¿Más que un simple freno al crecimiento en China? Entre plan y mercado: ¿El milagro económico chino en crisis?
Publicado el: 5 de enero de 2025 / Actualización desde: 5 de enero de 2025 - Autor: Konrad Wolfenstein
China en transición: cómo los desafíos estructurales influyen en el crecimiento económico
Más que números: lo que realmente significa la desaceleración del crecimiento chino
La economía china ha experimentado un rápido crecimiento en las últimas décadas y rápidamente se ha convertido en una de las economías más influyentes del mundo. Este crecimiento ha estado acompañado de profundos cambios sociales, una clase media en rápida expansión y una creciente influencia china en cuestiones globales como la tecnología, el comercio y las finanzas. Pero si bien durante mucho tiempo se dieron por sentadas las impresionantes tasas de crecimiento de décadas anteriores, en los últimos años se ha visto una desaceleración del crecimiento que revela una serie de desafíos estructurales. Al mismo tiempo, quienes toman decisiones políticas se enfrentan a la difícil tarea de lograr un acto de equilibrio entre reformas, estabilidad social, competitividad internacional y responsabilidad global.
"La economía china está atravesando un proceso de transformación que tendrá un impacto significativo en el mundo".
Esta afirmación se escucha en muchas variantes por parte de ejecutivos, analistas y observadores de todo el mundo. Sin embargo, no es fácil resumir exactamente qué dirección tomará la economía china. Los acontecimientos son demasiado complejos, los sectores demasiado diversos y los desafíos regionales demasiado diferentes. La tensión entre una economía planificada y el capitalismo también continúa dando forma a la dinámica económica del país. Los siguientes comentarios pintan un panorama completo de la situación y las perspectivas económicas actuales de China y examinan cómo la República Popular está intentando superar estos desafíos.
Ascenso histórico al poder económico
Desde la política de apertura de finales de los años 1970, China ha completado un maratón económico y ha pasado de ser una economía agrícola bastante insular a convertirse en una potencia industrial orientada a las exportaciones. En unas pocas décadas, el país pasó de tener un nivel de ingresos bajo y se convirtió inicialmente en el “banco de trabajo del mundo”. La gran reserva de mano de obra barata en ese momento, junto con el apoyo gubernamental a ciertas industrias clave, impulsó el crecimiento. "Hecho en China" de repente se encontró en casi todos los mercados, desde simples bienes de consumo hasta prendas de vestir y productos industriales más complejos.
A medida que aumentaron la productividad y la prosperidad, el perfil de la economía china cambió: no sólo ingresó a industrias intensivas en mano de obra, sino que también se desplazó gradualmente hacia áreas como la tecnología, la investigación y el desarrollo, la manufactura altamente especializada y el sector de servicios.
La calidad de la infraestructura también creció rápidamente: autopistas y trenes de alta velocidad ahora conectan casi todas las ciudades importantes, mientras que nuevos puertos, aeropuertos y parques industriales permiten y aceleran el comercio exterior. Son principalmente estas inversiones gubernamentales en infraestructura y tecnología las que han acompañado el rápido ascenso de China. Al mismo tiempo, surgieron megaciudades en las que ahora viven y trabajan millones de personas. La urbanización sigue siendo una de las tendencias más definitorias de la sociedad china actual. Pero este desarrollo también creó disparidades entre las metrópolis de la costa este y las áreas más rurales del interior, lo que generó desafíos políticos y económicos adicionales.
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Tasas de crecimiento actuales y entorno macroeconómico
En las últimas décadas ha habido una tasa de crecimiento anual promedio de más del 9 por ciento, lo que no tiene paralelo en la economía global. Sin embargo, el crecimiento de China ya no ronda los dos dígitos, sino que se ha desacelerado significativamente. Muchos expertos atribuyen esto a una variedad de factores: mercados saturados en algunos segmentos, los altos niveles de deuda de muchas empresas, regulaciones ambientales más estrictas y el cambio hacia una economía más basada en servicios.
“Ni siquiera un motor potente puede funcionar a plena carga para siempre”, es una metáfora adecuada en este contexto.
