La industria china sigue contrayéndose: alerta roja en Pekín: los datos de noviembre revelan el fracaso de la estrategia del mercado interno
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Publicado el: 1 de diciembre de 2025 / Actualizado el: 1 de diciembre de 2025 – Autor: Konrad Wolfenstein

La industria china sigue contrayéndose: Alerta roja en Pekín – Los datos de noviembre revelan el fracaso de la estrategia del mercado interno – Imagen: Xpert.Digital
No hay salvación en el consumo: por qué el sector servicios de China se está convirtiendo de repente en su talón de Aquiles
### Doble recesión en China: las cifras de noviembre demuestran el fracaso de la reestructuración ### Proveedores de servicios en crisis: el estabilizador esperado falla ### Colapso estructural: la peligrosa sincronicidad de la recesión ###
Por qué la industria y los proveedores de servicios se derrumban simultáneamente en China: el colapso sincrónico revela debilidades estructurales
La economía china está enviando señales de alerta con una fuerza inaudita: por primera vez desde el fin de las restricciones por la pandemia, tanto el sector industrial como el de servicios se están contrayendo a la vez. Los últimos datos de noviembre de 2025 marcan un peligroso punto de inflexión que cuestiona toda la narrativa gubernamental de una transición fluida hacia una sociedad de consumo.
Durante mucho tiempo, el sector servicios se consideró el ancla robusta para compensar la debilidad de las fábricas chinas. Pero esta red de seguridad se ha roto. Mientras el mundo esperaba una recuperación en la segunda economía más grande del mundo, los indicadores ahora apuntan en una dirección diferente: las tendencias deflacionarias se están consolidando, la crisis inmobiliaria está erosionando la riqueza de la clase media y la anhelada "euforia pos-COVID" ha dado paso a una propensión estructural al ahorro.
Para Pekín, la situación es más precaria que nunca. El liderazgo se encuentra atrapado en el fuego cruzado entre problemas estructurales internos —desde el desempleo juvenil hasta la deuda municipal— y un entorno externo cada vez más hostil, marcado por guerras comerciales y aranceles. Las señales de alerta sincronizadas de los sectores industrial y de servicios están llevando al gobierno a una encrucijada: ¿Son suficientes las medidas de estímulo fragmentadas actuales, o está todo el modelo de crecimiento de las últimas cuatro décadas al borde del colapso?
El siguiente análisis analiza la anatomía de esta recesión. Arroja luz sobre los errores históricos, los datos actuales y las consecuencias globales de una crisis que ya no es solo un problema chino, sino que se está convirtiendo en una prueba de estrés para toda la economía mundial.
El fracaso de la estrategia de compensación: cuando el sector terciario ya no puede sostener la economía
Status Quo: La crisis sincrónica y su impacto global
Los últimos datos económicos de China marcan un punto de inflexión con implicaciones mucho más allá de las fronteras del país. En noviembre de 2025, el Índice de Gerentes de Compras (PMI) oficial del sector no manufacturero cayó a 49,5 puntos, contrayéndose por primera vez desde diciembre de 2022. Al mismo tiempo, el PMI manufacturero se mantuvo sin cambios en 49,2 puntos, lo que indica el octavo mes consecutivo de contracción en el sector manufacturero. Esta sincronía de caídas en ambos sectores representa una novedad cualitativa, ya que el sector servicios había actuado anteriormente como amortiguador contra la debilidad industrial.
La relevancia de este desarrollo para la economía global es innegable. Como segunda economía más grande del mundo, con un producto interno bruto de 134,91 billones de yuanes (aproximadamente 18,8 billones de dólares estadounidenses) en 2024, China contribuye significativamente al crecimiento global. En 2024, las exportaciones manufactureras chinas, con 3,26 billones de dólares estadounidenses, superaron por primera vez la producción exportadora combinada de Estados Unidos, Alemania y Japón. Por lo tanto, una disminución sostenida de la demanda en China perturbaría inevitablemente las cadenas de suministro globales, los mercados de materias primas y los flujos de inversión.
