Google pagó más en multas de la UE que en impuestos en 2018
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Publicado el: 12 de febrero de 2019 / Actualización del: 23 de abril de 2025 - Autor: Konrad Wolfenstein
Pérdida de dinero de la UE 2018: un precedente para la economía
La estrategia fiscal de Google y las sanciones de la UE: un análisis exhaustivo de la regulación de los gigantes de la tecnología
La Unión Europea se ha posicionado en los últimos años como una contaminación decisiva para los grupos de tecnología dominantes de los Estados Unidos. El año 2018 fue particularmente notable, en el que Google, o más precisamente, su empresa matriz Alphabet-Had para gastar más dinero en dinero de la UE que en pagos de impuestos en todo el mundo. Este desequilibrio ilustra las tensiones entre las estrategias de optimización fiscal orientada a las ganancias de las corporaciones multinacionales y el objetivo de la Comisión Europea para garantizar condiciones competitivas justas y contribuciones fiscales adecuadas. Las penalizaciones récord contra Google Mark son un punto de inflexión en la historia reguladora digital y representan una interferencia precedente con las prácticas comerciales de los gigantes tecnológicos, lo que brinda consecuencias de gran alcance para toda la industria.
El desarrollo de los procedimientos de los carteles de la UE contra los gigantes de la tecnología
Los comienzos de la regulación de la UE en el sector tecnológico
La historia del procedimiento del cartel de la UE contra las compañías de tecnología ni siquiera comenzó con Google. A principios del siglo XXI, Microsoft fue blanco de guardianes competitivos europeos. La Comisión Europea bajo el entonces competitivo comisionado Neelie Kroes echó un vistazo al gigante del software debido a su posición dominante en relación con el sistema operativo de Windows y el Internet Explorer. En 2004, la comisión impuso una multa de 497 millones de euros contra Microsoft y le pidió a la compañía que ofreciera una versión de su sistema operativo sin el reproductor multimedia preinstalado.
Estas primeras disputas entre la UE y Microsoft sentaron las bases para la regulación aún más intensiva de los grupos de tecnología. La Comisión de la UE se estableció como una autoridad reguladora líder en el campo de la economía digital mucho antes de que otras regiones actuaran de manera similar. El éxito de estas medidas permitió a la Comisión profundizar su experiencia en la evaluación de modelos comerciales digitales complejos y desarrollar un marco regulatorio que luego podría aplicarse a otras compañías de tecnología.
Los crecientes problemas de Google con la Autoridad de Cartel de la UE
Con el creciente dominio de Google en el mercado europeo, se cambió el enfoque de los guardianes de la competencia de la UE. Bajo el liderazgo de Margrethe Vestager, quien se hizo cargo de la oficina del Comisionado de Competencia de la UE en 2014, la Comisión intensificó sus investigaciones contra Google. El político danés rápidamente se hizo conocido por su enfoque indomable para regular a grandes compañías de tecnología y no rehuyó imponer multas sin precedentes.
El primer castigo importante contra Google tuvo lugar en junio de 2017. La Comisión de la UE impuso una multa de 2.400 millones de euros debido al comportamiento contrario al comportamiento competitivo en relación con Google Shopping. La investigación había demostrado que Google desfavoreció sistemáticamente su propia plataforma de comparación de precios en los resultados de búsqueda y en desventaja sistemáticamente servicios competitivos. La Comisión llegó a la conclusión de que Google abusó de su posición dominante en el área de la búsqueda en Internet para obtener una ventaja ilegal en otro mercado, para los servicios de comparación de precios.
Pero esto fue solo el comienzo de una serie de castigos contra el gigante del motor de búsqueda. En julio de 2018, la multa impuesta por la Comisión de la UE siguió: 4.300 millones de euros para prácticas contrarias en relación con el sistema operativo Android. La Comisión descubrió que Google había impuesto restricciones ilegales a los dispositivos Android y los operadores de redes de teléfonos móviles para consolidar su posición dominante. Esto incluía la obligación de instalar la búsqueda de Google y el navegador Chrome, así como las restricciones en el desarrollo de versiones alternativas de Android.
