
La promesa incumplida – el alivio prometido no se materializa: La fallida reducción del impuesto a la electricidad en Alemania – Imagen: Xpert.Digital
El gobierno de Merz rompe su promesa de imponer un impuesto a la electricidad tras solo 50 días en el cargo
Ruptura de la coalición sobre el impuesto a la electricidad: el ministro de finanzas del SPD ignora sus promesas electorales. No hay reducción del impuesto a la electricidad en el proyecto de presupuesto 2025/26 a pesar del acuerdo de coalición
El nuevo gobierno de coalición negro-rojo, liderado por el canciller Friedrich Merz, ya enfrenta fuertes críticas tras tan solo 50 días en el cargo. La razón: se ha incumplido una promesa clave de campaña del acuerdo de coalición. El ministro de Finanzas, Lars Klingbeil, del SPD, no ha incluido una reducción del impuesto a la electricidad para los consumidores en su proyecto de presupuesto para 2025 y 2026, a pesar de que esto estaba claramente acordado en el acuerdo de coalición entre la CDU, la CSU y el SPD.
Antecedentes del desarrollo político
Tras las elecciones federales anticipadas del 23 de febrero de 2025, se formó una gran coalición entre la CDU/CSU y el SPD, ya que ninguna otra mayoría era posible sin la participación de la AfD. Friedrich Merz fue elegido canciller el 6 de mayo de 2025 con 325 votos en la segunda vuelta, tras haber perdido por poco la mayoría necesaria en la primera. Lars Klingbeil, del SPD, asumió el cargo de ministro de Finanzas y vicecanciller.
Las negociaciones de coalición entre la CDU/CSU y el SPD comenzaron el 13 de marzo de 2025 y concluyeron con éxito el 9 de abril de 2025. El acuerdo de coalición de 144 páginas, titulado “Responsabilidad para Alemania”, incluía amplias medidas de reducción de impuestos para consumidores y empresas.
La promesa incumplida sobre el impuesto a la electricidad
El acuerdo de coalición entre la CDU, la CSU y el SPD contenía un compromiso claro: «Queremos ofrecer un alivio permanente a las empresas y consumidores en Alemania de al menos cinco céntimos por kilovatio-hora mediante un paquete de medidas. Como medida inmediata, reduciremos el impuesto a la electricidad para todos al mínimo europeo». Esta redacción no dejaba lugar a interpretaciones: el alivio estaba destinado explícitamente a aplicarse «a todos».
El impuesto mínimo europeo sobre la electricidad es de 0,05 céntimos por kilovatio-hora, mientras que los consumidores alemanes pagan actualmente 2,05 céntimos por kilovatio-hora. Por lo tanto, una reducción completa habría supuesto un ahorro de dos céntimos por kilovatio-hora.
Sin embargo, en realidad, la planificación presupuestaria es completamente distinta. El proyecto de presupuesto de Klingbeil solo prevé una reducción del impuesto a la electricidad para las empresas manufactureras y las empresas agrícolas y forestales. Esta regulación temporal, vigente desde noviembre de 2023, se convertirá ahora en permanente. Los consumidores y las pequeñas empresas no recibirán ningún beneficio.
Consecuencias financieras masivas para los ciudadanos
Las consecuencias financieras de este incumplimiento contractual son considerables para los hogares alemanes. Según el informe sobre el consumo de electricidad, una persona promedio en Alemania consume aproximadamente 2050 kilovatios-hora de electricidad al año. Con el impuesto actual sobre la electricidad de 2,05 céntimos por kilovatio-hora, esto supone un coste anual de más de 40 euros por persona solo por este impuesto.
La reducción prometida podría haber supuesto un ahorro de hasta 200 € al año para las familias. Este ahorro se ha eliminado por completo. El portal de comparación Verivox ya había analizado en marzo de 2025 que una reducción completa del impuesto a la electricidad habría supuesto un ahorro de 93 € brutos al año para una familia con un consumo de 4.000 kilovatios hora.
