La industria siderúrgica alemana en un punto de inflexión crítico: cuando los intentos de rescate estatal ignoran la lógica del mercado.
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Publicado el: 6 de noviembre de 2025 / Actualizado el: 6 de noviembre de 2025 – Autor: Konrad Wolfenstein

La industria siderúrgica alemana en un punto de inflexión crítico: cuando los intentos de rescate estatal ignoran la lógica del mercado – Imagen: Xpert.Digital
Electricidad demasiado cara, competencia demasiado feroz: por eso Thyssenkrupp & Co. está amenazada de quiebra.
Miles de millones para el acero: Expertos advierten del fatal error de Alemania con las subvenciones
La industria siderúrgica alemana atraviesa una crisis sin precedentes, desencadenada no solo por perturbaciones externas, sino también por una larga serie de errores políticos. Lo que ocurre actualmente en la Cancillería durante las denominadas cumbres del acero no es tanto una solución estratégica como un intento desesperado de enmascarar las deficiencias estructurales mediante subvenciones. En el fondo de este dilema subyace un error ideológico fundamental: Alemania ha debilitado sistemáticamente su industria clave para ahora tener que rescatarla a un coste enorme con ingentes recursos financieros.
La situación actual de la industria siderúrgica pone de manifiesto un problema sistémico más profundo en la política económica alemana. Mientras el gobierno impulsaba una transición rápida y completa hacia una economía puramente verde, la industria siderúrgica fue tratada como un obstáculo para los objetivos climáticos en lugar de como un pilar estratégico de la independencia económica. Esta visión miope resultó desastrosa, ya que la producción de acero no es simplemente una capacidad reemplazable, sino una materia prima clave que sustenta al menos cuatro millones de empleos en industrias derivadas.
La producción de acero crudo en Alemania se desplomó casi un doce por ciento, hasta los 17,1 millones de toneladas en el primer semestre de 2025, alcanzando niveles comparables a los de la crisis financiera de 2009. Estas cifras no son el resultado de fluctuaciones económicas normales, sino más bien un síntoma de una crisis estructural más profunda. El proceso de producción tradicional basado en el carbón, mediante el método del alto horno y el convertidor, se vio particularmente afectado, con una caída de alrededor del quince por ciento. Incluso la producción de acero en hornos de arco eléctrico, supuestamente más moderna y que depende de la chatarra de acero y la electricidad, está perdiendo cada vez más importancia, y esta caída se produce partiendo de una base ya de por sí baja.
La triple presión: energía, competencia y transformación
La industria siderúrgica alemana se enfrenta a una presión sin precedentes desde tres frentes distintos que se refuerzan mutuamente. La primera presión proviene del sector energético. El precio de la electricidad para los consumidores industriales en Alemania alcanza actualmente los dieciocho céntimos por kilovatio-hora, muy superior al de los países competidores. Si bien el gobierno federal está planificando un precio máximo de cinco céntimos por kilovatio-hora para la electricidad industrial, esta medida, en el mejor de los casos, palia los síntomas sin abordar la política energética subyacente. El precio previsto para la electricidad industrial beneficiaría a unas dos mil empresas y costaría al presupuesto unos 1.500 millones de euros anuales, pero representa solo la mitad del consumo anual de electricidad de una empresa y tiene una duración limitada.
La segunda presión proviene del mercado global. China ha desarrollado una producción siderúrgica masiva que, debido a la menor demanda interna y a los aranceles estadounidenses, se está desviando cada vez más a Europa. Actualmente, China produce enormes excedentes de alrededor de 300 millones de toneladas anuales y los distribuye en el mercado global mediante subsidios estatales, tanto explícitos como implícitos. Al mismo tiempo, la demanda europea de acero se estanca, mientras que los países asiáticos incrementan continuamente su producción. Según las previsiones de la OCDE, se espera que la producción mundial de acero aumente aproximadamente un 6,7 % para finales de 2027, y los mayores incrementos provendrán nuevamente de China, India y otros países asiáticos. Tan solo China podría producir la producción anual de Thyssenkrupp, la mayor siderúrgica de Alemania, aproximadamente treinta y seis veces con sus excedentes anuales.
