El impulso ininterrumpido de la economía estadounidense: ¿el enigma de Trump o una psicología explicable?
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Publicado el: 24 de septiembre de 2025 / Actualizado el: 24 de septiembre de 2025 – Autor: Konrad Wolfenstein

Impulso ininterrumpido de la economía estadounidense: ¿El dilema de Trump o una psicología explicable? – Imagen: Xpert.Digital
Más fuerte de lo esperado: 5 razones y una más por las que la economía estadounidense desafía la crisis
¿Por qué muchos economistas esperaban una recesión?
La investidura de Donald Trump como el 45.º presidente de Estados Unidos causó considerable preocupación entre los expertos económicos. A principios de 2025, numerosas predicciones pintaban un panorama sombrío para la economía estadounidense. Las razones de estas expectativas pesimistas eran diversas y parecían plenamente justificadas.
El economista de Harvard Kenneth Rogoff, por ejemplo, predijo una desaceleración de la economía estadounidense en la segunda mitad del mandato de Trump, con una probable recesión e incluso una recesión. El reconocido economista señaló una serie de medidas que Trump había insinuado y que implementaría. Rogoff consideró que el escenario más probable era una fuerte recuperación seguida de una desaceleración e incluso una recesión, ya que esto sería difícil de evitar dentro del ciclo económico.
Las principales preocupaciones de los economistas se centraron en varias áreas clave. En primer lugar, la agresiva política arancelaria de la nueva administración estadounidense, que generó considerable incertidumbre. Trump anunció drásticas medidas proteccionistas, incluyendo un impuesto comercial general del 10 % sobre todas las importaciones estadounidenses a nivel mundial e incluso aranceles del 60 % sobre las importaciones procedentes de China. Esta política arancelaria generó un clima de incertidumbre, ya que Trump anunciaba nuevos aranceles punitivos a diario y daba giros inesperados, lo que también generó incertidumbre entre las empresas.
En segundo lugar, los expertos temían los efectos inflacionarios de las políticas de Trump. Los economistas predijeron que los aranceles podrían provocar un aumento de la inflación y de las tasas de interés. Además, las deportaciones masivas planeadas por Trump de hasta un millón de migrantes reducirían drásticamente la oferta laboral, especialmente en el sector manufacturero, y contribuirían a la presión salarial y la inflación.
La reacción del mercado financiero exacerbó estos temores. Las pérdidas masivas de la bolsa, la baja confianza del consumidor y el debilitamiento del mercado laboral alimentaron el temor a una recesión. El índice tecnológico Nasdaq registró su peor día desde 2022 en la primavera de 2025, y el influyente modelo de pronóstico del banco central regional, la Fed de Atlanta, proyectó un crecimiento trimestral anualizado de -2,8 % para el primer trimestre.
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¿Cuáles son los datos económicos actuales?
Contrariamente a los sombríos pronósticos, la economía estadounidense muestra una notable resiliencia. Los datos económicos reales para 2025 presentan un panorama significativamente más positivo de lo que muchos expertos esperaban.
El producto interno bruto creció a una tasa anualizada del 3,3 % en el segundo trimestre de 2025, un aumento significativo respecto a la caída del 0,5 % del primer trimestre. Estas cifras superaron considerablemente las expectativas y demostraron la fortaleza inherente de la economía estadounidense. La revisión al alza de la estimación inicial del 3,0 % al 3,3 % se debió principalmente a la evolución positiva de la inversión y el gasto de consumo.
El crecimiento se debió principalmente a una disminución del 29,8 % en las importaciones, tras un fuerte aumento en el primer trimestre, ya que empresas y consumidores acumularon bienes antes de los aumentos de precios previstos tras los anuncios arancelarios. Al mismo tiempo, el gasto de los consumidores aumentó un 1,6 %, en comparación con el 0,5 % del primer trimestre, lo que pone de relieve la resiliencia de la demanda.
