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La paradoja de las agencias de empleo: cada vez más empleados, cada vez menos éxito y millones gastados en “expertos” externos.

La paradoja de las agencias de empleo: cada vez más empleados, cada vez menos éxito y millones gastados en “expertos” externos.

La paradoja de las agencias de empleo: cada vez más empleados, menos éxito y millones gastados en «expertos» externos. Imagen: Xpert.Digital

Millones de dólares en honorarios de consultoría de la Agencia Federal de Empleo: Una bofetada para los beneficiarios de la asistencia social: Así es como el dinero de sus impuestos llega a los consultores más caros del mundo.

¿Tarifas diarias de 2.800 euros? Así de generosamente paga el Estado a los consultores, mientras que cada céntimo cuenta cuando se trata de renta básica.

Mientras Alemania debate acaloradamente los recortes a la renta básica y el gobierno federal celebra incluso las reducciones más pequeñas como una victoria política, una mirada entre bastidores a la Agencia Federal de Empleo (BA) revela una realidad completamente distinta. En un sistema marcado por profundas contradicciones, cientos de millones de euros se desvían hacia las consultoras más caras del mundo, mientras se recortan los servicios destinados a los miembros más vulnerables de la sociedad. Oficialmente, la BA gastó «solo» 123 millones de euros en servicios externos entre 2015 y 2024, pero esta cifra es apenas la punta del iceberg. La cifra real, oculta en contratos declarados como servicios informáticos, probablemente supere con creces los costes reales.

Esta práctica no es un hecho aislado, sino un síntoma de un problema sistémico profundamente arraigado en la agencia de empleo alemana desde las reformas Hartz. Bajo el pretexto de la inevitable digitalización y la necesidad de conocimientos altamente especializados, se ha consolidado una persistente dependencia de empresas globales como McKinsey, Boston Consulting Group y Accenture. Estas firmas se benefician de tarifas diarias propias de Silicon Valley y de una opacidad rampante, que el Tribunal Federal de Cuentas lleva años criticando duramente. El resultado es una paradoja: la Agencia Federal de Empleo está aumentando su plantilla y su coste, pero su función principal —la inserción laboral— es cada vez menos eficaz. El número de agentes de colocación se desploma y la tasa de éxito cae en picado. El texto que sigue expone la cuestionable priorización, los conflictos de intereses y el despilfarro masivo del dinero de los contribuyentes, que ridiculizan los recortes del gasto público impuestos a la renta básica.

Adecuado para:

Mientras se recortan los ingresos básicos, cientos de millones de dólares van a parar a los consultores más caros del mundo.

La Agencia Federal de Empleo se enfrenta a una paradoja que ejemplifica las contradicciones de la política social alemana. Mientras el gobierno federal busca intensamente formas de ahorrar en la renta básica e incluso considera un éxito recortes marginales de cientos de millones, cifras exclusivas muestran una realidad muy distinta respecto a los gastos administrativos de la mayor agencia federal de Alemania. Según el gobierno federal, entre 2015 y 2024 se destinaron 123 millones de euros a empresas de consultoría externas. Sin embargo, es probable que la cifra real sea considerablemente mayor, ya que muchos servicios informáticos y de apoyo especializado no se incluyen en este informe oficial.

Estas sumas parecen inicialmente manejables en comparación con el gasto total de la Agencia Federal de Empleo, que asciende a aproximadamente 47.800 millones de euros en 2025. Sin embargo, un análisis más detallado revela un problema sistémico que va mucho más allá de simples juegos de cifras y plantea cuestiones fundamentales sobre el funcionamiento y la eficiencia de la administración de empleo alemana.

