal de Finanzas.

Boston Consulting Group estuvo bajo escrutinio en el caso SEFE, relativo a la antigua Gazprom Germania, donde fue criticado por adjudicar contratos sin licitación pública y por graves conflictos de intereses con el Ministerio Federal de Economía y Acción Climática. Ernst & Young finalmente enfrentó serias acusaciones en el escándalo Wirecard, ya que la compañía incumplió durante años la auditoría de sus estados financieros e incumplió sus obligaciones de diligencia debida, lo que afectó tanto a la Autoridad Federal de Supervisión Financiera (BaFin) como al Ministerio Federal de Finanzas.

El nexo del “asunto consultor”: un estudio de caso sobre amiguismo y despilfarro

El llamado "caso de la consultoría" en el Ministerio Federal de Defensa (BMVg), bajo la entonces ministra Ursula von der Leyen (CDU), no es un incidente aislado, sino una advertencia sobre los riesgos sistémicos de la consultoría externa. Reveló una red intrincada de relaciones personales, adjudicaciones de contratos cuestionables y un despilfarro masivo de dinero, en el que estuvieron implicadas varias de las consultoras más grandes del mundo.

McKinsey & Company: En el centro del asunto se encontraba McKinsey, una de las consultoras de estrategia más prestigiosas del mundo. Las acusaciones abarcaban desde favoritismo y adjudicaciones irregulares de contratos hasta el despilfarro de millones de euros del erario público. La entonces Secretaria de Estado de Defensa, Katrin Suder, desempeñó un papel clave. Ursula von der Leyen había incorporado a la exsocia principal de McKinsey al ministerio en 2014 para reformar el notoriamente deteriorado sistema de adquisiciones de la Bundeswehr. En cambio, Suder abrió las puertas a sus antiguos colegas. Un alto directivo de McKinsey fue citado en un informe del New York Times diciendo: «Katrin fue puesta en una posición en la que podía contratar repetidamente a McKinsey».

Los hechos respaldan esta impresión. El Tribunal Federal de Cuentas determinó que el ministerio había adjudicado con frecuencia grandes contratos de consultoría "sin licitación pública" y que las razones para ello "no siempre eran convincentes". Además, el ministerio carecía de un "análisis exhaustivo de los contratos adjudicados a terceros", un veredicto condenatorio para una institución que gestiona presupuestos millonarios. Un ejemplo concreto fue la adjudicación de contratos millonarios a Orphoz, filial de McKinsey, por parte de la empresa federal de TI BWI sin un proceso de licitación adecuado. Cuando la Secretaria de Estado Suder fue informada internamente sobre las irregularidades, las transmitió al ministro, pero alegó su "participación personal", lo que constituye un claro conflicto de intereses.

Accenture: La consultora de TI y estrategia Accenture también se benefició de las condiciones laxas del ministerio. Una investigación parlamentaria reveló que la empresa disfrutaba de un acceso privilegiado al Ministerio Federal de Defensa gracias a una relación amistosa entre uno de sus directivos, Timo Noetzel, y el general Erhard Bühler, un alto oficial militar. Estas conexiones personales parecen haber eludido las normas formales de contratación.

Los enredos se extendieron a un presunto fraude de facturación. El informe final de la comisión de investigación parlamentaria declaró que el contratista principal, SVA, presuntamente cobró al ministerio 631.049,56 € de más. Esta suma correspondía a 2.654 horas de servicios de consultoría que, según la investigación, nunca fueron prestados por el subcontratista, Accenture. En otro caso, tras conocerse el asunto, Accenture presentó una factura final por aproximadamente 3 millones de euros directamente al ministerio, en lugar de seguir los cauces oficiales a través del acuerdo marco utilizado originalmente, lo que constituye una prueba más de las prácticas informales e irregulares.

KPMG: La firma de auditoría KPMG, una de las "Cuatro Grandes", también estuvo involucrada en el asunto desde el principio. Formó parte de un consorcio que recibió uno de los primeros contratos importantes de consultoría de la ministra von der Leyen, poco después de que esta priorizara la reforma del sistema de contratación pública. Esto marcó el inicio de la expansión masiva de los contratos de consultoría dentro del ministerio.

