La estrategia de China revela el fracaso de la política económica occidental usando el ejemplo del almacenamiento de baterías
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Publicado el: 25 de octubre de 2025 / Actualizado el: 25 de octubre de 2025 – Autor: Konrad Wolfenstein

La estrategia de China revela el fracaso de la política económica occidental con el ejemplo del almacenamiento en baterías – Imagen: Xpert.Digital
El dilema de las baterías en Europa: un fracaso estratégico a la sombra del dominio chino
Diagnóstico de una crisis: la crítica sin adornos de Robin Zeng a la industria europea de baterías
Las críticas de Robin Zeng, líder chino del mercado mundial de baterías, a la industria europea de baterías apuntan al corazón de un error fundamental en la política económica. En una notable entrevista con el gestor de fondos de cobertura noruego Nicolai Tangen, ofreció un diagnóstico que va mucho más allá de los clichés diplomáticos. Su afirmación de que los europeos están cometiendo casi todos los errores simultáneamente no es una polémica exagerada, sino una descripción sobria del estado de una industria que está en proceso de perder una de sus tecnologías de futuro más importantes ante competidores no europeos.
La crítica de Zeng se centra en tres puntos fundamentales. En primer lugar, los fabricantes europeos de baterías tienen conceptos de diseño incorrectos. En segundo lugar, trabajan con procesos incorrectos. En tercer lugar, utilizan equipos inadecuados. Esta tríada de deficiencias hace prácticamente imposible la producción a gran escala. No surgieron de la noche a la mañana, sino que son el resultado de años de descuido de una tecnología clave. La afirmación de Zeng de que los europeos están cometiendo todos los errores simultáneamente es un diagnóstico severo pero justo. Los conceptos de diseño incorrectos indican falta de competencia tecnológica. Los procesos incorrectos demuestran falta de conocimientos técnicos de producción. Los equipos inadecuados indican inversión insuficiente y planificación deficiente. Estas tres deficiencias combinadas imposibilitan la producción en masa competitiva.
La aterradora realidad: el dominio abrumador de China y las promesas vacías de Europa
La magnitud de este problema es difícil de sobreestimar. Con una cuota de mercado de aproximadamente el 38 %, CATL controla más de un tercio del mercado mundial de baterías para vehículos eléctricos. Esta cuota de mercado dominante la convierte en casi el doble del segundo mayor fabricante, BYD, también de China, que posee una cuota de aproximadamente el 18 %. Los fabricantes surcoreanos, liderados por LG Energy Solution con alrededor del 10 %, le siguen a una distancia considerable. Europa, por otro lado, prácticamente no cuenta con fabricantes independientes de baterías importantes de prestigio mundial. Esta estructura de mercado no surgió por casualidad, sino que es el resultado de decisiones específicas de política industrial tomadas en China hace más de 15 años.
Las consecuencias de estos déficits estructurales se reflejan en la preocupante realidad de la producción europea de baterías. Si bien se anunció inicialmente una capacidad de producción de 2000 gigavatios hora para 2030, el Instituto Fraunhofer de Investigación de Sistemas e Innovación estima, de forma realista, que esta se situará entre 800 y 1100 gigavatios hora. La demanda para el mismo período se estima entre 800 y 1300 gigavatios hora. En 2024, Europa alcanzó una capacidad de producción de tan solo unos 124 gigavatios hora.
Estas cifras ilustran una discrepancia fundamental entre las expectativas y la realidad. De los proyectos anunciados, 700 gigavatios hora de capacidad ya han fracasado o se han retrasado significativamente, un tercio de ellos solo en Alemania. La empresa sueca Northvolt, otrora considerada un faro de esperanza europeo y apoyada con 600 millones de euros en subvenciones alemanas, se declaró en quiebra en marzo de 2025. Las deudas de la empresa ascendían a aproximadamente nueve mil millones de dólares estadounidenses. Este colapso no fue un evento repentino, sino el resultado de una cadena de problemas de producción, defectos de calidad y retrasos en las entregas que, en última instancia, minaron la confianza de los inversores.