El silencioso auge de la industria de la consultoría en la administración del empleo

La historia del gasto en consultoría de la Agencia Federal de Empleo comienza, no por casualidad, con las reformas Hartz de 2004. La transformación de la antigua Oficina Federal de Empleo en la actual Agencia Federal de Empleo estuvo estrechamente vinculada desde el principio a consultores externos. Entre 2004 y 2016, la agencia formalizó contratos por un volumen total superior a 255 millones de euros, de los cuales se desembolsaron 185 millones. La lista de empresas contratadas incluye a las más importantes del sector de la consultoría mundial: McKinsey, Boston Consulting Group, Ernst & Young, IBM Alemania y Accenture.

Más de la mitad de estas sumas se destinaron a la modernización de los sistemas informáticos. Las consultoras recibieron aproximadamente 30 millones de euros cada una para la formación de empleados y el asesoramiento sobre la introducción e implementación de las reformas Hartz. El papel de Roland Berger resulta especialmente problemático, ya que su consultora de gestión recibió un total de seis contratos por valor de casi 10 millones de euros entre 2002 y 2005. Un directivo de la firma de Berger había sido miembro de la Comisión Hartz, que concibió las reformas cuya implementación posteriormente asesoró Berger. Se trata de un caso clásico de conflicto de intereses, donde los mismos actores definen primero las reglas del juego y luego se benefician de su aplicación.

Sin embargo, las cifras oficiales solo reflejan una fracción del gasto real. El propio gobierno alemán admite que no existe una definición uniforme para los servicios externos de consultoría y apoyo. Muchos proyectos de TI se clasifican como servicios técnicos y, por lo tanto, no figuran en los informes de los consultores. El Tribunal Federal de Cuentas lleva años criticando esta falta de transparencia. En un informe de auditoría de 2023, la máxima autoridad de control financiero constató que los informes de los consultores del gobierno alemán contenían información incompleta, estaban plagados de errores y, en un tercio de los casos, ni siquiera mencionaban a las empresas contratadas.

Adecuado para:

Tarifas diarias comparables a las de Silicon Valley para trabajos del gobierno alemán

La estructura de costes de los contratos de consultoría revela una generosidad notable. Según la información obtenida en los procesos de licitación, los consultores externos de las agencias federales perciben tarifas diarias de entre 1.000 € y 2.800 €. De media, las tarifas oscilan entre los 1.000 € para los analistas junior y los 1.850 € para los socios de grandes consultoras. Estas cifras son comparables a las de las principales consultoras internacionales y superan con creces los costes de personal de los equipos internos.

Un ejemplo particularmente escandaloso lo protagonizó McKinsey en 2017 ante la Oficina Federal de Migración y Refugiados. Debido a un error interno, la consultora facturó a becarios como consultores titulados, con una tarifa diaria de 2800 €. Se facturaron un total de 280 000 € por tres becarios que trabajaron un total de 100 días antes de que se descubriera y corrigiera el error. Este caso es sintomático de una industria que explota sistemáticamente su poder de mercado frente a los clientes del sector público.

En 2016, McKinsey obtuvo un contrato de cuatro años con la Agencia Federal de Empleo por un valor de hasta 21 millones de euros. El contrato comprendía 7200 días de consultoría y abarcaba servicios de consultoría informática. Resulta especialmente relevante que el exconsultor de McKinsey, Markus Schmitz, trabajara en la Agencia Federal de Empleo como su Representante Jefe para Asuntos Digitales desde noviembre de 2016. Si bien un portavoz de la agencia afirmó que Schmitz nunca participó en el proceso de licitación para su antiguo empleador, este tipo de vínculos personales suscitan serias dudas sobre la independencia de la toma de decisiones públicas.

La digitalización como obra en construcción permanente y mina de oro

La digitalización se ha convertido en el principal argumento para recurrir a consultores externos. Para 2025, la Agencia Federal de Empleo prevé invertir 886 millones de euros en TI y en la digitalización de sus servicios. Su departamento de sistemas informáticos gestiona más de 100 sistemas propios en centros de datos redundantes y de alta disponibilidad, funcionando como una nube privada. Cada año, se ejecutan simultáneamente unos 30 proyectos, además de 2400 modificaciones funcionales y 10 000 modificaciones técnicas.