La penalización récord de 2018 y sus efectos financieros
La dimensión de la penalización de Android en comparación
La multa de 4.300 millones de euros (alrededor de $ 5.1 mil millones) para las prácticas de Google en relación con Android superó con creces todas las sanciones de competencia previamente impuesta de la Comisión de la UE. Para comparación: la penalización récord anterior contra Intel desde 2009 fue de 1.06 mil millones de euros. El monto de la sanción impuesta contra Google no solo reflejó la gravedad de las violaciones encontradas, sino también el tamaño económico y el desempeño financiero de la empresa.
Es particularmente digno de mención que la multa para Google en 2018 fue mayor que los impuestos totales de la renta que la compañía tuvo que pagar en todo el mundo. Esto muestra la discrepancia entre el poder económico del grupo y sus contribuciones fiscales. Si bien Google generó miles de millones de ganancias, la compañía pudo reducir significativamente su carga fiscal a través del hábil diseño de impuestos internacionales, un fenómeno que puede observarse no solo en Google sino también en muchas compañías de tecnología multinacional.
Las estrategias fiscales de Google y sus críticas
La tasa impositiva efectiva de Google cayó a un 12 por ciento notablemente bajo en 2018. Esto se debió en parte a la "Ley de recortes de impuestos y empleos" introducida por la administración Trump, que redujo significativamente el impuesto de las corporaciones en los Estados Unidos. Pero incluso antes de esta reforma fiscal, Google había optimizado su estructura de control global para que se hayan reservado ganancias significativas en países bajos en taza.
El modelo irlandés de "doble irlandés con un sándwich holandés" fue un proceso de optimización fiscal preferido para Google y otras compañías de tecnología durante mucho tiempo. Este complejo sistema permitió transferir ganancias de Europa a través de Irlanda y los Países Bajos a las Bermudas, donde no hay impuesto de corporaciones. Aunque esta práctica era legal, fue cada vez más criticada porque permitió minimizar su carga fiscal en los países en los que realmente hicieron negocios y generaron ganancias.
A pesar de la enorme multa, Google pudo registrar $ 30.7 mil millones en 2018. Esto ilustra la inmensa rentabilidad de la empresa y plantea la cuestión de si incluso los castigos en miles de millones de miles de millones son suficientes para cambiar el comportamiento de los gigantes tecnológicos. Para muchos críticos, las multas, por más que parezcan los costos operativos que la compañía podría absorber fácilmente sin cambiar su modelo de negocio básico.
La imagen más amplia: UE versus tecnologías
El caso de Apple y los pagos de impuestos irlandeses
Google no fue la única compañía de tecnología que fue atacada por la Comisión de la UE. En agosto de 2016, la Comisión decidió que Apple tenía que hacer 13 mil millones de euros en pagos de impuestos a Irlanda. La investigación mostró que Irlanda había otorgado a la compañía beneficios fiscales inadmisibles a lo largo de los años que violan los subsidios de la UE. Estos beneficios fiscales permitieron a Apple pagar una tasa impositiva efectiva por sus ganancias generadas en Europa, que cayó del 1 por ciento en 2003 al 0.005 por ciento en 2014.
Irónicamente, el gobierno irlandés inicialmente no quería aceptar este pago adicional y, junto con Apple, hizo una apelación contra la decisión. Este paso inusual ilustra los complejos intereses económicos y políticos que juegan un papel en gravar a las empresas multinacionales. Debido a sus bajas tasas impositivas y regulaciones impositivas ventajosas, Irlanda había atraído a numerosas compañías de tecnología internacional y temía que una práctica fiscal más estricta pudiera asustar a estos inversores. Sin embargo, Irlanda finalmente se vio obligada a recaudar el dinero y mantenerlo en una cuenta fiduciaria mientras la disputa legal continuó.
La estrategia de la UE para regular los mercados digitales
Las medidas de la Comisión de la UE contra Google, Apple y otras compañías de tecnología son parte de una estrategia más amplia para regular los mercados digitales. La Comisión ha reconocido que las reglas de competencia tradicionales no siempre son suficientes para hacer frente a los desafíos específicos de la economía digital. Las características especiales de las plataformas digitales, como los efectos de la red, la importancia de los datos como un factor competitivo y la tendencia hacia los mercados de "ganadores-takes-todo", requerir nuevos enfoques regulatorios.