Aunque el papel directo de KPMG en las infracciones más graves en materia de contratación pública fue menos destacado que el de McKinsey o Accenture, su implicación debe considerarse en el contexto de su credibilidad general como asesor gubernamental. Se reveló que los auditores de KPMG sabían ya en 2010 que la devolución de impuestos sobre las ganancias de capital en relación con las transacciones Cum-Ex de un banco que auditaban podría ser ilegal. Esta complicidad en uno de los mayores escándalos fiscales de la historia alemana ensombrece la integridad de la empresa y plantea la cuestión de si una firma de estas características puede ser un socio adecuado para el sector público.

El "escándalo de la consultora" no fue, por lo tanto, un accidente, sino el resultado de un fallo sistémico. Puso de manifiesto un "sistema de compañerismo" en el que las redes personales primaban sobre la legislación en materia de contratación pública; un "efecto de puerta giratoria" entre la industria consultora y los altos cargos políticos generó enormes conflictos de intereses; y una supervisión política inadecuada provocó millones de euros en recursos desperdiciados. La oposición, en el informe final de la investigación parlamentaria, se refirió a un "fracaso total de facto".

La debacle del peaje: el costoso colapso de un proyecto de prestigio político

El desastre en torno a la introducción de un peaje en Alemania es un claro ejemplo de cómo un proyecto de prestigio político, sumado a una evaluación de riesgos inadecuada y al apoyo de consultores costosos, puede derivar en un fiasco financiero para los contribuyentes. El proyecto fue declarado ilegal por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), pero solo después de que el Ministerio Federal de Transporte e Infraestructura Digital (BMVI), bajo el entonces ministro Andreas Scheuer (CSU), ya hubiera firmado contratos vinculantes con los futuros operadores. Como resultado, el gobierno federal tuvo que pagar 243 millones de euros en concepto de indemnización, con nuevas demandas pendientes que, según la opinión de los expertos, podrían elevar el coste total a 776 millones de euros.

PricewaterhouseCoopers (PwC) y Roland Berger: En este costoso desastre, las consultoras PricewaterhouseCoopers y Roland Berger desempeñaron un papel fundamental como beneficiarias financieras. Ambas empresas se encontraban entre las consultoras externas con mayores ingresos, a las que el Ministerio de Transporte invirtió alrededor de 12 millones de euros solo durante la crisis de 2018. Brindaron apoyo operativo a un proyecto cuyos riesgos legales y financieros fueron inmensos desde el principio.

Para PwC, la participación en contratos cuestionables del Ministerio de Transporte no es nueva. En 2008, el Tribunal Federal de Cuentas criticó al ministerio, entonces bajo el mando del ministro del SPD, Wolfgang Tiefensee, por la prórroga ilegal de un contrato de consultoría con PwC sin licitación pública. Los auditores criticaron que PwC hubiera obtenido una ventaja informativa a través de otros contratos, que el ministerio hubiera privado al organismo federal responsable de su autoridad de decisión y que no hubiera garantizado un análisis coste-beneficio. Este patrón de infracciones de la legislación sobre contratación pública y la falta de supervisión dentro del Ministerio de Transporte parecen haberse repetido en el proyecto de peaje.

La comisión parlamentaria de investigación sobre el escándalo de los peajes concluyó que debería haberse dado mayor importancia al riesgo de perder el caso ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Si bien la decisión del ministro Scheuer de firmar los contratos antes del fallo judicial se consideró justificable, también se señaló que una firma posterior habría sido legalmente admisible. La oposición, en un dictamen aparte, expresó sus críticas con mucha más dureza, describiendo un "abismo político de ignorancia, irresponsabilidad, imprudencia e incumplimiento de la ley".

El escándalo de los peajes ejemplifica cómo los consultores externos pueden facilitar proyectos políticamente motivados pero mal concebidos. Aportan la experiencia y la legitimidad necesarias para impulsar un proyecto, mientras que los líderes políticos ignoran los riesgos legales y financieros. Al final, los consultores se embolsan millones en honorarios, mientras que el contribuyente paga la factura del inevitable colapso.