Las ganancias corporativas también mostraron una evolución positiva, pasando de 3.203.60 mil millones de dólares en el primer trimestre a 3.266.20 mil millones de dólares en el segundo trimestre de 2025. Esto indica que las empresas estadounidenses lograron mantener su rentabilidad a pesar de las incertidumbres económicas.
El desarrollo de la inversión empresarial es especialmente destacable. La inversión en activos fijos aumentó un impresionante 7,6 % a principios de 2025, el ritmo más fuerte desde mediados de 2023. Las empresas incrementaron su inversión en equipos un 4,8 %, y la inversión en software volvió a aumentar significativamente un 6,4 %.
El sector tecnológico sigue siendo un motor clave de crecimiento. Se prevé que el mercado de servicios de TI en EE. UU. alcance aproximadamente los 513.800 millones de dólares en 2025, con una tasa de crecimiento anual prevista del 3,73 % hasta 2030. Se prevé que el mercado del software genere ingresos por 345.600 millones de dólares en 2025, siendo el software empresarial el sector dominante con 145.200 millones de dólares.
¿Cómo evoluciona el mercado laboral?
A pesar de algunas fluctuaciones, el mercado laboral estadounidense demuestra una resiliencia fundamental, lo que contribuye a la fortaleza de la economía en general. Los datos actuales del mercado laboral presentan un panorama con matices, que revela tanto desafíos como fortalezas persistentes.
La tasa de desempleo aumentó ligeramente del 4,2 por ciento en julio al 4,3 por ciento en agosto de 2025, en línea con las expectativas del mercado y reflejando la mayor proporción de desempleo desde octubre de 2021. Sin embargo, este aumento debe verse en un contexto histórico: la tasa ha fluctuado dentro de un rango estrecho del 4,0 al 4,2 por ciento desde mayo de 2024, lo que indica una estabilidad general en el mercado laboral.
Las tendencias de empleo muestran señales contradictorias. La economía estadounidense creó 22.000 nuevos empleos en agosto de 2025, de los cuales 38.000 correspondieron al sector privado. Si bien estas cifras fueron inferiores a las esperadas, es importante destacar que los continuos recortes de empleos en el sector público distorsionaron ligeramente el panorama general. En abril de 2025, se crearon 177.000 empleos, superando las expectativas de 130.000.
Un aspecto destacable es la continua resiliencia del mercado laboral a pesar de la incertidumbre económica. Los expertos enfatizan que el término utilizado para describir el mercado laboral en estos informes es resiliencia, no recesión. El sector salud continuó liderando el crecimiento del empleo, aportando 51.000 puestos de trabajo. El transporte y el almacenamiento también registraron un aumento de 29.000 puestos de trabajo.
La tasa de participación laboral aumentó 0,1 puntos porcentuales, hasta el 62,3 %, tras haber aumentado desde su mínimo en más de dos años el mes anterior. Esto indica que más personas participan activamente en el mercado laboral, una señal positiva para el dinamismo económico.
El crecimiento salarial se mantiene sólido. El salario medio por hora aumentó un 0,2 %, tras un incremento del 0,3 % en marzo, y el crecimiento salarial anual se mantuvo estable en el 3,8 % en abril. Esto es suficiente para sostener el gasto y apoyar la economía, ya que el crecimiento salarial superó la inflación.
¿Qué papel juega la política monetaria?
La Reserva Federal desempeña un papel crucial en la estabilización de la economía estadounidense, y su política monetaria ha contribuido significativamente a que la temida recesión haya evitado, hasta el momento, una reversión. El banco central gestiona con destreza los desafíos de un mercado laboral debilitado y los riesgos inflacionarios que plantea la política arancelaria.
El 17 de septiembre de 2025, la Reserva Federal redujo su tasa de interés clave en 25 puntos básicos, hasta un nuevo rango del 4,00 % al 4,25 %. Este fue el primer recorte de tasas desde diciembre de 2024 y marcó un importante punto de inflexión en la política monetaria. El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, ya había anticipado esta decisión en Jackson Hole, y los datos laborales aún más decepcionantes de agosto probablemente confirmaron la decisión.