Esta evolución es especialmente lamentable dado que los precios de la electricidad en Alemania se encuentran entre los más altos de Europa. El precio medio de la electricidad a mediados de 2025 era de 39,69 céntimos por kilovatio-hora, con impuestos y tasas que representaban aproximadamente el 32 % del precio.
Los intentos de justificación del Gobierno
Las justificaciones del gobierno para este incumplimiento del contrato son poco convincentes. La ministra de Economía, Katherina Reiche, de la CDU, admitió con franqueza en el Día de la Industria en Berlín: «Aquí, el acuerdo de coalición choca con las posibilidades financieras y la realidad». Esta declaración revela que el gobierno está haciendo promesas electorales deliberadamente sin haber asegurado su financiación.
Fuentes del Ministerio de Economía han revelado que les habría gustado extender las desgravaciones fiscales a los consumidores, pero el Ministerio de Hacienda no vio mayor margen de maniobra financiera. Sin embargo, este argumento es contradictorio, ya que el gobierno planea simultáneamente aumentos masivos del gasto en otras áreas.
El ministro de Finanzas, Klingbeil, defendió su plan presupuestario argumentando que era necesario establecer prioridades y que la presión para actuar era mayor entre las empresas que entre los hogares. Sin embargo, este enfoque contradice directamente las promesas electorales, que preveían una reducción de impuestos "para todos".
Gasto récord pese a la supuesta necesidad de ahorro
El argumento del gobierno parece particularmente hipócrita si consideramos las cifras presupuestarias reales. Si bien supuestamente no hay fondos disponibles para reducir los impuestos a la electricidad para los consumidores, el gasto en otras áreas está alcanzando niveles récord.
El presupuesto federal para 2025 proyecta un coste de la renta básica de 42.600 millones de euros, lo que supone un aumento de 5.000 millones de euros respecto al año anterior. Solo las prestaciones estándar costarán al gobierno federal 29.600 millones de euros, lo que supone un incremento de 3.100 millones de euros. Además, la parte del gobierno federal en los costes de vivienda y calefacción aumentará de 11.000 millones de euros a 13.000 millones de euros.
Incluyendo los gastos estatales, el coste total de la renta básica asciende a casi 50 000 millones de euros, un récord absoluto. Estas cifras demuestran que, si bien existe margen de maniobra financiera, el gobierno prioriza deliberadamente otras áreas.
El presupuesto federal total para 2025 prevé un gasto de 503.000 millones de euros, un aumento de 28.800 millones de euros en comparación con 2024. El nuevo endeudamiento, previsto en 850.000 millones de euros a lo largo de varios años, alcanzará un máximo histórico.
Duras críticas de la Asociación de Contribuyentes
Reiner Holznagel, presidente de la Federación de Contribuyentes Alemanes, criticó duramente el incumplimiento del contrato. En declaraciones a la prensa, declaró: «El gobierno de coalición está incumpliendo su promesa del acuerdo de coalición: el impuesto a la electricidad no se reducirá para todos, sino solo para las empresas. Quienes esperaban un alivio real se quedarán con las manos vacías; esto no es un cambio de rumbo menor, es un incumplimiento de promesa».
Holznagel, presidente de la influyente Asociación de Contribuyentes desde 2012, es considerado uno de los críticos más acérrimos del despilfarro fiscal y las políticas fiscales deficientes. Su valoración es especialmente relevante, ya que la Asociación de Contribuyentes, conocida como la "conciencia fiscal de la nación", representa a más de 200.000 miembros y es reconocida por su evaluación independiente de la política fiscal.
Medidas de alivio limitadas como premio de consolación
Para disimular el incumplimiento del contrato, el gobierno planea algunas medidas de alivio limitadas, que, sin embargo, distan mucho de lo prometido inicialmente. Tres medidas están programadas para entrar en vigor el 1 de enero de 2026: se eximirá a los consumidores de los costos del impuesto al almacenamiento de gas, la reducción existente en el impuesto a la electricidad para la industria se hará permanente, y el gobierno federal asumirá una mayor parte de los costos de la expansión de la red.