El pantano de la modernización de TI: un fracaso colectivo de estrategia e implementación

La digitalización de la administración pública alemana es una obra en constante construcción, plagada de fallos crónicos, costes explosivos y objetivos incumplidos. En el centro de este dilema se encuentra el gigantesco proyecto «Consolidación Federal de TI», un claro ejemplo del fracaso colectivo de la gestión gubernamental y los consultores externos.

Deloitte: El proyecto "Consolidación Federal de TI" se lanzó con el ambicioso objetivo de centralizar, estandarizar y modernizar el fragmentado y obsoleto panorama de TI de la administración federal. Sin embargo, la evaluación del Tribunal de Cuentas Federal es desastrosa. El proyecto está sufriendo un aumento masivo de costos: el gasto anual del gobierno federal en TI y digitalización casi se ha cuadruplicado, pasando de 1.500 millones de euros en 2015 a los 6.000 millones de euros previstos para 2023.

Al mismo tiempo, se incumplieron o abandonaron objetivos clave del proyecto. Se abandonó el objetivo original de reducir significativamente los más de 1300 centros de datos y salas de servidores del gobierno federal para finales de 2022. También se redujo el alcance de la consolidación de servicios, destinada a evitar la duplicación de esfuerzos. El Tribunal Federal de Cuentas (BRH) critica duramente la falta de estructuras de gestión eficaces, un presupuesto central de TI y mecanismos de control eficaces, lo que resulta en un desarrollo ineficiente y costoso.

La consultora Deloitte participó en este proceso, entre otras cosas mediante un análisis del panorama de bases de datos de la administración federal. Este estudio confirmó la fuerte dependencia de los líderes del mercado, Oracle y Microsoft, e instó a fortalecer la "soberanía digital". Si bien Deloitte no es la única responsable del fracaso general del proyecto, su participación la sitúa en el centro de una iniciativa que los máximos organismos de supervisión financiera consideran un costoso desastre sin una estrategia clara.

Capgemini, BearingPoint, IBM: Estas tres empresas, al igual que Deloitte, son habituales en los principales contratos marco de TI del gobierno alemán. Se les solicita con frecuencia para tareas como la gestión de la arquitectura de TI, la gestión de proyectos, la digitalización de procesos y la consultoría organizacional. Su presencia omnipresente las convierte en cocreadoras y corresponsables del estado de las TI gubernamentales.

La crítica a la cultura de proyectos de TI del gobierno federal es fundamental. Diversas fuentes describen un entorno dentro del Ministerio Federal del Interior donde no existen objetivos ni contratos de servicios, y los consultores cobran por hora, un modelo que prácticamente invita a que los proyectos nunca se completen. Esta práctica genera una cultura de ineficiencia y costos desorbitados, de la que se benefician directamente los modelos de facturación basados ​​en el tiempo de los consultores.

Un ejemplo histórico del fracaso de grandes proyectos federales de TI que involucran a grandes proveedores como IBM es el proyecto De-Mail. A pesar de la importante inversión y el apoyo político, este intento de establecer una comunicación por correo electrónico segura y legalmente vinculante fracasó debido a la falta de aceptación pública y empresarial. Es un ejemplo emblemático de muchos proyectos de TI del sector público que se planifican sin tener en cuenta las necesidades reales de los usuarios.

El intento del gobierno alemán de modernizar sus sistemas de TI es un ejemplo de fracaso estratégico. El proyecto "Consolidación Federal de TI" demuestra que la simple asignación de miles de millones de euros y la contratación de decenas de consultoras sin un liderazgo político claro, sin desarrollar la experiencia interna y sin una estructura de gobernanza eficaz no conduce a mejores resultados. Al contrario, crea un círculo vicioso de aumento de costes, disminución de la ambición y creciente dependencia de los mismos consultores que son parte del problema.

Otros casos notables: Un patrón de compromisos cuestionables

Además de las importantes fallas sistémicas, hay una serie de otros casos que resaltan la relación problemática entre el gobierno y los consultores y confirman los patrones recurrentes de conflictos de intereses, costos excesivos y falta de supervisión.

Boston Consulting Group (BCG) y el caso SEFE: Este caso es un ejemplo clásico de conflictos de intereses y elusión de la legislación en materia de contratación pública. En abril de 2022, poco después de que el gobierno alemán absorbiera la antigua Gazprom Germania (ahora SEFE), la empresa de gas, ahora controlada por el Estado, adjudicó un contrato de consultoría multimillonario a Boston Consulting Group, sin concurso público ni licitación.