Las nuevas proyecciones de tasas de interés clave de la Reserva Federal prevén dos recortes adicionales de tasas para fines de 2025 y una etapa adicional de flexibilización en 2026. Esta orientación futura señala a los mercados una flexibilización continua de la política monetaria, lo que contribuye a estabilizar las expectativas económicas.
Sin embargo, la Reserva Federal se enfrenta a un dilema complejo. Por un lado, debe responder al deterioro inesperadamente significativo de la situación del mercado laboral, mientras que, por otro, se enfrenta a la amenaza de un aumento repentino de la inflación debido a la política arancelaria del gobierno estadounidense. Además, el banco central debe disipar las sospechas de que está flexibilizando su política monetaria debido a la persistente presión de la Casa Blanca por mantener tasas de interés bajas, lo que le resta credibilidad en los mercados financieros.
En sus recientes declaraciones, Jerome Powell enfatizó que la Fed prioriza los riesgos a la baja para el mercado laboral sobre los riesgos al alza para la inflación. Esta priorización convierte la situación del mercado laboral en la principal razón para la próxima flexibilización monetaria y explica por qué el banco central está dispuesto a recortar las tasas de interés a pesar de la preocupación por la inflación.
Actualmente, el mercado espera que la tasa de interés clave caiga por debajo del 3 por ciento para fines de 2026. Esta expectativa también está influenciada políticamente: desde que Donald Trump regresó al cargo, la Fed ha estado bajo una gran presión para brindar un estímulo temprano para el crecimiento y el empleo.
¿Cómo reaccionan los consumidores y las empresas?
Las reacciones de consumidores y empresas a la evolución económica y las medidas políticas presentan un panorama complejo de cautela y actividad continua. Estas señales contradictorias son clave para garantizar que la economía estadounidense mantenga su resiliencia a pesar de diversos obstáculos.
La confianza del consumidor muestra fluctuaciones significativas, lo que refleja la incertidumbre generada por los acontecimientos políticos. El índice de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan cayó a 55,4 puntos en septiembre de 2025, desde los 58,2 puntos de agosto, muy por debajo de las expectativas del mercado de 58 puntos. Esto marcó el segundo descenso mensual consecutivo y llevó la confianza a su nivel más bajo desde mayo.
Cabe destacar que aproximadamente el 60 % de los encuestados siguió considerando los aranceles como una preocupación importante. Las disminuciones fueron más pronunciadas entre los hogares de ingresos bajos y medios, mientras que la percepción sobre las finanzas personales se deterioró un 8 %. Sin embargo, la percepción se mantiene un 16 % por debajo de su nivel de diciembre de 2024 y muy por debajo de su promedio histórico.
Sin embargo, lo interesante es la discrepancia entre la confianza del consumidor y el comportamiento real del consumo. Muchos ciudadanos estadounidenses se mantuvieron pesimistas entre 2022 y 2024, pero el consumo privado aumentó casi un 3 % anual durante este período. El consumo privado en EE. UU. aumentó de 16 291 800 millones de dólares en el primer trimestre a 16 350 200 millones de dólares en el segundo trimestre de 2025.
El factor clave que impulsa el comportamiento del consumidor sigue siendo el mercado laboral. Mientras el desempleo sea bajo y los ingresos aumenten, la masa salarial general se incrementa. Dado que en Estados Unidos se ahorra poco, la mayor parte del dinero ganado se gasta inmediatamente.
Las empresas también muestran reacciones dispares. Por un lado, han incrementado significativamente su actividad inversora, como lo demuestra el aumento del 7,6 % en la inversión en activos fijos. Las inversiones se mantienen particularmente sólidas en el sector tecnológico, donde se espera que grandes empresas tecnológicas como Alphabet, Amazon, Microsoft y Meta incrementen sus gastos de capital de 90 000 millones de dólares en 2020 a más de 270 000 millones de dólares en 2025.