La situación actual revela un dilema fundamental: los líderes chinos deben decidir si impulsan reformas estructurales drásticas o apoyan la demanda interna a corto plazo con nuevos programas de estímulo económico. Esto se ve agravado por la escalada de las tensiones comerciales con Estados Unidos, donde se amenaza con aranceles superiores al 100 % a las importaciones chinas. Esta presión externa coincide con perturbaciones internas como la actual crisis inmobiliaria, el elevado endeudamiento municipal y una demanda interna estructuralmente débil. El siguiente análisis examina las raíces históricas, los factores actuales, las comparaciones internacionales y las posibles vías de desarrollo de este problema multifacético.
Adecuado para:
- Mercado interno chino débil: el poder económico de China entre la dinámica regional y los desafíos globales
El camino histórico hacia el callejón sin salida: De la apertura al estancamiento
La situación económica actual de China solo puede comprenderse en el contexto de las transformaciones fundamentales de las últimas cuatro décadas. Las reformas impulsadas por Deng Xiaoping a partir de 1978 sentaron las bases de un modelo de crecimiento orientado a la exportación, basado en bajos costos laborales, inversiones masivas en infraestructura y una política industrial dirigida por el Estado. Este modelo permitió a China experimentar un crecimiento económico sin precedentes, transformando al país de una nación en desarrollo a una potencia económica mundial en tan solo unas décadas.
Las negociaciones de adhesión a la Organización Mundial del Comercio en 2001 marcaron otro punto de inflexión. La adhesión a la OMC aceleró la integración de China en las cadenas globales de valor y convirtió al país en el taller del mundo. Entre 2000 y 2024, las exportaciones chinas crecieron de 249 000 millones de dólares estadounidenses a 3,57 billones de dólares estadounidenses, lo que representa una tasa de crecimiento anual promedio del 11,7 %. La participación de China en las exportaciones manufactureras mundiales aumentó del 0,8 % en 1980 al 20 % en 2023.
La crisis financiera mundial de 2008 reveló por primera vez la fragilidad de este modelo. Cuando la demanda occidental se desplomó, Pekín respondió con un enorme paquete de estímulo de cuatro billones de yuanes, invertido principalmente en infraestructura y bienes raíces. Si bien este programa evitó una recesión, también sentó las bases de los problemas estructurales actuales: sobreinversión en el sector inmobiliario, endeudamiento descontrolado de los gobiernos locales a través de los llamados Vehículos de Financiación de Gobiernos Locales y sobrecapacidad crónica en la industria pesada.
La iniciativa "Hecho en China 2025", anunciada en 2015, representó un intento de cambiar el modelo de crecimiento hacia una producción de mayor valor y la autosuficiencia tecnológica. El objetivo declarado era alcanzar una tasa de autosuficiencia del 70 % en semiconductores para 2025. Si bien estos ambiciosos objetivos no se cumplieron por completo, China logró avances sustanciales: la tasa de autosuficiencia en semiconductores aumentó del 5 % en 2018 a casi el 30 % para 2024.
La pandemia de COVID-19 y la estricta política de cero contagios hasta finales de 2022 dejaron profundas secuelas en la economía china. Los prolongados confinamientos lastraron el consumo privado, incrementaron la deuda de los gobiernos locales debido al aumento del gasto y la caída de los ingresos, y dañaron gravemente la confianza de los hogares. El índice de confianza del consumidor, que se situó en 104 puntos en diciembre de 2019, cayó a un mínimo histórico de 94 puntos en agosto de 2024.
La introducción de la Estrategia de Doble Circulación en 2020 marcó la adaptación estratégica de China a un entorno internacional más hostil. Esta estrategia busca reducir la dependencia de los mercados externos, fortalecer la demanda interna y lograr la autosuficiencia tecnológica en sectores clave. Se priorizará la circulación interna sobre el comercio internacional, sin abandonar por completo el intercambio global.
El Tercer Pleno del XX Comité Central, celebrado en julio de 2024, reafirmó esta dirección estratégica y anunció reformas al sistema fiscal y tributario, así como una redistribución de responsabilidades entre los gobiernos central y local. Sin embargo, las medidas anunciadas no cumplieron con las expectativas de muchos analistas, quienes consideraban necesarias reformas estructurales más profundas.