Se espera que estas medidas resulten en una reducción de aproximadamente cinco centavos por kilovatio-hora en los precios de la electricidad. Si bien esto corresponde al monto total de alivio prometido inicialmente, la reducción del impuesto a la electricidad se concibió como solo un componente del paquete de alivio, no como su reemplazo.
Lo irónico de esta situación radica en que el gobierno intenta lograr su objetivo original de una reducción de "al menos cinco centavos por kilovatio-hora" mediante medidas alternativas, al tiempo que incumple su promesa principal de reducir el impuesto a la electricidad. Esto demuestra que los recursos financieros están disponibles, pero que las prioridades políticas están en otra parte.
Escándalo del impuesto a la electricidad: cómo la ministra federal de Economía, Katherina Reiche, está defraudando a millones de alemanes
La ministra y su responsabilidad
La ministra de Economía, Katherina Reiche, está en el centro de esta controversia. Esta política de la CDU, de 51 años y nacida el 16 de julio de 1973 en Luckenwalde, es considerada una de las expertas en política energética más experimentadas de su partido. Tras estudiar química en la Universidad de Potsdam, fue diputada del Bundestag alemán entre 1998 y 2015 y ocupó diversos cargos gubernamentales antes de incorporarse al sector privado.
Como presidenta del Consejo Nacional del Hidrógeno del gobierno alemán y exdirectora general de Westenergie AG, Reiche aporta una amplia experiencia en el sector energético. Esto hace aún más significativa su declaración en el Día de la Industria en Berlín de que el gobierno no puede o no quiere cumplir sus propias promesas de coalición.
La defensa de Reich, que alega que el gobierno debía actuar "donde se encontraba la mayor presión, es decir, para fortalecer la posición económica de Alemania", revela un conjunto problemático de prioridades. Mientras que las empresas reciben ayudas, los hogares siguen pagando impuestos eléctricos excesivos, a pesar de haberles prometido lo contrario.
Problemas estructurales de la política energética alemana
El escándalo del impuesto a la electricidad es sintomático de problemas más profundos en la política energética alemana. Alemania ya registra algunos de los precios de la energía más altos del mundo, lo que perjudica gravemente su competitividad internacional. El impuesto a la electricidad, con su tasa actual de 2,05 céntimos por kilovatio-hora, se ha mantenido sin cambios desde 2003 y es significativamente superior al mínimo europeo.
La compleja estructura de los precios de la electricidad en Alemania incluye no solo el impuesto a la electricidad, sino también las tarifas de red, diversos gravámenes y el impuesto sobre el valor añadido. Los impuestos y gravámenes representan un total del 32 % del precio de la electricidad. Un verdadero alivio para los consumidores requeriría una reforma fundamental de esta estructura, que el gobierno actual aparentemente no está dispuesto a llevar a cabo.
Las diferencias regionales en el consumo eléctrico agravan el impacto social de la reforma fallida. Mientras que los hogares en Sajonia consumen una media de tan solo 1075 kilovatios-hora al año, en el Sarre el consumo es de 1365 kilovatios-hora. La reducción prometida del impuesto sobre la electricidad habría beneficiado especialmente a los hogares con mayor consumo, que a menudo residen en regiones económicamente desfavorecidas.
Comparaciones internacionales y Derecho de la UE
El impuesto a la electricidad en Alemania no solo supera el mínimo europeo, sino que también es significativamente más alto que en muchos países vecinos. El mínimo europeo de 0,05 céntimos por kilovatio-hora ofrecería a Alemania un amplio margen de desgravación fiscal sin infringir la normativa de la UE.
Otros Estados miembros de la UE ya han ajustado sus impuestos sobre la electricidad al nivel mínimo o los han reducido significativamente para reforzar su competitividad. Alemania se queda atrás en este proceso y grava a sus ciudadanos y empresas con impuestos energéticos excesivos.