Por otro lado, las empresas también se muestran cautelosas. Una encuesta del Instituto de Gestión de Suministros (ISM) mostró un ligero descenso en la confianza entre las empresas industriales, con indicadores de confianza sobre los pedidos entrantes cayendo significativamente, al tiempo que las empresas anticipan precios más altos.
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¿Cuáles son las fortalezas estructurales de la economía estadounidense?
La resiliencia de la economía estadounidense a los riesgos de recesión proyectados puede atribuirse a varias fortalezas estructurales fundamentales que caracterizan al sistema económico estadounidense y lo distinguen de otras economías.
La flexibilidad del mercado laboral estadounidense representa una ventaja decisiva. A diferencia de muchos países europeos con leyes laborales rígidas, las empresas estadounidenses pueden adaptarse con mayor rapidez a las condiciones económicas cambiantes. Esta flexibilidad se refleja en su capacidad de reaccionar con rapidez tanto a las fluctuaciones económicas como a las recesiones, lo que contribuye a la estabilidad general del sistema.
El mercado financiero estadounidense goza de una profundidad y liquidez excepcionales. Al albergar las bolsas de valores más grandes del mundo y con el dólar como principal moneda de reserva, la economía estadounidense se beneficia de menores costos de capital y un acceso más fácil a la financiación. Esto permite a las empresas mantener sus planes de inversión incluso en tiempos de incertidumbre.
El poder innovador del sistema económico estadounidense es particularmente evidente en el sector tecnológico. Estados Unidos alberga las empresas tecnológicas e instituciones de investigación más importantes del mundo. Las empresas estadounidenses están impulsando significativamente los campos de la inteligencia artificial, la computación cuántica y la transformación digital. Este impulso innovador crea continuamente nuevas oportunidades de crecimiento y empleo.
La diversificación de la economía estadounidense proporciona estabilidad adicional. Si bien el sector tecnológico desempeña un papel destacado, la economía se asienta sobre bases sólidas. Desde las finanzas y la sanidad hasta la agricultura y el sector energético, Estados Unidos cuenta con una estructura económica equilibrada que puede absorber las perturbaciones en cada sector.
El tamaño del mercado interno estadounidense representa otra ventaja estructural. Con más de 330 millones de habitantes y uno de los mayores poderes adquisitivos per cápita del mundo, el mercado estadounidense ofrece suficiente demanda para mantener cierto nivel de actividad económica incluso ante las perturbaciones del comercio internacional.
El sistema de educación superior estadounidense y el panorama de la investigación contribuyen continuamente al desarrollo del capital humano. Las mejores universidades del mundo atraen talento de todo el mundo, lo que garantiza un flujo constante de trabajadores cualificados e ideas innovadoras.
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¿Qué riesgos existen todavía?
A pesar de la notable resiliencia de la economía estadounidense y la ausencia de recesión, persisten riesgos significativos que podrían poner en peligro el equilibrio económico. Estos factores de riesgo requieren atención continua y podrían volverse más complejos en la segunda mitad del mandato de Trump.
La política arancelaria sigue siendo una espada de Damocles que pende sobre la economía. Si bien los efectos inflacionarios inmediatos han sido moderados hasta el momento, los economistas advierten sobre las consecuencias a largo plazo. La implementación caótica de los aranceles genera una incertidumbre persistente para las empresas, que deben planificar sus decisiones de inversión y empleo. Incluso si los efectos inflacionarios cuantitativos son pequeños, la incertidumbre puede desanimar a las empresas y provocar una desaceleración del crecimiento.
La política migratoria plantea importantes riesgos económicos. Según estimaciones del Instituto Peterson, las deportaciones masivas planeadas por Trump podrían reducir la economía estadounidense en más de un 7 % para 2028. La pérdida repentina de trabajadores no solo afectaría a empresas individuales, sino que podría desestabilizar sectores enteros y, al mismo tiempo, exacerbar las presiones inflacionarias.