En los años posteriores a las principales decisiones del cartel, la UE intensificó sus esfuerzos regulatorios e inició nuevas iniciativas legislativas. La Ley de Mercados Digitales (DMA) y la Ley de Servicios Digitales (DSA) representan un marco integral para la regulación de las plataformas digitales. El DMA tiene como objetivo evitar prácticas comerciales injustas de grandes plataformas en línea, mientras que la DSA proporciona reglas más estrictas para tratar contenido ilegal, más transparencia en la publicidad y una mejor protección de los derechos fundamentales de los usuarios.
Estos nuevos enfoques regulatorios van más allá de los procesos antimonopolio tradicionales e intentan abordar de manera proactiva los problemas estructurales en los mercados digitales. Reflejan el conocimiento de que las multas posteriores por sí solas no son suficientes para garantizar la competencia justa en la economía digital.
Las reacciones de las compañías de tecnología y los efectos en sus modelos de negocio
Las estrategias de adaptación de Google según las penalizaciones de la UE
Después de las multas masivas, Google se vio obligado a adaptar sus prácticas comerciales para evitar más sanciones. Con respecto a Google Shopping, la compañía presentó un nuevo sistema de subastas que brindó a los servicios de comparación de precios competitivos la oportunidad de aparecer en un área de compras separada de los resultados de búsqueda. Sin embargo, esta solución fue criticada por los competidores porque aún prefiere las compras de Google y forzó a los competidores a pagar las ubicaciones, mientras que Google puede ofrecer sus propios servicios sin costos adicionales.
En el caso de Android, Google anunció que los fabricantes de dispositivos Android en Europa calculan las tarifas de licencia para el uso de sus aplicaciones si decide ofrecer servicios de Google como Play Store sin Google Search y Chrome. Se suponía que este nuevo modelo de licencia desglosaría la agrupación de servicios criticados por la Comisión de la UE, pero también se vio críticamente, ya que a menudo no era atractivo que los fabricantes no funcionen sin los servicios de Google.
Además, Google aumentó significativamente su cabildeo en Bruselas. La compañía aumentó sus gastos para el cabildeo y cometió una comida matrimonial para representar sus intereses. Al mismo tiempo, Google trató de mejorar su imagen al anunciar inversiones en Europa, incluidos nuevos centros de datos e instituciones de investigación para inteligencia artificial.
El impacto en otras empresas de tecnología
Los procedimientos antimonopolio contra Google tuvieron un impacto en toda la industria de la tecnología. Otras grandes plataformas como Amazon, Facebook (ahora Meta) y Apple comenzaron a verificar y adaptar sus propias prácticas comerciales para evitar castigos similares. Por ejemplo, Amazon anunció cambios en sus términos y condiciones para los concesionarios en su mercado después de que la comisión de la UE había iniciado una investigación.
Facebook se enfrentó a estudios sobre sus prácticas de recopilación de datos y la integración de varios servicios como WhatsApp e Instagram. La compañía reaccionó con más transparencia con ajustes a sus pautas y esfuerzos de protección de datos. Sin embargo, las preguntas básicas sobre el modelo de negocio de Facebook, que se basa en una amplia recopilación de datos y anuncios personalizados, permanecieron sin resolver.
Las reacciones de las compañías de tecnología mostraron un patrón: si bien estaban dispuestos a adaptar prácticas específicas para aliviar la presión regulatoria inmediata, evitaron cambios fundamentales en sus modelos comerciales. Esto condujo a un juego en curso de gato y ratón entre las autoridades reguladoras y las empresas de tecnología, en la que las empresas buscaban nuevas formas de mantener su posición de mercado dominante, mientras cumplían formalmente los requisitos regulatorios.
La dimensión global del control de tecnología
El conflicto transatlántico en la regulación de las empresas de tecnología
El procedimiento de cartel de la UE contra las empresas de tecnología estadounidense condujo a tensiones considerables entre Europa y los Estados Unidos. La Comisión de los Estados Unidos criticó bruscamente al gobierno de los Estados Unidos, especialmente bajo el presidente Trump, y la acusó de discriminar a las empresas estadounidenses. El entonces presidente de los Estados Unidos llegó tan lejos que la UE había sido fundada para aprovechar a los Estados Unidos en minoristas y contramedidas amenazadas como aranceles sobre bienes europeos.