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La tercera y más estructural presión proviene de la necesaria transformación hacia una producción baja en carbono. Aquí, la paradoja de la transición energética alemana se hace más evidente: producir acero verde requiere enormes cantidades de electricidad verde e hidrógeno verde. Sin embargo, ambos son extremadamente caros o incluso inaccesibles en Alemania en las condiciones actuales. El método de reducción directa con hidrógeno, considerado un proceso prometedor para la producción de acero bajo en carbono, requiere aproximadamente 47 kilovatios-hora de electricidad para producir un kilogramo de hidrógeno, teniendo en cuenta las pérdidas de eficiencia en los electrolizadores. Con los precios de la electricidad en Alemania, esto convierte al acero verde en un producto económicamente inviable para el mercado internacional, a pesar de los miles de millones en subvenciones.
Con el proyecto tkH₂Steel, Thyssenkrupp ha intentado establecer las primeras plantas de reducción directa con fundiciones innovadoras en su planta de Duisburgo a partir de 2027, lo que podría evitar hasta 3,5 millones de toneladas de emisiones de CO₂ anuales. La empresa ya ha recibido un importante apoyo financiero de los gobiernos estatal y federal para este proyecto. Sin embargo, el problema estructural también es evidente: incluso estas plantas de última generación no serán competitivas a nivel internacional mientras los costes de la electricidad se mantengan en los niveles actuales.
El fracaso de la estrategia política
La ministra federal de Economía, Katherina Reiche, anunció que las conversaciones con la Comisión Europea sobre el precio de la electricidad industrial están en su fase final y que su entrada en vigor está prevista para el 1 de enero de 2026. Sin embargo, esto no resuelve el problema fundamental. El experto Stefan Kooths, del Instituto de Economía Mundial de Kiel, califica las medidas previstas como una política de subvenciones obsoleta que simplemente crea un dique, no es económicamente viable y, inevitablemente, colapsará tarde o temprano. El fallo reside en la política energética alemana, que sigue dependiendo exclusivamente de las energías renovables, mientras que otros países mantienen al menos una fuente de energía convencional para compensar las fluctuaciones de las renovables.
El economista jefe de ING-Diba, Carsten Brzeski, resume concisamente la paradoja central: primero, la industria siderúrgica se debilitó sistemáticamente y ahora debe ser rescatada a un alto costo. Una transición completa a una economía puramente verde simplemente no funciona, al menos no sin enormes pérdidas de competitividad y ajustes estructurales significativos en otros sectores. De hecho, esta verdad fundamental fue ignorada durante mucho tiempo en la política alemana, con el resultado de que la debilidad de la industria se está convirtiendo ahora en una consecuencia.
Los enfoques prometedores y sus limitaciones
No es casualidad que seis estados alemanes presentaran demandas concretas antes de la cumbre del acero: exigen aranceles punitivos a las importaciones de acero, un límite a las importaciones de acero a Europa por parte de la Comisión Europea, un precio fijo para la electricidad industrial y el uso obligatorio de acero verde en los proyectos de infraestructura estatales. La Comisión Europea, en efecto, ha respondido con la intención de reducir las cuotas para las importaciones de acero libres de aranceles de aproximadamente 36,6 millones de toneladas a 18,3 millones de toneladas y duplicar los aranceles hasta el cincuenta por ciento, frente al veinticinco por ciento anterior.
Marie Jaroni, la nueva directora general de Thyssenkrupp Steel Europe, subraya la necesidad de que la cumbre del acero genere resultados concretos. Aboga por aranceles más elevados a las importaciones de acero procedentes de China y un precio máximo de cinco céntimos por kilovatio-hora para la electricidad industrial. Asimismo, señala que los miles de millones de euros que el gobierno está invirtiendo a través de su paquete de infraestructuras deberían estar condicionados a que se utilice acero de la UE como materia prima principal. Se trata de una propuesta sensata que podría, al menos, estabilizar la demanda a corto plazo.
Al mismo tiempo, una opción importante es que el gobierno exija el uso de acero verde en proyectos de infraestructura. Este acero neutro en carbono se produce en Alemania y, por lo tanto, podría garantizar al menos un volumen de ventas. El desafío, sin embargo, radica en que, a pesar de los miles de millones en subsidios, este acero es demasiado caro para el mercado internacional. Si bien una garantía de compra exclusiva para el mercado interno crearía empleos, no resuelve el problema fundamental de que la industria no es competitiva a nivel mundial.
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Política versus mercado: ¿Son las subvenciones al acero solo una cortina de humo?