Por lo tanto, en los últimos años, la calidad del crecimiento ha adquirido cada vez más importancia. El gobierno ahora está tratando de promover un crecimiento económico más sostenible y estable. El objetivo de fortalecer el consumo y los servicios internos y reducir la dependencia de las exportaciones y las inversiones desempeña un papel importante. Este cambio de paradigma suele denominarse estrategia de “circulación dual” y tiene como objetivo aumentar la resiliencia de la economía china ante los shocks externos.
Al mismo tiempo, también existen considerables incertidumbres en torno a la situación de los datos macroeconómicos. Si bien las estadísticas oficiales a menudo reportan cifras de crecimiento relativamente altas, muchos observadores externos están observando una desaceleración económica más severa de lo que sugieren los datos gubernamentales. Las diferencias entre el crecimiento del PIB nominal y real, los índices de precios y las encuestas de consumidores a veces indican una dinámica más débil.
“La confianza en las estadísticas de China se ha resquebrajado”, dicen algunos analistas, refiriéndose a las discrepancias entre los datos y los acontecimientos cotidianos percibidos.
Sin embargo, en un país con más de 1.400 millones de habitantes, las desviaciones no son infrecuentes, especialmente cuando las circunstancias regionales y las estructuras industriales son tan diferentes como es el caso de China.
El cambio demográfico y el mercado laboral
Un desafío clave que se agudizará aún más en los próximos años es el cambio demográfico. Durante años, China se benefició de una población joven y en crecimiento, pero este panorama ahora se ha revertido parcialmente: la sociedad está envejeciendo y la tasa de natalidad ha caído. El hecho de que se haya abolido la política del hijo único y se permita a las familias tener más hijos aún no ha producido el cambio esperado.
Los cambios demográficos afectan a la economía de dos maneras. En primer lugar, el gasto social amenaza con aumentar a medida que más y más pensionados necesitan atención. En segundo lugar, la cantidad de trabajadores empleables tiende a reducirse, algo que en el pasado era completamente nuevo para China. Actualmente, las empresas y las autoridades intentan aumentar la productividad, por ejemplo mediante una mayor automatización y digitalización. Al mismo tiempo, es necesaria una mayor inversión en educación y calificación de la fuerza laboral para hacer posible una producción innovadora y de mayor calidad.
Al mismo tiempo, la situación para quienes inician una carrera está empeorando. El desempleo juvenil ha alcanzado recientemente niveles récord, lo que puede exacerbar las tensiones sociales. “Nuestra juventud puede ser un importante motor de crecimiento si se utiliza correctamente”, afirman varias declaraciones gubernamentales. Al mismo tiempo, sin embargo, está claro que se requiere una política integral de mercado laboral y educación para crear empleo significativo para todos los jóvenes calificados. Muchos graduados universitarios no sólo buscan empleos bien remunerados, sino también empleos que ofrezcan perspectivas a largo plazo.
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El Estado intenta ahora contrarrestar esto con varios programas. Estos incluyen ventajas fiscales para las empresas que contratan a jóvenes, mayores tasas de contratación en el sector público y una expansión de la formación profesional. Sin embargo, faltan conceptos de formación modernos y un reconocimiento social de itinerarios formativos orientados a la práctica. “Hay que desempolvar la formación profesional y hacerla más atractiva”, exigen al unísono educadores y expertos del mercado laboral. Queda por ver si estas reformas tendrán un impacto a largo plazo.
La crisis inmobiliaria como talón de Aquiles
Durante mucho tiempo, el sector inmobiliario en China ha sido uno de los motores de crecimiento más importantes y una de las principales fuentes de riqueza privada. Muchas familias invirtieron sus ahorros en apartamentos y casas porque estaba muy extendida la creencia de que los precios inmobiliarios subían constantemente. Al mismo tiempo, las ciudades y provincias financiaron sus proyectos de desarrollo mediante la venta de tierras o solicitaron préstamos para ampliar la infraestructura. Pero el antiguo segmento en auge ahora muestra claras debilidades. Las dificultades de pago entre los principales promotores inmobiliarios han provocado una crisis de confianza y muchos edificios en ruinas quedan vacíos. Se estima que en China hay decenas de millones de apartamentos sin utilizar.