Adecuado para:
- China | El dilema de Pekín entre el auge exportador y el estancamiento del mercado interno: la dependencia estructural de las exportaciones como trampa del crecimiento
Anatomía de los problemas: burbuja inmobiliaria, montañas de deuda y sobreproducción
La actual debilidad económica de China es resultado de la interacción de varios factores fundamentales, cuyas interacciones forman una compleja red de causas y efectos.
La crisis inmobiliaria como riesgo sistémico
El sector inmobiliario, que en su día representó aproximadamente entre el 25 % y el 30 % de la producción económica de China, está experimentando una profunda corrección. Desde su pico en 2021, las ventas de bienes raíces se han desplomado drásticamente: con un volumen de ventas proyectado de nueve billones de yuanes o menos en 2025, el mercado se ha reducido a la mitad en tan solo cuatro años, desde los 18,2 billones de yuanes de 2021. La inversión en bienes raíces cayó un 14,7 % en los primeros diez meses de 2025.
El stock de viviendas terminadas pero sin vender aumentó a 762 millones de metros cuadrados en agosto de 2025, frente a los 753 millones de metros cuadrados de diciembre de 2024. Este exceso de oferta está presionando a la baja los precios y fomentando la actitud expectante de los compradores potenciales. Los precios inmobiliarios se encuentran ahora en su cuarto año consecutivo de descenso, y S&P Global Ratings pronostica una nueva caída de los precios del mercado primario de entre el 15 % y el 25 %.
Fundamentalmente, la crisis ha tenido un efecto transformador: los hogares chinos tradicionalmente han invertido gran parte de sus activos en bienes raíces. La continua caída de precios está socavando la confianza del consumidor y fomentando un mayor ahorro. La tasa de ahorro de los hogares se situó en el 24,5 % en 2024, tras alcanzar un máximo del 34,3 % en 2022. Esta cifra es significativamente superior a los niveles previos a la pandemia y refleja una reticencia estructural entre los consumidores.
El problema de la deuda de los gobiernos locales
La situación financiera de los gobiernos locales chinos se ha deteriorado drásticamente. A finales de 2024, la deuda oficial de los gobiernos locales ascendía a 47,5 billones de yuanes, mientras que la deuda oculta, a través de los Vehículos de Financiación de Gobiernos Locales, se estima en 60 billones de yuanes adicionales. Según el Fondo Monetario Internacional, la deuda pública total, incluidos los pasivos ocultos, alcanzó el 124 % del PIB.
Esta deuda se deriva de un desequilibrio estructural entre las responsabilidades de gasto y las fuentes de ingresos. Los gobiernos locales soportan más del 80% del gasto público, pero sus ingresos fiscales son limitados. El desplome de los ingresos por la venta de terrenos debido a la crisis inmobiliaria ha agravado drásticamente este déficit de financiación. En noviembre de 2024, la Asamblea Popular Nacional aprobó un paquete de reestructuración de deuda de 10 billones de yuanes destinado a aliviar la presión financiera sobre los gobiernos locales.
Sobrecapacidad y guerra de precios
Otro factor clave es el exceso de capacidad crónico en numerosos sectores industriales. La utilización de la capacidad cae regularmente por debajo del 75 % en varias industrias. Solo en el sector de vehículos eléctricos, el exceso de capacidad supera el volumen del mercado en un estimado de entre cinco y diez millones de vehículos al año. En la industria fotovoltaica, el exceso de capacidad causó pérdidas estimadas en 40 000 millones de dólares estadounidenses a lo largo de toda la cadena de valor en 2024.
Este exceso de capacidad es resultado de la interacción entre los subsidios gubernamentales, la competencia provincial por alcanzar objetivos de crecimiento y la protección de las empresas estatales. Los gobiernos locales compiten intensamente por la inversión y el crecimiento del PIB, lo que genera una multiplicación de la capacidad de producción. La consecuencia son feroces guerras de precios que erosionan los márgenes de beneficio de las empresas y generan presión deflacionaria.
Goldman Sachs analizó siete sectores, entre ellos aires acondicionados, paneles solares, baterías de litio, vehículos eléctricos, semiconductores de potencia, acero y maquinaria de construcción. En cinco de estos sectores, la capacidad china supera la demanda mundial total.