Nivel estratégico: Política comercial europea
Tanto la ministra-presidenta del Sarre, Anke Rehlinger, como el secretario general de la CDU, Carsten Linnemann, apoyan los planes de la Comisión Europea para limitar las importaciones de acero en el mercado único. Esto demuestra que existe un consenso político sobre la necesidad de establecer aranceles proteccionistas para salvaguardar la industria europea de las importaciones a precios inferiores al valor de mercado.
La Comisión Europea ya ha dado pasos históricos al abandonar su ideología tradicional de libre comercio e implementar medidas proteccionistas.
Sin embargo, las limitaciones se hacen evidentes rápidamente: Estados Unidos impone aranceles del 50 % al acero europeo, en respuesta a las políticas comerciales proteccionistas de Trump. Un arancel adicional de la UE a las importaciones de acero podría acarrear mayores repercusiones comerciales. El ministro de Finanzas, Lars Klingbeil, también solicita la suspensión total de las importaciones de acero procedentes de Rusia para proteger la industria nacional. Actualmente, las planchas de acero producidas en Rusia y procesadas en la UE están exentas de sanciones.
El argumento del mercado laboral: Más allá de la eficiencia económica
Una dimensión de esta crisis que a menudo se pasa por alto son sus consecuencias sociales. Según un nuevo estudio de economistas de la Universidad de Mannheim, con el apoyo de la Fundación Hans Böckler, la economía alemana se enfrenta a una pérdida anual de hasta cincuenta mil millones de euros en creación de valor si sufriera una crisis mundial del acero sin producción nacional. Este escenario implica que los principales exportadores de acero, como China, reducirían drásticamente sus exportaciones a Europa debido a conflictos geopolíticos o problemas en la cadena de suministro.
Las consecuencias para el mercado laboral son aún más drásticas. La industria siderúrgica alemana emplea a aproximadamente 80.000 personas, de las cuales el 42% tiene más de 50 años. Si la producción de acero se trasladara al extranjero, al menos 30.000 puestos de trabajo se verían gravemente amenazados, lo que dificultaría su reinserción en el mercado laboral. Estas pérdidas se concentrarían geográficamente en gran medida en cinco ciudades: Bremen, Duisburgo, Eisenhüttenstadt, Sarre y Salzgitter. El impacto indirecto en el empleo es aún más dramático: las industrias que utilizan el acero como materia prima dan trabajo a cerca de cuatro millones de personas en Alemania, lo que representa dos tercios del total de empleos industriales.
La experiencia histórica con la reestructuración industrial en Estados Unidos y el Reino Unido demuestra que una gran proporción de los trabajadores afectados no pueden reintegrarse al mercado laboral en igualdad de condiciones tras la pérdida de su empleo. Esto tendría importantes consecuencias sociales y políticas. Las políticas económicas que conducen a la desindustrialización de ciertas regiones podrían, a largo plazo, provocar cambios políticos sustanciales, sobre todo en las regiones afectadas.
La brecha de capacidad: Un descuido fatal
Un indicador particularmente preocupante para el futuro a medio plazo de la industria siderúrgica alemana es el déficit de capacidad en la producción de acero verde. Según cálculos de investigadores en Mannheim, existe una brecha considerable: la demanda futura de 20 millones de toneladas anuales de acero primario se cubre con una capacidad de producción prevista de tan solo 8 millones de toneladas. Esto se debe, entre otras cosas, a la cancelación de los planes de inversión de ArcelorMittal en Bremen y Eisenhüttenstadt, así como a los planes, actualmente insuficientes, de Thyssenkrupp en Duisburgo.
Por lo tanto, Alemania necesita una rápida expansión de su capacidad de producción de acero verde. Las plantas de reducción directa que Alemania necesita son técnicamente viables. El proyecto H₂-Steel ya ha investigado cómo se puede desarrollar aún más esta tecnología, utilizando inicialmente gases ricos en hidrógeno como solución provisional y, posteriormente, exclusivamente con hidrógeno verde. El proceso es flexible y puede operarse con distintas proporciones de hidrógeno. Sin embargo, la tecnología aún no está lo suficientemente madura para su uso en las plantas existentes, y las inversiones en nuevas instalaciones de producción están lejos de alcanzar el nivel necesario.