“Construir una casa ha sido durante mucho tiempo el símbolo del sueño chino”, suelen decir los agentes inmobiliarios. Pero esta era dorada parece estar desmoronándose. Por un lado, muchos hogares tienen miedo de invertir su dinero en proyectos que finalmente no se llevarán a cabo. Por otro lado, en algunas regiones la demanda de nuevos apartamentos está cayendo porque la población ya no crece en todas partes y la ola de urbanización se está desacelerando.
El gobierno está intentando estabilizar el mercado con diversos instrumentos. Se han relajado las normas sobre hipotecas, en algunos casos se han reducido los tipos de interés y muchos municipios vuelven a anunciar a compradores potenciales con condiciones preferenciales. Además, se intentó evitar que los promotores inmobiliarios sobreendeudados se endeudaran excesivamente mediante directrices más restrictivas. Sin embargo, sigue habiendo mucha incertidumbre sobre si el mercado inmobiliario podrá recuperarse de forma sostenible o si es inminente un proceso de consolidación más largo. Mientras que algunos optimistas señalan que un gran número de residentes de la ciudad seguirán necesitando vivienda a largo plazo, otros se muestran escépticos sobre si las enormes desocupaciones podrán eliminarse en el futuro previsible.
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El comportamiento del consumidor y la red de seguridad social
Otro aspecto de la construcción que está estrechamente relacionado con la economía es el consumo privado. Aunque la clase media china ha crecido rápidamente en los últimos años, el gasto de los consumidores en relación con la población total sigue siendo comparativamente bajo en comparación con las grandes economías occidentales. Esto también se debe a que la seguridad social en China sigue siendo irregular. Muchas personas ahorran una gran parte de sus ingresos para emergencias porque carecen de amplios beneficios de seguro o de un sistema de salud que funcione como los que se encuentran en algunos países occidentales.
"¿Por qué deberíamos gastar dinero en artículos de lujo cuando ni siquiera sabemos si podemos permitirnos una visita al hospital?", se preguntan muchos chinos.
Esta actitud frena el consumo. Si bien es innegable que en metrópolis como Shanghai o Beijing existe un poder adquisitivo que atrae a marcas de lujo de todo el mundo, el panorama suele ser completamente diferente en las ciudades más pequeñas y las zonas rurales.
Por eso, algunos observadores piden reformas integrales en el sistema de salud, el seguro de pensiones y las prestaciones por desempleo para reducir la propensión de las personas a ahorrar y así impulsar el consumo. “Más seguridad social es la clave para el crecimiento del consumo”, es una evaluación que a menudo se comparte. Sin embargo, hasta ahora el gobierno sólo ha dado pasos cautelosos hacia una seguridad social más sólida. Los grandes paquetes de estímulo con transferencias directas de efectivo a hogares privados, como se observa en algunos otros países, son comparativamente raros en China.
Sobreendeudamiento y exceso de capacidad
El enfoque de China en la producción y las exportaciones ha llevado a un importante exceso de capacidad a lo largo de los años. Algunas industrias tienen un volumen enorme de fábricas mucho más allá de lo que los mercados nacionales y extranjeros pueden albergar. El acero, el cemento, las células solares, los vehículos eléctricos y la construcción naval son ejemplos de áreas en las que la oferta es enorme. El resultado es presión sobre los precios, caída de los márgenes y una carrera por los subsidios gubernamentales.
Este exceso de capacidad está estrechamente relacionado con el problema de los altos niveles de deuda. Los gobiernos locales y las empresas estatales en particular han pedido prestado dinero a lo largo de los años para lograr sus objetivos de crecimiento. La atención se centró menos en la rentabilidad y más en simplemente aumentar la producción. “Nuestro camino hacia el futuro pasa por el hormigón y el acero”, se cita a menudo cuando se trata de la autoimagen que tienen muchos gobiernos locales que dependen de proyectos de infraestructura. Pero ahora existe una creciente preocupación de que esta enorme deuda pueda convertirse en un obstáculo para el crecimiento futuro.
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El Estado intenta ahora rehabilitar regiones sobreendeudadas y cerrar o fusionar empresas ineficientes. Sin embargo, se está actuando con cautela en este proceso, ya que un colapso abrupto de muchas empresas podría provocar un desempleo masivo y malestar social. Por eso la atención se centra en una consolidación gradual y se espera que nuevas tecnologías y modelos de negocio innovadores reemplacen gradualmente las antiguas estructuras.