Tendencias deflacionarias
China se encamina a un tercer año consecutivo de caída de precios en 2025. El índice de precios al productor se mantiene constantemente negativo, mientras que el índice de precios al consumidor se mantiene cerca de cero. Goldman Sachs pronostica una inflación de precios al consumidor del cero por ciento para 2025, inferior al 0,2 por ciento del año anterior.
Esta deflación crea un círculo vicioso: la caída de precios incrementa los niveles de deuda real, reduce las ganancias corporativas y fomenta la moderación del consumo en previsión de nuevas caídas de precios. La deflación también dificulta la gestión de la carga de la deuda, ya que el crecimiento del PIB nominal se sitúa significativamente por debajo de los objetivos oficiales de crecimiento real.
Tensiones en el mercado laboral
El mercado laboral muestra señales preocupantes, especialmente entre los jóvenes. El desempleo juvenil (de 16 a 24 años, excluyendo estudiantes) alcanzó un máximo histórico del 18,9 % en agosto de 2025, según la nueva metodología vigente desde diciembre de 2023. En 2025, 12,22 millones de graduados universitarios se incorporaron al mercado laboral, 430 000 más que el año anterior.
Al mismo tiempo, las ofertas de empleo para graduados universitarios disminuyeron un 22 % en el primer semestre de 2025, mientras que el número de solicitantes de empleo aumentó un 8 %. Este desequilibrio estructural entre la oferta de trabajadores cualificados y la demanda de puestos administrativos refleja la retirada de antiguos empleadores importantes en los sectores de la tecnología, el sector inmobiliario y la tutoría.
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Verificación de datos: Qué revelan realmente los indicadores económicos actuales
Los datos económicos actuales muestran un panorama diferenciado: una economía bajo presión, pero que aún no ha entrado en una crisis aguda.
El producto interior bruto (PIB) creció un 4,8 % en el tercer trimestre de 2025 en comparación con el año anterior, una desaceleración respecto al 5,2 % del segundo trimestre. El gobierno se ha fijado como objetivo un crecimiento de alrededor del 5 % para todo el año 2025, lo cual se considera ambicioso dados los múltiples desafíos que enfrenta la economía. 2024 cerró con un crecimiento del 5,0 %, cumpliendo así la meta oficial, siendo el cuarto trimestre particularmente sólido, con un 5,4 %.
Los índices de gerentes de compras (PMI) indican una continua debilidad en el sector manufacturero. El PMI manufacturero oficial de la NBS se situó en 49,2 puntos en noviembre de 2025, lo que marca el octavo mes consecutivo por debajo del umbral de expansión de 50 puntos. El PMI privado de RatingDog cayó inesperadamente a 49,9 puntos, después de que los analistas esperaran 50,5 puntos.
El colapso del sector servicios es particularmente notable. El PMI oficial no manufacturero cayó a 49,5 puntos desde los 50,1 de octubre, la primera contracción desde diciembre de 2022. Esta evolución es especialmente preocupante, ya que el sector servicios debería estar compensando la debilidad de la industria e impulsando el crecimiento del consumo.
Las ventas minoristas crecieron tan solo un 2,9 % interanual en octubre de 2025, lo que marca el quinto mes consecutivo de descenso. Esta cifra está significativamente por debajo del nivel necesario para una recuperación sustancial de la demanda interna. La producción industrial se mostró más robusta, con un aumento del 4,9 % en octubre, pero no alcanzó las expectativas del 5 % ni del 6,5 % registrado en septiembre.
El comercio exterior se encuentra bajo una presión creciente. Las exportaciones chinas se contrajeron inesperadamente un 1,1 % interanual en octubre de 2025, la primera caída en casi dos años. Los efectos del adelanto de las exportaciones en previsión de un aumento de los aranceles estadounidenses parecen estar disminuyendo. Sin embargo, el comercio exterior sigue siendo un pilar fundamental: en 2024, las exportaciones chinas alcanzaron un valor de 3,57 billones de dólares estadounidenses, lo que representa un aumento del 5,8 %.