Particularmente explosivo: El contrato se adjudicó tan solo seis días después de que el gobierno alemán nombrara a Egbert Laege, exsocio de BCG, como director ejecutivo de SEFE. Su antigua empresa se benefició directamente de su nuevo cargo. La oposición criticó duramente esta decisión, calificándola de claro conflicto de intereses. El Ministerio de Economía responsable defendió la adjudicación directa, alegando la "extrema urgencia" de la situación, ya que la empresa estaba al borde de la insolvencia. Sin embargo, persiste la impresión de un proceso de adjudicación cuestionable, en el que las redes personales primaron sobre la transparencia de los procedimientos.

McKinsey y la colaboración con la BAMF: En el punto álgido de la crisis de refugiados de 2015, McKinsey fue contratado para apoyar a la Oficina Federal de Migración y Refugiados (BAMF), totalmente desbordada. Lo que comenzó como una encomiable labor pro bono se convirtió rápidamente en un negocio lucrativo. El gobierno alemán pagó a McKinsey más de 20 millones de euros por diversos servicios de consultoría.

Un contrato particularmente controvertido fue un estudio sobre deportaciones. Por 1,86 millones de euros, se encargó a consultores determinar cómo acelerar la deportación de los solicitantes de asilo rechazados. Esto equivalía a una tarifa diaria promedio de más de 2700 euros por consultor. Cuando la plataforma de transparencia FragDenStaat (AskTheState) demandó la publicación del estudio, la agencia argumentó inicialmente que publicar la presentación de PowerPoint pondría en peligro la seguridad pública, alegación que posteriormente fue retirada. El caso ilustra no solo los exorbitantes costes de los servicios de consultoría, sino también la externalización de tareas altamente sensibles y soberanas a empresas con ánimo de lucro.

Ernst & Young (EY) y el escándalo Wirecard: El colapso de Wirecard, empresa cotizada en el DAX, es uno de los mayores escándalos financieros de la historia alemana de la posguerra y un fracaso masivo a múltiples niveles. En el centro de las críticas se encuentra la firma auditora Ernst & Young, empresa que recibe regularmente importantes contratos del gobierno alemán. Durante años, EY auditó los estados financieros de Wirecard, pasando por alto un déficit de 1.900 millones de euros consistente en ingresos ficticios. La Autoridad Alemana de Supervisión de Auditoría (APAS) determinó posteriormente que EY había incumplido sus obligaciones de diligencia debida profesional durante la auditoría.

Este caso es crucial para evaluar a los asesores gubernamentales, ya que expone una catastrófica falla de competencia y diligencia debida en una de las firmas de auditoría y consultoría más grandes del mundo. Al mismo tiempo, el escándalo reveló el fracaso total de la supervisión estatal por parte de la Autoridad Federal de Supervisión Financiera (BaFin). Durante años, la BaFin ignoró las pruebas creíbles de los periodistas del Financial Times, presentándolos en su lugar e incluso imponiéndoles una prohibición de ventas en corto para proteger las acciones de Wirecard. El escándalo de Wirecard es, por lo tanto, un doble ejemplo de fracaso: demuestra el fracaso de un socio privado clave del Estado y, simultáneamente, el fracaso de los organismos reguladores estatales.

Estos casos individuales no son incidentes aislados. Subrayan los temas generales de este informe: conflictos de intereses derivados de la "puerta giratoria" entre la política y la consultoría (BCG/SEFE), costes exorbitantes por servicios cuestionables (McKinsey/BAMF) y una falla fundamental en la debida diligencia tanto por parte de los contratistas privados como de la supervisión gubernamental (EY/Wirecard/BaFin). El problema es generalizado y multifacético.

 

Hub para seguridad y defensa: asesoramiento e información

Hub para seguridad y defensa - Imagen: xpert.digital

El Hub para la Seguridad y la Defensa ofrece asesoramiento bien fundado e información actual para apoyar efectivamente a las empresas y organizaciones para fortalecer su papel en la política europea de seguridad y defensa. En estrecha conexión con el grupo de trabajo de las PYME Connect, promueve pequeñas y medianas empresas (PYME) en particular que desean ampliar aún más su innovadora fuerza y ​​competitividad en el campo de la defensa. Como punto de contacto central, el Hub crea un puente decisivo entre las PYME y la estrategia de defensa europea.