Estas impresionantes cifras, sin embargo, suscitan la pregunta de por qué una organización con 101.300 empleados y su propio departamento de informática depende tanto de asistencia externa. El gobierno alemán lo justifica por la necesidad de contar con personal altamente especializado y temporal que utilice tecnología punta. En respuesta a una consulta parlamentaria del Partido de la Izquierda, afirma que el personal interno de la Agencia Federal de Empleo no puede abarcar los conocimientos necesarios con la amplitud y profundidad suficientes. La necesidad es novedosa y temporal, y la experiencia requerida es altamente especializada.

Este argumento, sin embargo, contrasta radicalmente con la realidad. La digitalización no es un desafío pasajero, sino un proceso continuo. Si la misma necesidad persiste año tras año y se contrata repetidamente a las mismas consultoras, difícilmente se puede hablar de casos especiales y temporales. Más bien, esto apunta a deficiencias estructurales: o bien la Agencia Federal de Empleo carece realmente de la experiencia necesaria de forma permanente, en cuyo caso habría que desarrollarla, o bien existe una falta de voluntad política para aprovechar el conocimiento que ya existe internamente.

El Tribunal Federal de Cuentas critica precisamente este punto. En un informe de auditoría de 2025, la autoridad afirma que el gobierno federal carece de una estrategia para reducir su dependencia de consultores externos. Particularmente en el sector de las tecnologías de la información, el gobierno federal debe desarrollar su propia experiencia; de lo contrario, la integridad de la administración se ve comprometida. La mayoría de los ministerios ni siquiera han formulado objetivos concretos para reducir los contratos de consultoría. En el proyecto federal de consolidación de las tecnologías de la información, el Ministerio del Interior incluso externalizó una función esencial: el control financiero.

La paradoja del personal de la Agencia Federal de Empleo

A finales de 2024, la Agencia Federal de Empleo contaba con una plantilla de 114.100 personas, lo que supone un aumento de 1.100 con respecto al año anterior. Los gastos de personal pasaron de 3.900 millones de euros en 2015 a 5.580 millones de euros en 2024. Incluyendo al personal de las oficinas de empleo, gestionadas conjuntamente por la Agencia Federal de Empleo y las autoridades locales, más de 140.000 personas trabajan para la administración pública alemana del empleo.

A pesar de contar con una plantilla tan numerosa, el número de asesores de empleo disminuye constantemente. Mientras que en 2015 había 19.593 puestos a tiempo completo disponibles, en 2024 esta cifra se redujo a tan solo 13.942, lo que representa una disminución del 30 %. Al mismo tiempo, la gigantesca agencia continuó creciendo en general. Esta situación conlleva una paradoja: la Agencia Federal de Empleo se vuelve cada vez más grande y costosa, mientras que su función principal —colocar a los desempleados en puestos de trabajo— se torna cada vez más ineficiente.

Las colocaciones laborales directas a través de la Agencia Federal de Empleo se han desplomado. En 2015, el 13,2 % de todos los cambios de empleo se debieron a sugerencias de colocación de la Agencia Federal de Empleo; para 2024, esta cifra había caído a tan solo un 4,9 %, un nuevo mínimo histórico. Los funcionarios de colocación restantes ahora logran un promedio de solo seis colocaciones exitosas al año, es decir, una cada dos meses. Anteriormente, la cifra era de 15 al año.

El economista social Bernd Raffelhüschen, de la Universidad de Friburgo, resume concisamente el dilema: la Agencia Federal de Empleo es un organismo gigantesco con costes administrativos y de personal increíblemente elevados. Sin embargo, precisamente en su función principal —la colocación laboral— cuenta con menos empleados. Y estos empleados trabajan con mucha menos eficiencia. La expansión de la agencia en miles de puestos es incomprensible. Esta Agencia Federal de Empleo y sus departamentos deben ser objeto de un análisis exhaustivo.