Medio ambiente y desarrollo verde
China ha reconocido que el crecimiento a largo plazo sólo es posible mediante el desarrollo sostenible. Al mismo tiempo, el país se enfrenta a las consecuencias de su rápida industrialización: la contaminación ambiental, el smog en las grandes ciudades, la escasez de agua y la degradación del suelo son omnipresentes. “Si destruimos el medio ambiente, nos destruimos a nosotros mismos” es un lema que se lee una y otra vez en las declaraciones del gobierno.
China está invirtiendo ahora fuertemente en energías renovables y se ha convertido en el mayor fabricante del mundo de módulos solares, turbinas eólicas y vehículos eléctricos. El país ya domina la cadena de valor global en algunas áreas, como la producción de celdas de batería. Al mismo tiempo, las centrales eléctricas de carbón deberían reducirse gradualmente y las tecnologías limpias deberían garantizar el suministro de energía. Pero la transformación no es nada fácil, ya que el carbón sigue siendo una de las fuentes de energía más importantes del país y muchas provincias dependen de la industria del carbón.
Varios programas de financiación y sistemas de incentivos gubernamentales tienen como objetivo acelerar la transición verde. Hoy en día se pueden ver autobuses eléctricos en muchas ciudades, mientras que la infraestructura de coches eléctricos, por ejemplo, se está ampliando a un ritmo vertiginoso. Las nuevas tecnologías como el hidrógeno también están desempeñando un papel cada vez mayor. Al mismo tiempo, China está llevando a cabo amplios programas de reforestación y control de la erosión para estabilizar ecosistemas descuidados durante mucho tiempo.
Tensiones con Estados Unidos y conexiones globales
China se encuentra en una zona de tensión constante con Estados Unidos, que por un lado es un socio comercial muy importante, pero por otro también es percibido como un competidor en cuestiones geopolíticas y tecnológicas. “No podemos ni con los demás ni sin ellos”, es el lema no oficial cuando los chinos describen las relaciones con Estados Unidos. De hecho, ambos países tienen un gran interés en no permitir que se intensifiquen las relaciones comerciales y de inversión bilaterales. Sin embargo, también hay puntos de discordia, que van desde la transferencia de tecnología y la protección de patentes hasta cuestiones de política de seguridad y tensiones geopolíticas.
La competencia se está intensificando, particularmente en el sector de alta tecnología. China quiere volverse más independiente de los proveedores occidentales y promover la producción independiente de semiconductores. Estados Unidos, a su vez, tiene reservas a la hora de localizar conocimientos críticos o tecnología de chips moderna en China y está buscando formas de proteger tecnologías sensibles. "Queremos competir en igualdad de condiciones sin entrar en una guerra fría tecnológica", dicen algunos funcionarios chinos. Pero las realidades suelen ser más complicadas, y las sanciones o restricciones a las exportaciones de ambas partes suelen provocar disturbios.
Al mismo tiempo, China ha diversificado sus relaciones internacionales y ampliado su conectividad global en los últimos años. La Iniciativa de la Franja y la Ruta, también conocida como la Nueva Ruta de la Seda, es uno de los proyectos de infraestructura más ambiciosos del mundo y abarca puertos, ferrocarriles, carreteras y oleoductos en docenas de países. Esta creación de redes tiene como objetivo consolidar la posición de China como socio comercial y de inversión global, pero también provoca críticas: algunos países temen volverse dependientes de la deuda o volverse demasiado dependientes de la tecnología y el financiamiento chinos.
Promoción del sector privado y papel del gobierno
Un factor crucial en el crecimiento futuro de China es la confianza del sector privado. Después de años en los que las empresas privadas crecieron con fuerza y crearon sectores cada vez más dinámicos como el comercio electrónico, la tecnología financiera y la inteligencia artificial, recientemente ha surgido cierto grado de incertidumbre: regulaciones más estrictas en el sector tecnológico, multas elevadas y extensas intervenciones en el mercado han dado lugar a Dudas entre algunos empresarios sobre si el gobierno realmente continúa valorando al sector privado como motor de crecimiento.