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Política de puertas giratorias y millones desperdiciados: el lado oscuro de la consultoría gubernamental

Análisis y recomendaciones: Rompiendo el círculo vicioso

Aquí se resumen los resultados de los estudios de caso mencionados para extraer conclusiones generales sobre las disfunciones sistémicas y proponer reformas concretas e implementables.

Un patrón de disfunción: Características comunes de los proyectos gubernamentales fallidos

El análisis de los estudios de caso presentados revela patrones recurrentes que apuntan a profundos problemas sistémicos en la relación del gobierno alemán con consultores externos. No se trata de incidentes aislados, sino de síntomas de una enfermedad crónica en la cultura administrativa y la gobernanza política.

En primer lugar, existe un desprecio sistemático por la legislación en materia de contratación pública. La práctica reiterada de adjudicar contratos sin licitación pública, como se documenta en el caso de las consultoras y el caso SEFE, es una clara indicación de que la conveniencia administrativa y las redes personales a menudo priman sobre los principios de transparencia y eficiencia. Los acuerdos marco, cuyo objetivo real es aumentar la eficiencia, se convierten en una herramienta que favorece a un grupo exclusivo de grandes consultoras y socava la competencia.

En segundo lugar, los conflictos de intereses masivos son comunes. El "efecto de puerta giratoria", en el que consultores de alto rango pasan a altos cargos políticos y viceversa, crea un entorno en el que tomar decisiones objetivas es prácticamente imposible. Los casos de Katrin Suder (McKinsey/BMVg) y Egbert Laege (BCG/SEFE) son ejemplos claros de cómo estos cambios pueden dar lugar a un trato preferencial para antiguos empleadores. El "sistema de amigos" descubierto en el escándalo de las consultoras demuestra que incluso las amistades personales son suficientes para eludir la legislación sobre contrataciones.

En tercer lugar, existe una cultura de falta de responsabilidad política. Ministros como Ursula von der Leyen y Andreas Scheuer ocuparon puestos de liderazgo político en departamentos donde se produjeron fallos y violaciones masivas de las normas valoradas en miles de millones de euros. Sin embargo, las consecuencias políticas, tanto personales como de gran alcance, fueron prácticamente inexistentes. Esta impunidad al más alto nivel envía una señal desastrosa a la administración y fomenta la continuación de prácticas problemáticas.

En cuarto lugar, y quizás el más fundamental, está la falta de experiencia interna. En particular, en proyectos informáticos complejos e iniciativas de reforma importantes, el gobierno ya no puede diseñarlos, gestionarlos ni controlarlos sin un apoyo externo masivo. El Tribunal Federal de Cuentas lleva años advirtiendo sobre esta pérdida de competencia, que está llevando al Estado a una espiral de dependencia que se retroalimenta: cuantas más tareas se externalizan, más se reduce la experiencia interna, lo que a su vez conduce a una externalización aún mayor.

La erosión del Estado: consecuencias de una administración destripada

Los costes anuales de 240 millones de euros son solo la parte más visible del daño. El verdadero peligro a largo plazo de la excesiva dependencia de consultores externos reside en la erosión gradual de la eficiencia estatal, el control democrático y la confianza pública.

La primera consecuencia es la pérdida de competencia y memoria institucional. Cuando funciones esenciales como la estrategia de TI, la gestión de proyectos o incluso el control financiero se externalizan sistemáticamente a empresas externas, el sector público olvida cómo realizar estas tareas por sí mismo. Esto da como resultado una administración desmantelada, incapaz de actuar sin sus colaboradores externos. Esta pérdida de competencia crea una dependencia permanente difícil de revertir y, a largo plazo, debilita al Estado.

La segunda consecuencia se refiere a la rendición de cuentas democrática. Los consultores externos no son elegidos democráticamente. Actúan en nombre de sus empresas con ánimo de lucro y rinden cuentas principalmente a sus socios y accionistas, no al bien común. Cuando estos actores no responsables ejercen una influencia significativa en la elaboración de leyes, la gestión de los ministerios y la dirección de la administración pública, se socavan los principios fundamentales del control democrático y la transparencia.