Estas tensiones ilustraban diferentes filosofías con respecto a la competencia y la regulación. Si bien Estados Unidos se centró tradicionalmente en la regulación de las empresas tecnológicas y se centró en las innovaciones y el crecimiento económico, la UE enfatizó más protección del consumidor, protección de datos y competencia justa. Estos diferentes enfoques también se reflejaron en la opinión pública: mientras que las encuestas en Europa mostraron un amplio apoyo a las regulaciones más estrictas de las compañías de tecnología, la actitud en los Estados Unidos era ambivalente.
Sin embargo, el replanteamiento comenzó en los Estados Unidos. Los políticos democráticos y republicanos comenzaron a ver el poder de mercado de las grandes empresas de tecnología de manera más crítica. La administración de licitación señaló una mayor disposición para regular a las empresas de tecnología y cooperar con socios europeos en esta área.
La coordinación internacional de los impuestos digitales
Paralelamente a los procesos antimonopolio, un debate internacional sobre los impuestos apropiados de las empresas de tecnología desarrolladas. Dado que los modelos de negocios digitales permitieron trasladar fácilmente las ganancias a países bajos en taza, muchos países comenzaron a introducir sus propios impuestos digitales. Francia fue uno de los primeros países en recaudar un impuesto del 3% en las ventas locales de grandes compañías de Internet en 2019, lo que a su vez condujo a amenazas con aranceles estadounidenses.
Para evitar un enfoque fragmentado, comenzaron la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y las negociaciones del G20 sobre una solución coordinada internacionalmente. En 2021, 136 países finalmente acordaron un compromiso histórico: un impuesto mínimo global del 15% para las empresas multinacionales y una nueva regulación para distribuir derechos fiscales que permitan a los países gravar parte de las ganancias de las grandes empresas multinacionales, independientemente de si están físicamente presentes allí.
Este acuerdo marcó un punto de inflexión en la política fiscal internacional y abordó algunas de las preocupaciones que habían sido planteadas por los bajos pagos fiscales de empresas como Google. Sin embargo, hubo desafíos en la implementación, y el éxito del acuerdo depende de cuán consistentemente lo implementen los países individuales.
Desarrollo desde 2018: Nuevos desafíos y enfoques regulatorios
La continuación del procedimiento de cartel de la UE
La UE continuó sus procedimientos antimonopolio contra Google y otras compañías de tecnología después de 2018. En marzo de 2019, la Comisión de la UE impuso otra multa de 1.49 mil millones de euros contra Google debido a prácticas contrarias en el área de la publicidad en línea. La investigación mostró que Google había utilizado mal su posición dominante al introducir cláusulas restrictivas en contratos con sitios web de terceros que impidieron que los servicios de publicidad competitivos cambiaran anuncios en estos sitios web.
Con esta tercera multa grande, las sanciones contra Google lograron la impresionante suma de 8.200 millones de euros en solo tres años. A pesar de estas sanciones financieras masivas, la posición básica del mercado de Google se mantuvo en gran medida intacta. La compañía siguió siendo el jugador dominante en la búsqueda en línea, el panorama del sistema operativo móvil y en el mercado de publicidad digital.
Al mismo tiempo, la Comisión de la UE amplió sus investigaciones a otras compañías de tecnología. Amazon fue examinado como operador de plataforma y distribuidor para su doble rol, y los procedimientos se iniciaron contra Apple debido a las tiendas de aplicaciones y al tratamiento de los servicios de transmisión de música competidores. Facebook fue atacado debido a sus prácticas de recopilación de datos y la adopción de competidores potenciales.
De multas a soluciones estructurales
La experiencia con los procedimientos antimonopolio contra Google condujo a un conocimiento de las autoridades reguladoras: si bien las multas pueden ser un instrumento importante para sancionar las violaciones pasadas, pueden no ser suficientes para cambiar el comportamiento de las empresas de manera sostenible o para resolver problemas competitivos estructurales en los mercados digitales.