El hecho de que el gobierno ofrezca ayudas a las empresas manufactureras mientras que los hogares no reciben nada viola el principio de igualdad de trato y crea privilegios injustificados. Las pequeñas empresas y los autónomos, que no se benefician de la exención, se ven especialmente perjudicados.
Efectos a largo plazo sobre la confianza
El escándalo del impuesto a la electricidad tendrá repercusiones a largo plazo en la confianza pública en la política. Cuando se incumplen promesas clave de campaña tras tan solo 50 días en el cargo, se pone en tela de juicio la credibilidad de todo el sistema político.
Lo particularmente problemático es que el incumplimiento del contrato no se debió a imprevistos ni a un cambio de circunstancias, sino a decisiones políticas deliberadas. El gobierno podría y debería haber calculado las consecuencias financieras de sus promesas antes de las elecciones.
El hecho de que el gasto en la renta básica esté aumentando simultáneamente a niveles récord, mientras que los contribuyentes se ven obligados a renunciar a las desgravaciones fiscales prometidas, refuerza la impresión de una distribución injusta de la carga. Esto podría alimentar aún más los movimientos populistas y exacerbar la polarización política.
Cuestiones constitucionales
El incumplimiento sistemático de los acuerdos de coalición también plantea cuestiones constitucionales. Si bien estos acuerdos no son jurídicamente vinculantes, constituyen la base de la confianza de los votantes en los partidos electos.
El principio democrático consagrado en la Ley Fundamental presupone que las elecciones ofrecen una auténtica oportunidad de elección. Cuando se incumplen sistemáticamente promesas clave de campaña, este principio se ve socavado. Los ciudadanos tienen derecho a esperar que sus decisiones de voto se basen en fundamentos fiables.
La implementación selectiva de las promesas de la coalición —ayudas para las empresas sí, para los consumidores no— también podría violar el principio de igualdad consagrado en la Ley Fundamental. No se puede tratar de forma desigual a distintos grupos sin una justificación objetiva.
Consecuencias económicas de políticas fallidas
Las consecuencias de la fallida reforma del impuesto a la electricidad van mucho más allá de la carga financiera inmediata. Los altos precios de la energía no solo afectan a los hogares, sino que también perjudican el poder adquisitivo y, por ende, el desarrollo económico general.
En un momento en que Alemania atraviesa su tercer año consecutivo de recesión, una reducción notable del gasto de consumo habría enviado una importante señal económica. Sin embargo, los ciudadanos siguen pagando impuestos excesivos sobre la electricidad, mientras que el gobierno se queja simultáneamente de la falta de competitividad.
El trato preferencial unilateral que se otorga a la industria en la reducción del impuesto a la electricidad también agrava los problemas estructurales existentes en la economía alemana. Mientras que las grandes corporaciones reciben una reducción, las pequeñas empresas y los hogares deben asumir los costos.
Perspectivas para el futuro
El actual periodo legislativo mostrará si la coalición negro-roja incumplirá más promesas clave o si el impuesto a la electricidad es un caso aislado. Sin embargo, la confianza ciudadana en la fiabilidad de los compromisos políticos ya se ha visto gravemente dañada.
Una formulación de políticas honesta requeriría que el gobierno revisara su presupuesto para financiar las medidas de alivio prometidas o admitiera abiertamente que no puede cumplir sus promesas de campaña. Las maniobras actuales con medidas de alivio alternativas solo enmascaran el incumplimiento del contrato.
A largo plazo, la política energética alemana debe reformarse profundamente para conciliar la competitividad internacional y la justicia social. Sin embargo, el gobierno actual está desaprovechando la oportunidad de implementar este proceso de reforma con credibilidad.
El escándalo del impuesto a la electricidad pasará a la historia como un ejemplo temprano de la falta de fiabilidad del gobierno de Merz. La recuperación de la confianza pública dependerá en gran medida de cómo el gobierno afronte los desafíos futuros y de si está dispuesto a aprender de sus errores.
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