La actividad inversora presenta un panorama heterogéneo. Si bien la inversión total en activos tangibles creció moderadamente, la inversión inmobiliaria se desplomó un 13,9 %. La inversión privada fuera del sector inmobiliario aumentó tan solo un 2,1 %, lo que indica una falta de confianza en el sector privado.
En materia de financiación, el gobierno está adoptando una estrategia activa. El déficit fiscal se ha elevado a un nuevo récord del 4% del PIB en 2025, con un endeudamiento previsto de 11,86 billones de yuanes. El programa de incentivos al consumo para la sustitución de electrodomésticos viejos se ha duplicado hasta los 300.000 millones de yuanes. El banco central ha flexibilizado la política monetaria, y se prevén nuevos recortes de los tipos de interés de hasta 40 puntos básicos.
La entrada de inversión extranjera directa (IED) sigue siendo motivo de preocupación. En los primeros diez meses de 2025, las entradas reales de IED disminuyeron un 10,3 %, hasta los 621.930 millones de yuanes. Al mismo tiempo, el número de nuevas empresas con financiación extranjera aumentó un 14,7 %, lo que indica un interés estratégico continuo, junto con una reticencia a invertir.
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¿Del auge al estancamiento? Lo que Vietnam y Alemania revelan sobre el futuro de China.
Contexto internacional: Lecciones de Vietnam y Alemania
Una comparación con otras economías resalta tanto las particularidades de la situación china como las posibles vías de desarrollo alternativas.
Vietnam: El ascenso a una ubicación de fabricación alternativa
Durante la última década, Vietnam se ha consolidado como uno de los principales beneficiarios de la transformación de la cadena de suministro global. El país alcanzó un crecimiento económico del 7,09 % en 2024, superando tanto el objetivo gubernamental del 6,5 % como las previsiones de los analistas. Las exportaciones aumentaron un 14 %, alcanzando los 405 000 millones de dólares, impulsadas por los productos electrónicos, los teléfonos inteligentes y la ropa.
Varios factores explican el éxito de Vietnam. En primer lugar, el país se ha beneficiado de la diversificación de las cadenas de suministro globales, que se alejan de China. Empresas como Samsung, Foxconn y Apple han trasladado una parte significativa de su capacidad de producción a Vietnam. Tan solo Samsung ha invertido 18 000 millones de dólares estadounidenses en Vietnam. En segundo lugar, acuerdos de libre comercio como el CPTPP, el RCEP y el Acuerdo UE-Vietnam brindan acceso libre de aranceles a mercados clave. En tercer lugar, Vietnam combina costos laborales competitivos con una fuerza laboral joven y en crecimiento.
La diversificación industrial de Vietnam es notable: si bien sectores tradicionales como el textil y el calzado se mantienen fuertes, la atención se centra cada vez más en las industrias de alta tecnología. Para 2025, se proyecta que Vietnam represente el 4% de las exportaciones mundiales de productos electrónicos, en comparación con tan solo el 1% en 2010. Allianz Research clasificó a Vietnam como el segundo centro comercial de nueva generación más prometedor, solo superado por los Emiratos Árabes Unidos.
Sin embargo, Vietnam no es inmune a los riesgos del conflicto comercial entre Estados Unidos y China. Como destino clave para la manufactura china en el extranjero, Vietnam podría convertirse en blanco de aranceles si Washington sospecha que elude las barreras comerciales. Además, el creciente flujo de exportaciones chinas podría desplazar a las industrias locales: las exportaciones chinas a la ASEAN aumentaron otro 12 % en 2024.
Alemania: recesión industrial y desafíos estructurales
Alemania ofrece un marcado contraste como nación industrial consolidada en una recesión prolongada. El PMI manufacturero HCOB cayó a 48,4 puntos en noviembre de 2025, la caída más pronunciada en seis meses. El sector manufacturero lleva años lidiando con desafíos estructurales, como los altos costes energéticos, las trabas burocráticas y la lenta digitalización.
Se observan similitudes con China en la recesión industrial y la dependencia de la manufactura. Sin embargo, existen diferencias en las causas subyacentes: mientras que China padece un exceso de capacidad y una débil demanda interna, Alemania se enfrenta a los altos costos de producción y al cambio estructural en la industria automotriz. Ambos países comparten el desafío del cambio demográfico, aunque el de China es aún más drástico.