Esta idea condujo a un cambio de paradigma en la política regulatoria de la UE. En lugar de confiar exclusivamente en sanciones posteriores, la UE comenzó a buscar enfoques más proactivos y estructurales. La Ley de Mercados Digitales (DMA), que se adoptó en 2022, marcó este cambio. La DMA identifica las llamadas plataformas en línea de grandes "Gatekeeper" que actúan como un portero entre empresas y consumidores, y las someten a obligaciones especiales y prohibidas.
Estas obligaciones incluyen la prohibición de la autopropuesta, la obligación de interoperabilidad con servicios de tercera parte y restricciones en la combinación de datos de usuario de varios servicios sin consentimiento expreso. Las violaciones de la DMA pueden conducir a multas de hasta el 10% de la facturación anual global de una empresa, y en el caso de violaciones repetidas incluso a medidas estructurales como la desagüe de las áreas de negocios.
Al mismo tiempo, la Ley de Servicios Digitales (DSA) fortaleció la responsabilidad de las plataformas en línea para contenido ilegal y aumentó los requisitos de transparencia. Estos nuevos marcos regulatorios son un enfoque más completo que va más allá de los procesos antimonopolio tradicionales y trata de crear los conceptos básicos para un mercado digital más justo.
Los efectos en los consumidores y la economía digital
¿Más opciones y transparencia?
Un objetivo declarado del procedimiento de cartel de la UE y el nuevo marco regulatorio era ofrecer a los consumidores más opciones y promover la competencia. Sin embargo, la cuestión de la medida en que se ha logrado este objetivo es compleja. Se pueden observar desarrollos positivos en algunas áreas: los ajustes a las compras de Google llevaron a una mayor presencia de servicios de comparación de precios alternativos en los resultados de búsqueda, y los cambios en Android permitieron teóricamente a los fabricantes ofrecer dispositivos sin aplicaciones de Google.
Sin embargo, la dinámica básica del mercado permaneció en gran medida sin cambios. Los fuertes efectos de la red y los amplios recursos de las grandes empresas de tecnología dificultaban que los nuevos competidores obtengan importantes cuotas de mercado. Los consumidores continuaron utilizando servicios bien conocidos y establecidos, incluso si las alternativas estaban disponibles. La conveniencia de los ecosistemas integrados a menudo superaba el interés en nuevas ofertas posiblemente más innovadoras.
Con respecto a la transparencia, sin embargo, se realizó un progreso más claro. Las regulaciones de la UE obligaron a las plataformas a revelar sus prácticas comerciales y hacer que sus algoritmos sean más transparentes. Los consumidores recibieron más información sobre cómo se utilizan sus datos y cómo funcionan los anuncios personalizados. Este aumento de la transparencia fortaleció la posición de los consumidores y hizo posible tomar decisiones más informadas.
Innovación y competitividad en la economía digital
Una preocupación expresada con frecuencia era que la regulación excesiva podría inhibir la innovación y la competitividad de las empresas europeas. Los críticos argumentaron que las reglas estrictas podrían desventificar las nuevas empresas europeas y frenar el crecimiento del sector digital en Europa.
Sin embargo, la evidencia empírica de estas preocupaciones es mixta. Por un lado, algunas nuevas empresas de tecnología europea se beneficiaron de las medidas contra las plataformas dominantes y pudieron fortalecer su posición de mercado. En algunas áreas, las regulaciones de la UE crearon las mismas condiciones competitivas que permitieron a las empresas más pequeñas competir sin ser excluidas de las grandes plataformas.
Por otro lado, Europa permaneció en la producción de empresas de tecnología global en comparación con los Estados Unidos y China. Las razones de esto son diversas y van más allá de las preguntas regulatorias: los mercados fragmentados, las dificultades en el acceso al capital de riesgo y las diferencias culturales también juegan un papel. Sin embargo, Europa desarrolló una posición sólida en ciertas áreas de nicho, como tecnología financiera, tecnología de salud y software corporativo.
El desafío para la UE es encontrar un enfoque regulatorio que proteja a los consumidores y promueva la competencia justa sin sofocar la innovación. El enfoque en la interoperabilidad y la movilidad de los datos en enfoques regulatorios más recientes podría ser un camino prometedor, ya que permite la competencia sin romperse directamente.