“La política debería ayudarnos, no estrangularnos”, afirman los círculos empresariales, que dejan claro que la confianza en unas condiciones marco estables y predecibles es fundamental.
Las autoridades ahora han señalado que quieren apoyar el desarrollo del sector privado y están muy interesadas en presentar a China como un lugar atractivo para las inversiones. Ahora se están haciendo esfuerzos para ampliar el acceso al mercado para empresas privadas y extranjeras en ciertas áreas, y se están celebrando foros económicos internacionales en los que funcionarios gubernamentales enfatizan la voluntad de China de cooperar.
Sin embargo, el papel del Estado sigue siendo fuerte. Los sectores estratégicos continúan siendo monitoreados de cerca y, a menudo, controlados a través de programas de financiamiento gubernamental. Estos incluyen armamentos, energía, telecomunicaciones y áreas que afectan la llamada “soberanía digital” de China. También se puede esperar que en el futuro objetivos políticos como la “seguridad nacional” o la “cohesión social” tengan prioridad sobre los intereses puramente económicos.
Digitalización e innovación
China se ha convertido en los últimos años en un centro mundial de innovación. Las plataformas chinas suelen ser líderes en el sector del comercio electrónico y en muchas ciudades la gente paga casi exclusivamente a través de aplicaciones de pago móvil.
“El futuro de los pagos ya está aquí y es digital”, se podría decir en las metrópolis de China.
Los gigantes tecnológicos operan centros de investigación para inteligencia artificial, computación cuántica y biotecnología y se esfuerzan por liderar el camino en estas áreas.
Al mismo tiempo, el gobierno está impulsando proyectos para crear dinero digital del banco central: el e-yuan, que pretende complementar o reemplazar parcialmente el efectivo a largo plazo. El objetivo es controlar mejor las transacciones, hacerlas más eficientes y facilitar los procesos de pago internacionales. Sin embargo, esta medida también genera preocupaciones sobre la protección de datos y la vigilancia gubernamental.
China ya ha tomado la delantera en solicitudes de patentes en muchos campos, pero la implementación práctica y la comercialización de ideas innovadoras depende en gran medida del entorno regulatorio y la disponibilidad de capital de riesgo. China todavía enfrenta el desafío de cerrar las brechas tecnológicas, particularmente en áreas como la tecnología de semiconductores y la ingeniería mecánica de alta gama. "No queremos seguir dependiendo para siempre de tecnologías extranjeras clave", es una afirmación que se menciona a menudo. Por lo tanto, el país está invirtiendo sumas gigantescas en investigación y desarrollo para llenar estos vacíos y expandir las cadenas de valor en su propio país.
Medidas gubernamentales para abordar los desafíos económicos
El gobierno chino ha tomado una serie de iniciativas para abordar los desafíos y estabilizar el crecimiento:
1. Promoción del empleo
Las agencias gubernamentales organizan eventos de contratación para graduados universitarios. Los organismos públicos están ampliando sus cuotas de contratación, mientras que las empresas privadas reciben ventajas fiscales por contratar jóvenes. El gobierno también se está centrando en campañas para ofrecer asesoramiento profesional y pasantías a los desempleados.
2. Estabilización del mercado inmobiliario
Para restablecer la confianza en el sector inmobiliario, se han relajado las condiciones hipotecarias para quienes compran por primera vez y, en algunos casos, los préstamos existentes se han refinanciado en condiciones más favorables. También hay un impulso para completar rápidamente los proyectos pre-vendidos para que los compradores no se queden con las ruinas de los edificios.
3. Diversificación de las relaciones comerciales
China está aumentando sus esfuerzos para ampliar los lazos comerciales no sólo con Estados Unidos, sino también con Europa, África, América Latina y otros países asiáticos. La Iniciativa de la Franja y la Ruta desempeña un papel clave en esto. Una red más amplia de cadenas de suministro y un mayor acceso a las materias primas tienen como objetivo reducir los riesgos derivados de posibles conflictos o sanciones.