La experiencia de Alemania ilustra los riesgos de una dependencia excesiva de la manufactura. Si bien la participación del sector industrial en el PIB alemán es menor que la de China, su dependencia de las exportaciones es igualmente alta. La economía alemana demuestra cómo incluso los países industrializados altamente desarrollados pueden experimentar períodos prolongados de debilidad industrial si no se realizan ajustes estructurales.
Similitudes y diferencias
Ambas comparaciones resaltan desafíos clave para las naciones industrializadas orientadas a la exportación. Vietnam demuestra que el éxito es posible mediante estructuras demográficas favorables, acuerdos comerciales estratégicos y mercados abiertos a la inversión extranjera, mientras que Alemania ilustra que incluso las naciones industrializadas consolidadas son vulnerables al cambio estructural y a las crisis externas. La posición de China es única, ya que se enfrenta simultáneamente al tamaño y la complejidad de una potencia económica consolidada y a los desafíos de transformación estructural de un país en desarrollo.
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Controversias y riesgos: Dudas sobre los datos, debates sobre los estímulos y tensiones geopolíticas
La actual situación económica de China es objeto de intensos debates científicos y políticos, que revelan evaluaciones divergentes y puntos de vista controvertidos.
El debate sobre el verdadero crecimiento
Un punto fundamental de controversia se refiere a la fiabilidad de las estadísticas oficiales. El Grupo Rhodium estima que el crecimiento real del PIB de China en 2024 será de tan solo entre el 2,4 % y el 2,8 %, significativamente inferior al 5 % oficial. La divergencia entre el crecimiento del PIB nominal y el real, así como la persistencia de indicadores de precios bajos, respaldan esta evaluación escéptica. Los críticos señalan que China ha incumplido significativamente su objetivo de crecimiento del PIB nominal en los últimos años: un 4,6 % en comparación con el objetivo del 6,9 % para 2023.
Por otro lado, organismos oficiales y algunos analistas argumentan que, a pesar de todos los desafíos, China sigue siendo uno de los países de más rápido crecimiento del mundo y que los ajustes estructurales están necesariamente asociados a desaceleraciones temporales del crecimiento. La verdad probablemente se encuentre en algún punto intermedio, ya que las diferencias metodológicas en la medición del crecimiento dejan un amplio margen de interpretación.
El dilema de la política de estímulo
La cuestión de si el gobierno debería estimular la economía y con qué intensidad divide a los expertos. Quienes proponen medidas más agresivas argumentan que se necesita un estímulo sustancial de la demanda para romper el ciclo deflacionario y apoyar el crecimiento. Citigroup estima que el gobierno chino necesitaría invertir 20 billones de yuanes (aproximadamente 2,7 billones de dólares estadounidenses) en cinco años para abordar eficazmente el desequilibrio entre la oferta y la demanda.
Sin embargo, los críticos advierten sobre los riesgos de una mayor expansión de la deuda. La deuda total del sector no financiero ya alcanzó el 312 % del PIB en 2024, convirtiendo a China en uno de los países más endeudados. Un mayor estímulo mediante la inversión podría exacerbar los problemas estructurales en lugar de resolverlos, perpetuando el exceso de capacidad y agravando la crisis de la deuda.
El gobierno central se muestra comedido respecto a los programas de transferencias masivas a los hogares, lo que los economistas interpretan como un indicio de preferencias ideológicas. Pekín parece seguir centrándose en la inversión y el crecimiento de la producción en lugar de promover directamente el consumo.
Riesgos geopolíticos y disociación
El conflicto comercial con EE. UU. representa un riesgo existencial para el modelo de crecimiento chino. La carga arancelaria acumulada sobre las exportaciones chinas a EE. UU. supera ya el 100 %. Esto no es simplemente una disputa comercial, sino parte de una rivalidad estratégica más amplia que incluye el desacoplamiento tecnológico, las restricciones a la inversión y los controles a las exportaciones.