De Europa a los EE. UU.: La salida global de la regulación tecnológica
El futuro de la regulación tecnológica
La experiencia con Google y otras compañías de tecnología ha sentado las bases para un enfoque más integral y sistemático para regular los mercados digitales. Con el DMA y el DSA, la UE ha creado un marco regulatorio que se adapta especialmente a los desafíos de las plataformas digitales. Se espera que estos trabajos marco sirvan como modelo para iniciativas similares en otras partes del mundo.
En los Estados Unidos, también hay un cambio hacia una regulación más estricta. La administración de ofertas ha designado críticos de tecnología conocidos en posiciones clave y señala una mayor disposición para actuar contra posiciones dominantes. También existe un apoyo de partidos cruzados en el Congreso de los Estados Unidos para varias propuestas legislativas para regular las empresas de tecnología.
Se observa una tendencia hacia una regulación más fuerte de los mercados digitales en todo el mundo. Países como Australia, Corea del Sur e India han tomado sus propias iniciativas para contener el poder de las grandes plataformas de tecnología. Este movimiento global indica que la era de la expansión digital en gran medida no regulada llega a su fin y comienza una nueva fase, en la que las empresas de tecnología se enfrentarán a requisitos regulatorios más complejos y exigentes.
Soluciones sostenibles para los impuestos de las empresas digitales
La discrepancia entre las ganancias masivas de las empresas de tecnología y sus pagos de impuestos relativamente bajos sigue siendo un problema político importante. El impuesto mínimo global del 15% representa un progreso significativo, pero su efectividad depende de la implementación consistente de todos los países involucrados.
Además, se están desarrollando nuevos enfoques para las actividades digitales de impuestos. Estos tienen como objetivo aumentar los impuestos donde realmente se lleva a cabo el valor agregado, es decir, donde los usuarios usan servicios y generan datos, y no solo donde las empresas se basan formalmente. Dichos enfoques podrían ayudar a las empresas tecnológicas a hacer una contribución más apropiada a las finanzas públicas en los países en los que trabajan.
El desafío es desarrollar un sistema fiscal que sea justo, transparente y exigible sin crear obstáculos burocráticos excesivos o cargar relaciones económicas internacionales. Esto continúa requiriendo la coordinación internacional y la voluntad de adaptar los conceptos fiscales tradicionales a las realidades de la economía digital.
Entre la innovación y el control: el creciente papel del cumplimiento
Los procedimientos antimonopolio contra Google y las tarifas récord resultantes marcan un punto de inflexión en la historia de la regulación tecnológica. Ilustraron el desequilibrio entre el poder económico de las empresas de tecnología global y el marco regulatorio existente. El hecho de que Google gastara más por el dinero de la UE en 2018 que por los impuestos es un símbolo conciso para este desequilibrio.
La experiencia con Google ha traído importantes enseñanzas para las autoridades reguladoras, las empresas y la sociedad en su conjunto. Han demostrado que las sanciones posteriores son importantes, pero pueden no ser suficientes para resolver problemas estructurales en los mercados digitales. Han hecho la necesidad de un enfoque más proactivo y holístico para regular las plataformas digitales que promueve la competencia, protege a los consumidores y, al mismo tiempo, permite la innovación.
Para las empresas, estos casos ilustran la creciente importancia del cumplimiento regulatorio y la necesidad de desarrollar modelos de negocio que estén en línea con las expectativas sociales. Se ha terminado el tiempo en que las empresas tecnológicas pudieron actuar en gran medida libres de restricciones regulatorias.
Para la sociedad en su conjunto, estos desarrollos subrayan la importancia de un sólido debate público sobre el papel de la tecnología y el poder de las grandes empresas de tecnología. Plantean preguntas fundamentales sobre cómo podemos diseñar la economía digital de tal manera que no solo sea económicamente eficiente, sino también justo, inclusivo y democrático.
Por lo tanto, la historia de Google y las pérdidas de dinero de la UE no es solo una historia sobre la ley antimonopolio y la política fiscal, sino también un capítulo en la narrativa más amplia sobre cómo las sociedades intentan gestionar el cambio tecnológico de una manera que promueva valores y objetivos comunes. En este sentido, representa un hito importante en nuestro esfuerzo colectivo para dar forma al futuro digital.
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