La insolvencia de Northvolt simboliza un problema mayor. Las empresas europeas no han logrado cerrar la brecha tecnológica con los fabricantes asiáticos. Los expertos estiman que los fabricantes de baterías chinos y surcoreanos llevan un retraso de entre 15 y 20 años. Este retraso no se debe principalmente a la brillantez tecnológica, sino principalmente a las diferentes prioridades de política industrial y ciclos de inversión. China reconoció desde el principio la importancia estratégica de la tecnología de baterías para la transición energética y la electromovilidad e invirtió sistemáticamente en el desarrollo de una cadena de valor completa. La insolvencia de Northvolt es un síntoma de este fracaso. Si bien la empresa recibió apoyo gubernamental e inversión privada, no existía el marco para un escalamiento exitoso. Los problemas tecnológicos podrían haberse superado con más paciencia, experiencia y recursos financieros. Sin embargo, la presión por obtener resultados rápidamente, sumada al aumento de los costos y la débil demanda, condujeron a la insolvencia. Este caso demuestra que el apoyo aislado sin un concepto coherente de política industrial global está condenado al fracaso.
La disputada cadena de suministro: el control estratégico de China desde las materias primas hasta la producción de células
El dominio chino no solo se extiende a la producción de celdas de batería, sino que abarca toda la cadena de suministro. China controla aproximadamente el 80 % de la producción mundial de baterías de iones de litio. En el caso de las baterías de fosfato de hierro y litio, una variante química más rentable, la participación china supera el 98 %. Esta posición es aún más pronunciada en la extracción y el procesamiento de materias primas. Las empresas chinas controlan el 29 % de la minería mundial de litio, aunque los mayores yacimientos se encuentran en Australia y Chile. La participación china en la refinación y el procesamiento está aumentando drásticamente. Europa, en cambio, prácticamente no posee una participación significativa en los yacimientos extranjeros de litio y depende casi al 100 % de las importaciones.
Esta dependencia estratégica es el resultado de decisiones políticas conscientes. Con la iniciativa "Hecho en China 2025", el gobierno chino ha presentado un plan integral para alcanzar el liderazgo tecnológico en industrias clave. La industria de las baterías es el eje central de esta estrategia. El apoyo estatal se proporciona a varios niveles. Los subsidios directos para fabricantes como BYD aumentaron de aproximadamente 220 millones de euros en 2020 a 2100 millones de euros en 2022. Sin embargo, estas cifras reflejan solo una fracción del apoyo real. Estimaciones conservadoras sitúan los subsidios industriales totales de China en 2019 en aproximadamente 221 000 millones de euros, equivalentes al 1,73 % del producto interior bruto.
Más del 99 % de las empresas chinas que cotizan en bolsa recibieron subvenciones gubernamentales directas en 2022. Además, existen préstamos preferenciales de bancos estatales, acceso preferencial a materias primas, incentivos fiscales y una política coordinada de contratación pública. China también planea invertir 750 millones de euros adicionales en la investigación y el desarrollo de baterías de estado sólido, la próxima generación de almacenamiento de energía. Estas sumas contrastan marcadamente con las inversiones europeas. Mientras China está creando un ecosistema coherente y a largo plazo, Europa responde de forma fragmentada, a corto plazo y, a menudo, demasiado tarde. La estrategia china se basa no solo en el apoyo gubernamental, sino también en una expansión masiva de las capacidades de formación. Se han proporcionado recursos específicos a las universidades, se han creado centros de investigación y se ha institucionalizado la colaboración entre el mundo académico y la industria.
La dependencia de las materias primas agrava aún más la situación. Europa carece de reservas propias significativas de litio y depende casi por completo de las importaciones. Mientras Estados Unidos y China amplían su control sobre la cadena de suministro mediante la adquisición de minas y refinerías en Australia, Chile, Indonesia y la República Democrática del Congo, Europa se queda atrás. Si bien la Ley Europea de Materias Primas Críticas pretende extraer al menos el 10 % de las materias primas estratégicas a nivel nacional y procesar el 40 % para 2030, el camino para lograr este objetivo es complicado.
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Talones de Aquiles europeos: altos costes, escasez de trabajadores cualificados y competencia estadounidense
Sin embargo, las desventajas competitivas estructurales de Europa van más allá del nivel de subsidios. Los costos de la energía desempeñan un papel clave. Tras la introducción de la Ley de Reducción de la Inflación estadounidense en agosto de 2022, el precio promedio de los paquetes de baterías en Europa ya era aproximadamente un 8% más alto que en EE. UU. y un 33% más alto que en China. La crisis energética derivada de la guerra en Ucrania agravó drásticamente esta situación. Los precios de las baterías en la UE aumentaron entre un 10% y un 12% adicional, mientras que EE. UU. logró reducir los costos a los niveles chinos mediante exenciones fiscales y subsidios masivos. La diferencia de precio resultante, de aproximadamente un 40%, hace prácticamente imposible la producción competitiva en Europa.