La respuesta de China a este desafío es la diversificación de sus mercados de exportación. La participación de las exportaciones a EE. UU. disminuyó del 19,18 % en 2018 al 14,7 % en 2024. La ASEAN superó a EE. UU. y a la UE como el mayor mercado de exportación de China. Sin embargo, esta estrategia tiene sus limitaciones: los propios países de la ASEAN están aumentando las salvaguardias contra el exceso de capacidad chino, y la UE ha impuesto aranceles a los vehículos eléctricos chinos.
Implicaciones sociales
Los desafíos económicos tienen importantes consecuencias sociales. La tasa récord de desempleo juvenil del 18,9 % en agosto de 2025 indica profundos problemas estructurales. La discrepancia entre las cualificaciones de los graduados universitarios y los empleos disponibles podría tener consecuencias a largo plazo para la productividad y la cohesión social.
La confianza del consumidor se mantiene cerca de mínimos históricos. El Índice de Confianza del Consumidor se situó en 89,6 puntos en septiembre de 2025, significativamente por debajo de los niveles prepandemia de más de 100. La mayor propensión de los hogares a ahorrar refleja una profunda incertidumbre sobre el futuro económico y la red de seguridad social.
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Escenarios futuros: Entre la estabilización, el estancamiento y la crisis potencial
El desarrollo futuro de la economía china depende de una multitud de factores, que permiten diferentes escenarios.
Escenario 1: Estabilización gradual
En el escenario más optimista, el gobierno logra estabilizar la economía mediante una combinación de medidas de estímulo específicas, reformas estructurales y una disminución de las tensiones comerciales. Los precios inmobiliarios tocan fondo, la confianza del consumidor se recupera gradualmente y la estrategia de doble circulación muestra un éxito inicial en forma de una mayor demanda interna.
En este escenario, el crecimiento del PIB se situaría entre el 4,0 % y el 4,5 %, lo que corresponde a la previsión de crecimiento potencial del FMI. Las tendencias deflacionarias se atenuarían a medida que se reequilibrara la oferta y la demanda. El desempleo juvenil disminuiría, aunque lentamente.
La probabilidad de este escenario depende en gran medida de decisiones políticas, en particular de la voluntad de Beijing de realizar transferencias sustanciales a los hogares y de impulsar reformas estructurales en el sistema fiscal y social.
Escenario 2: Estancamiento prolongado
En el escenario medio, la economía china permanece en una fase de crecimiento lento con tendencias deflacionarias persistentes, similar a la experiencia de Japón después de 1990. Las reformas estructurales siguen siendo insuficientes, la demanda interna se recupera lentamente y persisten las cargas externas derivadas de los conflictos comerciales.
En este escenario, el crecimiento del PIB podría caer al 3,0% o 4,0%, con tasas de inflación persistentemente bajas o negativas. El problema de la deuda se agravaría, ya que el crecimiento nominal queda rezagado respecto del servicio de la deuda. El descontento social, especialmente entre los jóvenes graduados, podría aumentar.
Escenario 3: Escalada de la crisis
En el escenario más pesimista, los problemas estructurales se agravan hasta convertirse en una crisis financiera a gran escala. Un colapso del sector bancario paralelo o de los vehículos de financiación de los gobiernos locales podría desencadenar riesgos sistémicos. Una escalada drástica del conflicto comercial con EE. UU. podría provocar un desplome de las exportaciones y una pérdida masiva de empleos.
En este escenario, sería posible una caída del PIB o incluso una recesión, acompañada de fuertes devaluaciones monetarias y fuga de capitales. Este escenario se considera actualmente improbable dados los considerables recursos e instrumentos a disposición del gobierno chino, pero no debe descartarse por completo.
Posibles interrupciones
Varios factores podrían influir inesperadamente en los acontecimientos. Una escalada tecnológica del conflicto con EE. UU., por ejemplo, mediante controles más estrictos a la exportación de semiconductores, podría afectar gravemente al sector de alta tecnología chino. Por otro lado, los avances chinos en la fabricación de semiconductores podrían reducir la dependencia de la tecnología occidental más rápidamente de lo previsto.