4. Estabilización de las relaciones con Estados Unidos
A pesar de los actuales puntos de discordia, el gobierno está buscando el diálogo con Estados Unidos para mantener las relaciones económicas y evitar escaladas del conflicto. Ya se han celebrado reuniones de alto nivel para discutir cuestiones como los aranceles comerciales, los derechos de propiedad intelectual y la cooperación financiera.
5. Generar confianza en el sector privado
Las campañas y ofensivas de relaciones públicas tienen como objetivo motivar a las empresas privadas a invertir nuevamente. En las conferencias económicas internacionales, la República Popular corteja la inversión extranjera y enfatiza que China está abierta a oportunidades comerciales. Al mismo tiempo, se está desarrollando aún más el marco regulatorio para algunas industrias con el fin de mejorar la seguridad jurídica.
6. Promover tecnologías verdes
Las empresas de sectores respetuosos con el clima deberían poder seguir creciendo mediante subsidios específicos y programas de financiación gubernamental. Se impulsa la electrificación del transporte y la industria para reducir las emisiones y abrir nuevas áreas de negocio.
Comparación con otras economías
A pesar de todos los desafíos, China sigue siendo un peso pesado en el contexto global. Aunque Estados Unidos sigue ocupando el primer lugar en términos de producto interno bruto nominal, la contribución de China al crecimiento global ha aumentado constantemente en los últimos años. Países como India tienen altas tasas de crecimiento, pero también hay obstáculos estructurales que superar antes de que India alcance el tamaño económico de China.
“La verdadera competencia reside en los niveles de tecnología, innovación y educación”, así lo describen los observadores al comparar el desarrollo futuro de China con otras economías emergentes.
Si bien India puede contar con una estructura de población joven, China tiene una infraestructura altamente desarrollada y un capital humano cada vez más capacitado en industrias clave. Queda por ver si India puede desarrollar una influencia industrial similar a largo plazo o si la ventaja de China es demasiado grande.
El mercado europeo también juega un papel importante para China, especialmente en áreas como los automóviles premium, la ingeniería mecánica y el comercio. Las empresas europeas, por su parte, dependen del mercado de ventas chino, ya que allí una creciente clase media exige productos de alta calidad. Sin embargo, las tensiones geopolíticas o las tendencias proteccionistas están haciendo que ambas partes consideren cómo pueden reducir las dependencias sin poner en peligro el diverso potencial comercial.
Perspectivas y posibles escenarios futuros
Una cuestión crucial para los próximos años será si China puede hacer la transición de una economía emergente de rápido crecimiento a una economía madura con tasas de crecimiento más sostenibles sin caer en una crisis grave. "El mayor riesgo es no implementar las reformas de manera suficientemente consistente", advierten los economistas, que señalan los desafíos estructurales: exceso de capacidad, deuda, evolución demográfica y una distribución desigual de la riqueza.
Si logramos ampliar el sistema de seguridad social, fortalecer la innovación, impulsar el consumo y desactivar las crisis inmobiliarias, China podría conservar su papel como motor económico global a pesar de tasas de crecimiento más bajas. El cambio hacia una economía más orientada al mercado interno podría traer más estabilidad e independencia de las caídas externas de la demanda. Una mayor urbanización –aunque a un ritmo algo reducido– también podría respaldar la demanda de niveles de vida más altos y promover servicios modernos.
Otro escenario es que las vulnerabilidades actuales empeoren, creando una espiral descendente de caída de la confianza de los consumidores, crisis inmobiliarias y aumento del desempleo. Esto también perturbaría las inversiones extranjeras y sobrecargaría la demanda interna. Semejante acontecimiento podría conducir a un “aterrizaje forzoso” económico que afectaría por igual a la República Popular y a sus socios comerciales.
No se deben subestimar los aspectos geopolíticos: si el conflicto comercial y tecnológico con los EE.UU. continúa intensificándose, China podría depender más de la autosuficiencia y hacer retroceder a los países occidentales de manera más significativa. En un caso extremo, surgirían dos “bloques” tecnológicos que revolucionarían las cadenas de suministro internacionales. Pero tales desacoplamientos serían costosos y probablemente cargarían a la economía global en su conjunto.
Cualquiera que quiera predecir el futuro de China debe tener flexibilidad y capacidad para cambiar las perspectivas.