La reducción directa ofrece ventajas adicionales: es compatible con gran parte de la infraestructura existente, ya que produce inicialmente hierro esponja, que luego se funde y procesa con la misma tecnología empleada para el arrabio líquido de un alto horno convencional. Dado que el proceso de reducción directa permite el uso flexible de diversos gases, desacopla en cierta medida la producción de acero del mercado del hidrógeno. De este modo, la producción no depende totalmente del hidrógeno verde, sino que puede adaptarse con flexibilidad.
Una perspectiva crítica sobre las intenciones políticas
Stefan Kooths, director de Investigación Económica sobre Ciclos Económicos y Crecimiento del Instituto de Economía Mundial de Kiel, analiza las medidas previstas con mucho más rigor que como una simple estrategia de relaciones públicas. La política económica ha fracasado sistemáticamente con este tipo de subsidios retrospectivos. Estos subsidios representan un intento de preservar estructuras que se han desarrollado a lo largo del tiempo. El cambio estructural ya se está produciendo, pero los fondos públicos simplemente están construyendo una presa inviable desde la perspectiva de una economía de mercado, que inevitablemente colapsará tarde o temprano.
Kooths critica duramente la política energética fundamental de Alemania. Considera que se enfrenta a un futuro catastrófico, ya que Alemania sigue dependiendo exclusivamente de las energías renovables, mientras que otros países mantienen al menos una fuente de energía convencional para compensar las fluctuaciones en el suministro de energías renovables. Esto resultará en una enorme desventaja competitiva, especialmente para las industrias de alto consumo energético, y la cumbre del acero no hará nada para cambiar esta situación. Por lo tanto, la cumbre se convertirá en un mero evento de relaciones públicas a menos que se reforme simultáneamente la política energética fundamental.
El dilema con China y Estados Unidos
Un elemento adicional de complejidad surge de las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y China. La política arancelaria de Trump hacia China está llevando a este país a dirigir cada vez más su producción de acero hacia Europa. Los aranceles del cincuenta por ciento sobre el acero europeo destinado a Estados Unidos forman parte de un conflicto comercial más amplio que está perturbando la industria siderúrgica mundial. Por lo tanto, la UE debe intentar encontrar un punto intermedio con sus propios aranceles que proteja a la industria europea sin provocar represalias masivas.
Las negociaciones son un ejercicio de equilibrio sumamente delicado. Por un lado, la UE debe proteger su industria de las importaciones abusivas; por otro, deben evitarse las guerras comerciales, que en última instancia perjudican a todos. Esto convierte las conversaciones de la cumbre del acero en una prueba de la capacidad de la política comercial europea para influir en las políticas de una economía global cada vez más fragmentada.
La realidad tras las promesas políticas
La situación actual de la industria siderúrgica alemana se caracteriza por una profunda discrepancia entre las promesas políticas y las limitaciones económicas reales. Si bien el precio de la electricidad industrial a cinco céntimos puede ofrecer un alivio a corto plazo, no altera el hecho fundamental de que el acero verde no es competitivo en Alemania en las condiciones actuales. Los aranceles de la UE pueden reducir la presión de las importaciones, pero no pueden compensar los menores costes de producción en otros países.
El intento de salvar la industria siderúrgica mediante subsidios al mantenimiento equivale, en última instancia, a compensar errores en la asignación de capital privado con fondos públicos. Esto no solo resulta costoso, sino que también distorsiona los mecanismos del mercado, generando problemas adicionales a largo plazo. Un enfoque verdaderamente eficiente consistiría en reformar los fundamentos de la política energética y establecer precios de la electricidad que permitan a la industria ser competitiva sin subsidios permanentes.
La verdad incómoda
La industria siderúrgica alemana se enfrenta a un auténtico desafío de transformación que no puede resolverse únicamente mediante subvenciones y aranceles. El sector necesita precios de la electricidad estables y competitivos a nivel mundial, una estrategia clara para la transición hacia procesos climáticamente neutros y una estabilidad política que permita inversiones a largo plazo. Actualmente, los responsables políticos intentan abordar un problema estructural tratando los síntomas a corto plazo.
La cumbre del acero en la Cancillería es una señal necesaria de atención política, pero sin cambios fundamentales en la política energética y sin debates honestos sobre los límites de una economía puramente verde, resultará ineficaz. Alemania debe decidir si quiere mantener una industria siderúrgica competitiva o si está dispuesta a abandonar este sector estratégico clave. Esta decisión no se tomará mediante cumbres ni subvenciones, sino a través de reformas estructurales profundas en las políticas energética y económica.
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