La deuda nacional se está convirtiendo en un problema cada vez más crítico. La Cámara de Representantes de EE. UU. aprobó un aumento de 5 billones de dólares en el límite de la deuda, elevándolo a más de 40 billones. Estados Unidos se encamina directamente hacia una ratio deuda/PIB superior al 130 %, al mismo nivel que Italia y Grecia. El economista de Harvard Kenneth Rogoff incluso predice una grave crisis de deuda en los próximos cinco años.
La política monetaria se enfrenta a desafíos complejos. La Reserva Federal debe encontrar la fórmula para apoyar el debilitado mercado laboral y contener los posibles riesgos inflacionarios. Jerome Powell enfatizó que no existe una vía libre de riesgos para la política monetaria. Cualquier decisión futura sobre las tasas de interés podría generar nuevos riesgos, y la Fed corre el riesgo de perder credibilidad si se percibe como demasiado influenciada políticamente.
La inflación ya muestra indicios de un nuevo aumento. En agosto de 2025, la tasa de inflación anual se aceleró al 2,9 %, su nivel más alto desde enero. La inflación subyacente se mantuvo estable en el 3,1 %, muy por encima del objetivo de la Reserva Federal del 2 %. Las expectativas de inflación a largo plazo de los consumidores aumentaron por tercer mes consecutivo, lo que indica un riesgo significativo para futuras subidas de precios.
¿Cómo valoran los expertos el desarrollo a medio plazo?
Las evaluaciones de los expertos económicos sobre el desarrollo a medio plazo de la economía estadounidense presentan un panorama matizado, que refleja tanto optimismo como una cautela justificada. Si bien la mayoría de los analistas no prevén una recesión inmediata, advierten de riesgos crecientes en los próximos años.
Las previsiones de crecimiento para 2025 en su conjunto se han estabilizado. La Reserva Federal prevé un crecimiento del PIB del 1,6 % para 2025, tras rebajar su previsión al 1,4 % en junio. Otros analistas se sitúan en rangos similares, y Trading Economics prevé que el crecimiento del PIB a largo plazo en EE. UU. se sitúe en torno al 2 % hasta 2026.
La evolución del mercado laboral se considera un indicador clave. Los expertos prevén que la tasa de desempleo se mantenga en torno al 4,3 % en los próximos trimestres. Si bien este nivel sigue siendo históricamente bajo, este dato indica una desaceleración en la dinámica del mercado laboral.
Los expertos son especialmente críticos con la segunda mitad del mandato de Trump. El economista de Harvard Kenneth Rogoff predice que la economía estadounidense probablemente se desacelerará y experimentará una recesión en la segunda mitad de su mandato. Considera que el escenario más probable es una fuerte recuperación seguida de una desaceleración e incluso una recesión, ya que los factores estructurales y las medidas políticas podrían converger.
Las tendencias inflacionarias preocupan cada vez más a los expertos. Si bien el impacto inmediato de los aranceles se mantuvo moderado, muchos analistas prevén un aumento gradual de la presión sobre los precios. La Reserva Federal elevó su propia estimación de inflación subyacente para 2026 del 2,4 % al 2,6 %, lo que refleja la creciente preocupación.
Los expertos advierten sobre la creciente fragmentación del sistema comercial internacional. La persistencia de los conflictos comerciales y las medidas proteccionistas podría conducir a un mercado global fragmentado que genere costos para todos. Esto perjudicaría no solo a la economía estadounidense, sino también al crecimiento global en su conjunto.
El sector tecnológico sigue considerándose un motor de crecimiento, aunque con una dinámica diferente. Si bien algunos gigantes tecnológicos dominaron el rendimiento en 2024, los expertos prevén un crecimiento más amplio de las ganancias en 2025. Esto podría hacer que la economía estadounidense sea más resiliente y diversificada en general.
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¿Qué lecciones podemos aprender?