Las decisiones sobre política climática también podrían tener un efecto disruptivo. La posición dominante de China en energías renovables y vehículos eléctricos podría representar una ventaja estratégica si la demanda mundial de estas tecnologías repunta. Al mismo tiempo, la intensificación de los conflictos comerciales podría restringir el acceso al mercado, especialmente en estos sectores.
Las tendencias demográficas limitarán el potencial de crecimiento a largo plazo. La disminución de la población en edad laboral y el rápido envejecimiento de la sociedad exigen ajustes fundamentales en el modelo económico, independientemente de las fluctuaciones económicas a corto plazo.
Medidas necesarias y consecuencias para la economía mundial
La debilidad simultánea de los sectores industrial y de servicios de China marca un punto de inflexión, planteando interrogantes fundamentales sobre el futuro modelo de crecimiento de la segunda economía más grande del mundo. El análisis revela una compleja red de desafíos interconectados: una profunda crisis inmobiliaria que erosiona la riqueza y la confianza de los hogares; la deuda de los gobiernos locales que restringe el margen fiscal; un exceso crónico de capacidad que genera presiones deflacionarias; y un entorno internacional cada vez más proteccionista y hostil.
El diagnóstico principal es que el modelo de crecimiento chino, orientado a la exportación e impulsado por la inversión, ha llegado a sus límites. Las reservas de productividad derivadas de la urbanización y la industrialización se están agotando, mientras que el dividendo demográfico se está convirtiendo en una carga demográfica. La transición hacia un modelo más orientado al consumo, que el gobierno lleva años promoviendo, avanza con lentitud. Con un porcentaje cercano al 40%, la participación del consumo privado en el PIB se mantiene significativamente por debajo de las cifras occidentales, que oscilan entre el 60% y el 70%.
Para los responsables políticos en China, esto presenta claros imperativos de acción. En primer lugar, estabilizar el sector inmobiliario requiere medidas decisivas, que podrían incluir la compra estatal a gran escala de propiedades excedentes. En segundo lugar, el desequilibrio fiscal entre los gobiernos central y locales debe abordarse de manera fundamental, idealmente mediante una reforma de la distribución fiscal. En tercer lugar, se necesita una inversión sustancial en la red de seguridad social para reducir el aumento del ahorro de los hogares y estimular el consumo.
Para las empresas internacionales, esta situación exige una reevaluación de China como mercado de ventas y ubicación de producción. La débil demanda interna limita las oportunidades de crecimiento en el sector de bienes de consumo, mientras que la incertidumbre regulatoria y las tensiones geopolíticas aumentan el riesgo de inversión. Al mismo tiempo, China sigue siendo indispensable en muchos sectores debido al tamaño de su mercado, su infraestructura y sus cadenas de suministro integradas. Parece recomendable una estrategia de inversiones selectivas con alternativas regionales diversificadas.
Para los inversores globales, este desarrollo indica una mayor cautela con respecto a la exposición a China en los sectores inmobiliario, de financiación a gobiernos locales y de consumo. Sin embargo, existen oportunidades en los sectores de alta tecnología, donde China está logrando avances notables a pesar de los obstáculos externos, así como en sectores que se benefician del apoyo gubernamental, como las energías renovables y la movilidad eléctrica.
La trascendencia a largo plazo de los acontecimientos actuales va mucho más allá de los indicadores económicos. China se encuentra en una encrucijada histórica: si logra la transición hacia un modelo de crecimiento más sostenible e impulsado por el consumo, el país podría continuar su ascenso y potencialmente convertirse en la mayor economía del mundo en las próximas décadas. Si esta transición fracasa, se avecina un prolongado período de estancamiento, con consecuencias sociales y políticas imprevisibles.
Los datos de noviembre, que muestran una contracción simultánea en la manufactura y los servicios por primera vez en tres años, son una señal de alerta, pero aún no representan una crisis. Subrayan la urgencia de las reformas estructurales y las limitaciones de las medidas puramente monetarias o fiscales. Los próximos trimestres revelarán si Pekín está preparado para tomar las decisiones necesarias, aunque políticamente difíciles, o si continuará con su modelo de improvisación. La comunidad internacional estará atenta, ya que el futuro económico de China es también el futuro del orden económico global.
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