La economía china se encuentra en una encrucijada. Después de décadas de crecimiento récord e inversiones masivas en infraestructura, industria y bienes raíces, ha comenzado una nueva fase en la que los problemas estructurales y los desafíos externos marcan el ritmo. “En el futuro, la calidad y la sostenibilidad contarán más que solo la cantidad”, es el lema de muchos anuncios gubernamentales, lo que sugiere que la era de las tasas de crecimiento de dos dígitos finalmente ha terminado.
Los mayores desafíos incluyen el cambio demográfico, el alto desempleo juvenil, las incertidumbres en el sector inmobiliario, el descenso del comportamiento de los consumidores, el endeudamiento excesivo de algunos actores y las tensiones con Estados Unidos. Para abordar estos problemas, China ha elaborado un paquete de medidas que van desde la promoción del empleo y reformas inmobiliarias hasta actualizaciones tecnológicas y redes internacionales.
Sólo el futuro mostrará si estas medidas serán efectivas. Por un lado, China es conocida por su enfoque pragmático y ha demostrado una y otra vez en el pasado que es capaz de realinear su economía. Por otro lado, los desafíos actuales son más complejos que nunca, especialmente porque la economía global también se encuentra en una fase de cambio y los riesgos geopolíticos están aumentando.
"Si se quiere predecir el futuro de China, es necesario tener flexibilidad y capacidad para cambiar las perspectivas", dicen los analistas que han estado siguiendo la dinámica de este país durante años. Porque China ya no puede reducirse a una narrativa de puro crecimiento. Es un país en transición, que lucha con factores internos y externos para redefinir su papel en el mundo.
Si el gobierno aprende las lecciones correctas de las recientes crisis, la República Popular podría salir más fuerte de este cambio diversificando aún más sus estructuras económicas, expandiendo la fuerza innovadora, reduciendo las desigualdades sociales y reduciendo la dependencia de los viejos modelos de crecimiento. Sin embargo, llegar allí sin duda será un desafío y requerirá un esfuerzo continuo.
“China es y sigue siendo un elemento central de la economía global”, se dice a menudo. Si el ascenso del país continúa, aunque a un ritmo algo más lento, China seguirá teniendo una inmensa influencia en el comercio, las finanzas, la tecnología y las cadenas de valor globales. El gran tamaño del mercado interno lo convierte en un lugar crucial para empresas e inversores. Al mismo tiempo, el mundo seguirá de cerca cómo el país logra el equilibrio entre dinamismo económico, cohesión social y cooperación internacional.
Está claro que una desaceleración de la economía china sería relevante para toda la economía global: una menor demanda de materias primas afectaría a los países que dependen en gran medida de las exportaciones de materias primas, y una menor inversión china en proyectos globales podría poner a los países más pobres en mayores problemas. . Las tecnologías que China está impulsando actualmente –desde la energía renovable hasta la inteligencia artificial– también pueden tardar más en afianzarse, lo que a su vez podría influir en la dinámica de innovación global.
En general, la historia económica de China ofrece uno de los logros de transformación más fascinantes de los tiempos modernos. El “Mesa de Trabajo del Mundo” se ha convertido en una economía competitiva con importantes sectores de alta tecnología y ahora está dando el siguiente paso: el paso hacia un modelo de desarrollo innovador, digitalizado y más consciente del medio ambiente. El éxito de este paso determinará qué influencia tendrá China en la comunidad global en las próximas décadas y cómo moldeará los mercados globales, las alianzas políticas y las tendencias culturales.
El resultado de este proceso está abierto. Pero el gobierno de Beijing ha dejado claro que no quiere conformarse con un resultado mediocre. “Hemos logrado mucho, pero aún queda mucho por hacer”, es un lema que se escucha una y otra vez en discursos y documentos oficiales. Así que por ahora no queda más que seguir de cerca la evolución de la situación. Una cosa es segura: ya sea una crisis inmobiliaria, desempleo juvenil o tecnologías innovadoras, cada giro en China no sólo moldeará al propio país, sino también a la economía global. Y así llegamos a la conclusión de que China, a pesar de todas las circunstancias adversas, sigue siendo una nación clave para la actividad económica mundial.
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