La propia Agencia Federal de Empleo señala que más de la mitad de sus empleados realizan trabajos que son en gran medida independientes de los ciclos económicos y no se corresponden con las tendencias actuales del desempleo. Se cita la orientación profesional como ejemplo. Sin embargo, esta explicación plantea nuevas preguntas: si más de la mitad de los empleados se dedican a actividades no directamente relacionadas con el desempleo, ¿qué valor añadido aportan los consultores externos contratados adicionalmente?

 

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El sector de la consultoría está en auge, el gasto social se reduce: ¿Quién paga las consecuencias? ¿Por qué fracasan las promesas de ahorro en renta básica debido a los costes de consultoría?

Recortes de ingresos de los ciudadanos frente a consultores de lujo

El contraste entre las medidas de austeridad para la renta básica y la generosa política de contratación de servicios de consultoría es abismal. El gobierno alemán planea ahorrar alrededor de 2.500 millones de euros en renta básica en 2025 con respecto a 2023. Esta cifra parece impresionante, pero se basa en supuestos optimistas y en la congelación de la prestación estándar a pesar del aumento del desempleo.

El Ministerio Federal de Trabajo estima que el último endurecimiento de la normativa sobre la renta de los ciudadanos, aprobado en octubre de 2025, apenas generará ahorros significativos. Según el proyecto de ley, se prevé un ahorro de tan solo 86 millones de euros en 2026 y de apenas 69 millones en 2027. A partir de 2028, el Ministro de Trabajo incluso anticipa un aumento de los costes. Con un gasto total aproximado de 52.000 millones de euros en la renta de los ciudadanos, esto equivale a un ahorro inferior al 0,2 %.

Durante su campaña electoral, el canciller Friedrich Merz prometió un ahorro de cinco mil millones de euros con el programa de renta básica. Sin embargo, esta cifra resultó irreal. Incluso si se lograra insertar laboralmente a 100.000 beneficiarios de la renta básica, el Estado ahorraría aproximadamente tres mil millones de euros anuales. Pero la situación económica actual dificulta tales logros. El desempleo ha aumentado de forma constante desde mediados de 2022, y las previsiones económicas para 2025 son desalentadoras.

En este contexto, los 123 millones de euros pagados oficialmente a consultores externos entre 2015 y 2024 parecen una afrenta para quienes se ven afectados por los recortes en las prestaciones. Si se incluyen los servicios informáticos no registrados y los costes ocultos de consultoría, la suma real probablemente sea mucho mayor. Los 886 millones de euros destinados a las tecnologías de la información y la digitalización solo en 2025 superan con creces el total de ahorros previstos en las ayudas a la renta básica.

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La dependencia sistémica de consultores externos

El gasto en consultoría no es un problema exclusivo de la Agencia Federal de Empleo, sino un fenómeno generalizado en todo el país. El gobierno alemán incrementó su gasto en servicios de consultoría externa de 186 millones de euros en 2021 a casi 240 millones en 2023, lo que representa un aumento del 39 % en tan solo tres años. Entre 2020 y 2023, el gobierno alemán gastó un total de más de 1600 millones de euros en consultores externos.

El Ministerio Federal del Interior encabeza la lista con gastos de casi 60 millones de euros solo en 2023. Le sigue el Ministerio de Hacienda con 38,2 millones de euros. En este caso también, las cifras oficiales solo reflejan una parte de la realidad. Muchos gastos, especialmente en el sector de las tecnologías de la información, no están sujetos a la obligación de informar. El Tribunal Federal de Cuentas critica esta situación, argumentando que impide una supervisión parlamentaria efectiva.

Los costes de consultoría para toda la administración federal alemana se han duplicado en menos de diez años, mientras que, al mismo tiempo, la plantilla ha aumentado en unos 50 000 puestos, hasta alcanzar aproximadamente los 300 000 empleados. Este incremento paralelo tanto del personal interno como de los consultores externos resulta difícil de justificar económicamente. O bien no se está utilizando el personal existente de forma eficiente, o bien se está contratando a las personas equivocadas.