El desarrollo de la economía estadounidense durante los primeros meses de la presidencia de Trump ofrece valiosas perspectivas sobre la complejidad de las previsiones económicas y la resiliencia de las economías modernas. La discrepancia entre las desalentadoras predicciones de muchos economistas y la evolución económica real plantea interrogantes fundamentales sobre los límites de las previsiones económicas.
El primer hallazgo importante se refiere a las limitaciones de los pronósticos económicos keynesianos y a la falacia del análisis ceteris paribus. Muchos expertos se centraron excesivamente en factores individuales, como los aranceles o la política migratoria, sin considerar adecuadamente los mecanismos de ajuste dinámico de la economía estadounidense. Esta resultó ser más adaptable y dinámica de lo que sugerían muchos modelos.
Una segunda lección se relaciona con la importancia de la formación de expectativas. Si bien la confianza del consumidor disminuyó significativamente, el gasto real del consumidor se mantuvo sólido. Esto demuestra que la relación entre los indicadores de sentimiento y la actividad económica real es más compleja de lo que se suele suponer. En última instancia, factores fundamentales como el empleo y los ingresos son decisivos.
Se subrayó una vez más el papel de la política monetaria como instrumento estabilizador. Gracias a su estrategia comunicativa y a los oportunos recortes de los tipos de interés, la Reserva Federal logró calmar los mercados y evitar una profecía autocumplida de recesión. Esto demuestra la importancia de un banco central independiente y creíble para la estabilidad económica.
Las fortalezas estructurales de la economía estadounidense, en particular la flexibilidad de los mercados laborales, la capacidad de innovación y la profundidad de los mercados financieros, han demostrado ser importantes amortiguadores contra las perturbaciones externas. Estas ventajas institucionales pueden compensar parcialmente las incertidumbres políticas a corto plazo y contribuir a la resiliencia de la economía.
Al mismo tiempo, estos acontecimientos exigen cautela para no sacar conclusiones precipitadas. El hecho de que hasta ahora no se haya materializado una recesión no significa que se hayan evitado todos los riesgos. Los desafíos a mediano plazo que plantean el aumento de la deuda, las posibles guerras comerciales y los cambios demográficos persisten y podrían agravarse en los próximos años.
La experiencia también demuestra la importancia de una visión diferenciada de las interrelaciones económicas. Las predicciones generales sobre los efectos de medidas políticas específicas a menudo no reflejan la complejidad de las economías modernas. En cambio, unas previsiones fiables requieren un análisis cuidadoso de las interacciones entre diversos factores y una adecuada consideración de las incertidumbres.
Finalmente, este desarrollo subraya la necesidad de una adaptación continua y una disposición a aprender en materia de política económica. Tanto los responsables políticos como los actores económicos deben ser capaces de responder con flexibilidad a las circunstancias cambiantes y adaptar sus estrategias en consecuencia.
En definitiva, el dilema de Trump demuestra que la economía estadounidense posee un considerable poder de autocuración, pero este no es inagotable. El reto para el futuro será preservar estas fortalezas y, al mismo tiempo, abordar los problemas estructurales que podrían representar una amenaza a largo plazo para la estabilidad económica.
La psicología del 50 por ciento: la influencia mental de Trump en la economía estadounidense
La psicología del 50 por ciento: la influencia mental de Trump en la economía estadounidense – Imagen: Xpert.Digital
El fenómeno del desarrollo económico estadounidense bajo el gobierno de Donald Trump se explica en gran medida por lo que reconoció el ministro de Economía alemán, Ludwig Erhard, durante el milagro económico posterior a la Segunda Guerra Mundial: «La economía es 50 % psicología». Esta idea resulta clave para comprender el «enigma de Trump»: por qué la economía estadounidense ha demostrado una notable resiliencia a pesar de los sombríos pronósticos de los expertos.