La tercera y última consecuencia es la erosión de la confianza pública. Fracasos de gran repercusión y alto coste, como el peaje, la interminable debacle de la digitalización de la administración pública o los escándalos en el Ministerio de Defensa, dañan gravemente la reputación del Estado. Refuerzan la impresión de un gobierno ineficiente y derrochador, impulsado por intereses particulares, incapaz de gestionar con prudencia el dinero de los contribuyentes y de prestar eficazmente servicios básicos.

Un camino hacia la reforma: Recomendaciones prácticas para la rendición de cuentas y la competencia

Revertir esta preocupante tendencia requiere más que simples correcciones superficiales. Exige un replanteamiento fundamental y decisiones políticas audaces. Con base en las conclusiones de este informe y las reiteradas, pero ignoradas, recomendaciones del Tribunal Federal de Cuentas, se pueden derivar las siguientes medidas concretas de reforma:

Reforma de la contratación pública de servicios de consultoría: Es necesario reducir drásticamente el uso de procedimientos negociados y acuerdos marco opacos para servicios de consultoría estratégica. Las licitaciones abiertas y competitivas deben convertirse en la norma para todos los grandes proyectos de consultoría. El criterio decisivo no debe ser solo el precio, sino la mejor relación calidad-precio.

Aplicación de una transparencia rigurosa: Todos los contratos de consultoría que superen un umbral bajo deben publicarse íntegramente, incluyendo las especificaciones detalladas, los resultados acordados y los costes totales. La divulgación de todos los subcontratistas involucrados debe ser obligatoria para evitar el uso de empresas como PD como intermediarios opacos.

Lanzamiento de una "Ofensiva de Competencia del Sector Público": El gobierno alemán debe realizar una inversión masiva y sostenible en la reconstrucción de su experiencia interna. Esto aplica especialmente a las áreas de TI y digitalización, gestión de proyectos complejos y planificación estratégica. El objetivo debe ser que el uso de consultores externos sea la "excepción", como los críticos llevan tiempo exigiendo, y no la regla.

Establecer responsabilidades políticas y administrativas claras: En proyectos importantes, deben definirse responsabilidades claras a nivel ministerial y de secretario de estado. Los fracasos, los sobrecostos masivos y los objetivos incumplidos deben tener consecuencias tangibles. Una cultura de responsabilidad política debe reemplazar a una de impunidad.

Fortalecimiento del Tribunal de Cuentas Federal: Las recomendaciones del Tribunal de Cuentas Federal deben tener mayor peso legal. Los ministerios que decidan ignorar las recomendaciones del máximo órgano de control financiero deberían estar obligados a presentar una justificación formal y pública.

Revertir esta tendencia no es solo una necesidad fiscal. Es crucial para restaurar la capacidad de acción del Estado alemán, su integridad y su fiabilidad en el siglo XXI.

 

Un enfoque alternativo constructivo para la costosa inundación de consultores del gobierno federal

Un enfoque alternativo constructivo para la costosa inundación de consultores del gobierno federal - Imagen: xpert.digital

El gobierno federal alemán enfrenta un problema grave que afecta tanto a los contribuyentes como a la integridad de la administración: la dependencia no controlada de las empresas consultoras externas. En su informe más reciente, la Oficina Federal de Auditoría ha tenido una clara crítica por la falta de estrategia del gobierno para reducir esta costosa dependencia. Los números hablan un lenguaje claro y revelan el alcance de este desarrollo problemático.

Este desarrollo es aún más preocupante cuando el comité de presupuesto del Bundestag ya había pedido una reducción sustancial en los costos de consultores en 2020. Sin embargo, el gobierno federal no ha cumplido estas afirmaciones, como la oficina de auditoría federal determina inequívocamente. En cambio, los informes de asesoramiento anuales del gobierno muestran poca disposición para hacer cambios en el uso de consultores externos.

Las debilidades estructurales del enfoque actual

  • Falta de planificación estratégica
  • Colgando la integridad administrativa
  • Problemas de calidad y Copiar consejo para pegar

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