La Federación de Contribuyentes estima que el gasto real en asesoría externa es mucho mayor que el reportado oficialmente. Si se incluyen los contratos de investigación, los informes científicos y los consejos asesores oficiales, el total aumenta considerablemente. El problema no solo radica en el despilfarro del dinero de los contribuyentes, sino también en la amenaza a la independencia del gobierno. Si demasiadas empresas privadas participan en los ministerios, también influyen en el trabajo y las decisiones de estos organismos.

## La lógica económica detrás de la industria de la consultoría

El sector de la consultoría se beneficia de incentivos estructurales perversos en el sector público. A diferencia del sector privado, donde los costes de consultoría influyen directamente en la rentabilidad y, por lo tanto, están sujetos a un escrutinio crítico, este mecanismo no existe en el sector público. Los presupuestos se renegocian anualmente, los fondos no utilizados suelen caducar y el éxito de los proyectos es difícil de medir.

Para quienes toman decisiones en las administraciones públicas, contratar consultores externos suele ser la opción más conveniente que arriesgarse a conflictos internos o desarrollar su propia experiencia. Los consultores legitiman decisiones difíciles, distribuyen responsabilidades y aportan conocimientos especializados supuestamente neutrales. Al mismo tiempo, crean una dependencia que se perpetúa: cuanto más se externaliza, menos experiencia interna queda, lo que a su vez justifica nuevas contrataciones de consultoría.

Las principales consultoras han perfeccionado este sistema. Colocan a sus exbecarios en puestos clave de la administración pública, mantienen estrechos vínculos con la política y moldean la agenda política a través de su participación en comisiones y comités. La Comisión Hartz es un claro ejemplo: los consultores concibieron las reformas y posteriormente ganaron millones con su implementación.

Los costos de esta dependencia van mucho más allá de los gastos directos. Se pierde conocimiento institucional cuando la experiencia crítica deja de desarrollarse internamente. La administración pierde la capacidad de analizar problemas y desarrollar soluciones de forma independiente. Surge una administración de dos niveles, en la que consultores externos altamente remunerados trabajan junto a un personal interno frustrado cuya experiencia se ignora sistemáticamente.

Enfoques alternativos y de reforma

El nuevo director de la Agencia Federal de Empleo, Detlef Scheele, anunció en 2017 que se centraría en potenciar la experiencia interna y reducir el uso de consultores externos. Desde entonces, los avances han sido mínimos. Los problemas estructurales exigen reformas más profundas. En primer lugar, la Agencia Federal de Empleo debe invertir considerablemente en el desarrollo de sus propias capacidades digitales. Los 886 millones de euros asignados a TI en 2025 deberían destinarse principalmente a la formación de sus empleados y al desarrollo de capacidades internas, no a pagar contratos de consultoría externa.

En segundo lugar, se necesitan límites máximos vinculantes para los gastos de consultoría y una obligación de información transparente, que incluya también los servicios informáticos y otros servicios de apoyo. El Tribunal Federal de Cuentas ha presentado propuestas concretas para la reforma de la información sobre consultoría, las cuales deben implementarse. Esto incluye la obligación de publicar todos los contratos de consultoría que superen un determinado umbral.

En tercer lugar, conviene reconsiderar las decisiones de personal. En lugar de reducir el número de funcionarios de colocación mientras la plantilla total aumenta, la Agencia Federal de Empleo debe concentrar sus recursos en sus tareas esenciales. El hecho de que solo haya disponibles unos 14 000 puestos a tiempo completo para colocación, mientras que en total hay más de 100 000 personas empleadas, evidencia una grave mala asignación de recursos.