El factor psicológico se manifiesta en varias dimensiones de la actual situación económica estadounidense. En primer lugar, la estrategia de comunicación de Trump actúa como catalizador de las expectativas económicas. Sus constantes promesas de recuperación económica y la recuperación del empleo estadounidense generan optimismo entre segmentos de la población y la comunidad empresarial. Esta actitud positiva se traduce en actividad económica real: las empresas invierten anticipando tiempos mejores y los consumidores siguen gastando a pesar de la incertidumbre.
Paradójicamente, la estrategia disruptiva de Trump también tiene un efecto psicológicamente estimulante. Si bien los constantes anuncios de nuevos aranceles y cambios de política generan incertidumbre, también generan una especie de "tensión creativa". Empresas e inversores se ven obligados a reaccionar y adaptarse con mayor rapidez, lo que, irónicamente, refuerza la tan cacareada flexibilidad de la economía estadounidense. La expectativa de que las cosas puedan cambiar constantemente genera una mayor disposición a actuar en lugar de a la parálisis.
El efecto riqueza desempeña un papel central en la dimensión psicológica. Si bien los mercados bursátiles han mostrado volatilidad, las pérdidas a largo plazo han sido limitadas. Muchos estadounidenses que invierten en acciones a través de sus cuentas de jubilación aún no han experimentado pérdidas drásticas. Mientras las carteras se mantengan estables, se mantiene la confianza en la propia situación financiera y, con ella, la disposición a consumir.
La discrepancia entre el estado de ánimo y el comportamiento ilustra el mecanismo psicológico de forma particularmente impresionante. Si bien el índice de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan cayó a 55,4 puntos en septiembre de 2025, el gasto real del consumidor aumentó de 16.291,80 a 16.350,20 mil millones de dólares en el segundo trimestre. Los estadounidenses hablan con pesimismo, pero siguen actuando con optimismo: un ejemplo clásico de cómo los factores psicológicos son más complejos de lo que sugieren los simples barómetros del estado de ánimo.
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La narrativa de “Estados Unidos primero” de Trump
La narrativa de Trump de "Estados Unidos Primero" crea una identificación psicológica con el éxito económico. El mensaje de que Estados Unidos está "ganando" de nuevo moviliza recursos emocionales, lo que se traduce en una mayor asunción de riesgos en las decisiones de inversión y consumo. Este componente patriótico de la psicología económica no debe subestimarse: puede motivar decisiones difíciles de justificar racionalmente.
La dinámica de las expectativas funciona como un mecanismo que se retroalimenta. Mientras suficientes actores crean que las políticas de Trump tendrán éxito a mediano plazo, se comportarán en consecuencia y, por lo tanto, contribuirán a su éxito real. Esta profecía autocumplida explica por qué la economía ha desafiado hasta ahora los escenarios apocalípticos de muchos economistas.
Sin embargo, el componente psicológico también plantea riesgos considerables. La psicología económica puede cambiar rápidamente si los resultados reales se desvían demasiado de las expectativas. En cuanto el desempleo aumente notablemente o la inflación ejerza una presión significativa sobre los presupuestos familiares, el apoyo psicológico a las políticas de Trump podría desmoronarse, con las consiguientes consecuencias negativas para el desarrollo económico.
El factor psicológico también explica por qué las previsiones de los expertos suelen ser tan imprecisas. Los economistas tradicionalmente se centran en factores cuantificables como los aranceles, los tipos de interés o las balanzas comerciales. Los factores psicológicos "blandos" —confianza, expectativas, vínculos emocionales— son difíciles de incorporar en modelos matemáticos, pero a menudo tienen una influencia decisiva en la evolución económica real.
El fenómeno Trump confirma de forma impresionante la visión de Ludwig Erhard: la psicología, de hecho, representa alrededor del 50 % de la economía. Mientras Trump logre gestionar las expectativas psicológicas y mantener la confianza en el futuro económico, su administración podrá compensar incluso las medidas políticas objetivamente problemáticas. La pregunta crucial es cuánto durará este efecto psicológico y si será lo suficientemente fuerte como para amortiguar shocks económicos aún mayores.
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