La Ley de Reducción de la Inflación de EE. UU., con un volumen aproximado de 135 000 millones de dólares para vehículos eléctricos, minerales críticos y producción de baterías, ha transformado radicalmente el panorama competitivo global. La ley vincula las exenciones fiscales y los subsidios a la producción y las cadenas de suministro locales. Por ejemplo, el 40 % de los minerales para baterías debe provenir de EE. UU. o de países con acuerdos de libre comercio. La mitad de los componentes de las baterías debe fabricarse en Norteamérica. Estas medidas proteccionistas ya han tenido un impacto concreto en Europa. Tesla trasladó la producción de celdas de batería prevista de Grünheide, en Brandeburgo, a EE. UU. La planta alemana estaba inicialmente prevista para alcanzar una capacidad máxima de más de 50 gigavatios hora al año. Estos planes se abandonaron en 2023 debido a las condiciones fiscales más favorables en EE. UU.
Un punto central de la crítica de Zeng se refiere al sistema educativo europeo. Su afirmación de que Europa no está formando suficientes especialistas creativos en el campo de la electroquímica toca un punto delicado. El número de estudiantes matriculados en ingeniería eléctrica y asignaturas STEM afines ha ido disminuyendo en Alemania durante años. Al mismo tiempo, la generación del baby boom está llegando a la edad de jubilación, lo que agrava la escasez de trabajadores cualificados. Muchos estudiantes están abandonando los programas de grado técnico porque esperan carreras más rápidas y mayores ingresos en otros campos, como las finanzas. Esta evolución es especialmente problemática porque la tecnología de baterías es un campo altamente especializado que requiere años de formación y experiencia práctica. Solo CATL emplea a aproximadamente 20.000 expertos en investigación y desarrollo. Esta cifra supera la capacidad académica total de muchos países europeos en este campo. Hace más de una década, Zeng aconsejó a la entonces canciller Angela Merkel que invirtiera en la formación de estudiantes de electroquímica. Esta recomendación fue prácticamente desatendida.
La respuesta de Europa a estos desafíos ha sido insuficiente hasta la fecha. Si bien se han creado diversos instrumentos de financiación, su implementación se ve afectada por trabas burocráticas, incertidumbre regulatoria y falta de coordinación entre los Estados miembros. Si bien la Alianza Europea de Baterías (EBA250) ha establecido objetivos ambiciosos, su implementación práctica va a la zaga de los anuncios. Muchos proyectos fracasan durante la fase de financiación debido a la aversión al riesgo de los inversores ante la competencia global. Los elevados costes de capital, el aumento de los costes de construcción y la incertidumbre sobre la demanda futura obstaculizan aún más la inversión privada.
El abrazo estratégico: la expansión de CATL y la trampa de la dependencia de Europa
Las consecuencias de estos fallos son evidentes hoy en día en la dependencia de los fabricantes de automóviles europeos de los proveedores chinos. BMW colabora con CATL desde 2012. Mercedes-Benz y Volkswagen también son clientes importantes. CATL ha expandido sistemáticamente su presencia en Europa. La empresa produce celdas de batería con una capacidad de 50 gigavatios hora en Arnstadt, Turingia, desde 2022 y emplea a 1.700 personas. En Debrecen, Hungría, se está construyendo una fábrica con una capacidad prevista de 100 gigavatios hora, con una inversión de 7.300 millones de euros, que creará aproximadamente 9.000 puestos de trabajo. En España, CATL está planeando otra planta con una capacidad de 50 gigavatios hora junto con Stellantis.
Esta expansión de los fabricantes chinos en Europa es una consecuencia lógica desde la perspectiva china. Por un lado, elude posibles barreras comerciales y aranceles, y por otro, se posiciona cerca de sus clientes más importantes. Sin embargo, desde una perspectiva europea, este desarrollo es ambivalente. Si bien en Europa se generan empleos y valor, el control tecnológico y los beneficios permanecen, en gran medida, en manos de las empresas chinas. Los fabricantes de automóviles europeos se están convirtiendo, en la práctica, en ensambladores que obtienen los componentes cruciales de sus productos de un proveedor que también podría convertirse en un competidor.