En cuarto lugar, Alemania necesita un debate fundamental sobre el papel de los consultores externos en el sector público. La consultoría puede ser útil en casos puntuales donde se requiere experiencia especializada temporal. Sin embargo, no debe convertirse en una práctica permanente que sustituya las tareas administrativas esenciales. Debe preservarse la integridad e independencia de la administración pública.

Entre la austeridad y el despilfarro

Los gastos en consultoría de la Agencia Federal de Empleo revelan un problema fundamental de credibilidad en la política social alemana. Mientras que se espera que los desempleados y quienes reciben la renta básica demuestren la máxima eficiencia, responsabilidad personal y abnegación, la propia administración incurre en gastos totalmente desproporcionados con respecto a la prestación. Los 123 millones de euros que oficialmente se destinaron a consultores entre 2015 y 2024 representan solo la punta del iceberg.

La cifra real probablemente sea mucho mayor si se incluyen todos los servicios de consultoría, servicios informáticos y contratos de soporte ocultos. Tan solo el gasto anual en TI, que asciende a casi 900 millones de euros, demuestra la verdadera magnitud de la dependencia de proveedores de servicios externos. Estos gastos contrastan drásticamente con los escasos ahorros de la renta básica, que, a pesar de las grandilocuentes declaraciones políticas, ni siquiera alcanzan los 100 millones de euros anuales.

El problema no reside únicamente en la cantidad de gasto, sino en su poder simbólico. Revela una doble moral: una para la administración y otra para los administrados. Mientras que los beneficiarios de la renta básica sufren recortes por cada cita perdida, las agencias gubernamentales pueden permitirse consultores externos durante décadas sin que se observe una mejora significativa en su eficiencia. Por el contrario, la tasa de colocación laboral se encuentra en mínimos históricos, a pesar de que la administración pública recibe más fondos que nunca.

La Agencia Federal de Empleo se erige, por tanto, como símbolo del fracaso generalizado del estado de bienestar alemán. La cuestión no es si los recortes son necesarios, sino dónde deben aplicarse. Los políticamente débiles soportan el peso de los recortes, mientras que los poderosos siguen viviendo con lujo. McKinsey, BCG y las demás grandes consultoras se benefician enormemente de un sistema que está fallando a sus usuarios previstos.

Una agencia de empleo moderna debería ser capaz de gestionar sus tareas con gran autonomía. Debería contar con la suficiente experiencia interna para gestionar proyectos de digitalización, optimizar procesos y capacitar a su personal. Si esto aún no se cumple tras más de 20 años de reforma y cientos de millones de euros invertidos en consultores, el problema no radica en la falta de asesoramiento externo, sino en las estructuras internas.

La solución no puede ser invertir aún más dinero en consultores externos. En cambio, la Agencia Federal de Empleo debe aprender a ser autosuficiente. Esto implica desarrollar sistemáticamente la experiencia interna, contratar al personal idóneo y utilizar eficazmente a los empleados existentes. También implica reorientarse hacia las tareas esenciales y reducir la excesiva burocracia.

La alternativa sería una dependencia permanente de una industria global de consultoría con escaso interés en soluciones sostenibles. Al fin y al cabo, cada problema resuelto implica menos contratos posteriores. Alemania necesita urgentemente una administración pública eficaz. Para que esto ocurra, sin embargo, los políticos tendrían que armarse de valor para tomar decisiones difíciles y enfrentarse a poderosos grupos de interés. El lobby de las consultoras, sin duda, entra en esta categoría.

Mientras falte esta valentía, cientos de millones de euros seguirán fluyendo hacia las consultoras, mientras se recortan los presupuestos para los miembros más vulnerables de la sociedad. La Agencia Federal de Empleo seguirá creciendo, encareciéndose y operando con menor eficiencia. Y la tasa de colocación seguirá disminuyendo, mientras que el número de horas dedicadas a consultores aumenta. Esta es una situación que un país rico como Alemania no puede permitirse, pero que aparentemente sigue tolerando.

 

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