Este peligro no es hipotético. CATL ya está desarrollando sus propias plataformas para vehículos eléctricos, el CATL Intelligent Integrated Cockpit, que incluye no solo la batería, sino también los sistemas de refrigeración y frenado, los elementos del tren motriz y los sistemas de suspensión. Esto coloca a la empresa en competencia directa con plataformas como la plataforma modular de electrificación (MEB) de Volkswagen. Lo que comienza hoy como una relación de suministro podría convertirse mañana en una competencia feroz, con los fabricantes europeos en desventaja estructural.
El desarrollo de baterías de estado sólido, consideradas la próxima generación de tecnología, está reforzando estas preocupaciones. China planea tener una capacidad de producción de 156 gigavatios hora para esta tecnología para 2030. Estados Unidos alcanzará aproximadamente 120 gigavatios hora, mientras que se espera que Europa alcance solo 33 gigavatios hora. En 2024, el gobierno chino lanzó la Plataforma de Innovación Colaborativa de Baterías de Estado Sólido de China, una alianza de los principales fabricantes de baterías y automóviles, para impulsar sistemáticamente la comercialización de esta tecnología. Fabricantes europeos como Mercedes-Benz y Stellantis están tratando de alcanzarla mediante alianzas con startups estadounidenses como Factorial Energy, pero la brecha sigue siendo significativa.
Dependencia de las baterías: cómo Europa pone en riesgo su industria
Estos conflictos entre la necesidad económica y las preocupaciones ecológicas y sociales son característicos de la situación europea. Mientras China impulsa con pragmatismo proyectos de materias primas y Estados Unidos crea incentivos mediante subsidios, Europa se enfrenta a largos procesos de aprobación, estrictas regulaciones ambientales y un público escéptico. Estos factores no son negativos en sí mismos, pero sí dificultan el rápido desarrollo de las capacidades nacionales en una carrera global donde la velocidad es cada vez más crucial.
Las dimensiones geopolíticas de esta dependencia son significativas. Estados Unidos incluyó a CATL en la lista negra del Pentágono en 2025 y planea prohibir de forma generalizada la compra de baterías chinas por parte de agencias gubernamentales a partir de 2027. Europa se encuentra atrapada entre los lazos económicos con China y las preocupaciones de seguridad. La crisis energética ha demostrado la vulnerabilidad de las economías cuando dependen de proveedores individuales. En el caso del gas, fue Rusia; en el de las baterías, podría ser China. Una hipotética prohibición de las exportaciones o una escasez por motivos políticos podrían hundir a la industria automotriz europea y la transición energética en una crisis existencial.
Los costes económicos de esta dependencia ya se están sintiendo. Según cálculos de la consultora de gestión Deloitte, en 2024 solo el 13 % de las baterías producidas a nivel mundial provenían de fábricas europeas, de las cuales el 97 % provenía de filiales de fabricantes chinos y surcoreanos. Solo un fabricante europeo producía sus propias baterías de forma limitada. China representaba el 70 % de la producción mundial. Se prevé que las ventas de baterías para vehículos eléctricos en Europa aumenten de aproximadamente 16 000 millones de euros a 54 000 millones de euros entre 2024 y 2030. Sin embargo, este mercado en crecimiento estará controlado en gran medida por actores no europeos si se mantienen las tendencias actuales.
La cuestión no es si Europa debería establecer su propia producción de baterías, sino cómo puede seguir teniendo éxito. La estrategia actual de depender de las fuerzas del mercado y de un apoyo moderado ha demostrado ser insuficiente. La combinación de altos costes energéticos, menores subsidios que en EE. UU. o China, trabas burocráticas y escasez de trabajadores cualificados convierte a Europa en un lugar poco atractivo para la producción intensiva de baterías. Sin cambios fundamentales en la política industrial, Europa consolidará su dependencia.
Marcando el rumbo del futuro: una estrategia para recuperar la soberanía de las baterías
Una estrategia exitosa debería abarcar varios elementos. En primer lugar, requiere un apoyo financiero masivo y a largo plazo que pueda competir con los subsidios estadounidenses y chinos. Las normas presupuestarias europeas deberían flexibilizarse para permitir inversiones estratégicas. En segundo lugar, la burocracia debe simplificarse y agilizarse radicalmente. Los procedimientos de aprobación que tardan años no son competitivos en un sector tecnológico dinámico. En tercer lugar, deben reducirse los costos energéticos, por ejemplo, mediante subsidios específicos al precio de la electricidad para industrias de alto consumo energético o la expansión acelerada de las energías renovables con prioridad industrial.
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