
“Taller del Mundo” – La transformación económica de China: Los límites del modelo exportador y el difícil camino hacia una economía nacional – Imagen: Xpert.Digital
El milagro económico de China está llegando a su fin: por qué el taller del mundo ya no funciona
El cambio estructural de una potencia económica: De la fábrica al mercado de consumo: el difícil proceso de transformación de China
La economía china se encuentra en un punto de inflexión histórico. Tras décadas de crecimiento orientado a la exportación, el modelo de eficacia probada del "taller del mundo" está alcanzando sus límites naturales. Los desafíos estructurales que enfrenta la República Popular son multifacéticos y profundos. Si bien China ya ha logrado éxitos impresionantes en ciertas industrias orientadas al futuro, la transformación fundamental hacia una economía impulsada por el consumo sigue siendo una tarea compleja y prolongada.
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Los límites estructurales del modelo exportador
China ha expandido sistemáticamente su posición como centro manufacturero global durante décadas, experimentando una industrialización impresionante. La orientación exportadora fue el pilar central de este modelo de crecimiento, lo que le permitió convertirse en la segunda economía más grande del mundo. Sin embargo, esta estrategia ahora muestra claros signos de agotamiento.
La dependencia de China de los mercados externos es extremadamente alta hoy en día. En 2024, las exportaciones por sí solas contribuyeron con 1,5 puntos porcentuales al crecimiento económico total, lo que significa que aproximadamente el 30 % del crecimiento se generó por la demanda externa. La última vez que China experimentó un nivel tan alto de dependencia de las exportaciones fue en la década de 1990. Esta situación hace al país extremadamente vulnerable a los conflictos comerciales internacionales y a las fluctuaciones económicas en sus países importadores.
Los mercados globales han alcanzado en gran medida su capacidad de absorción para muchas categorías de productos. Como economía importante, China depende de la disposición y capacidad de otros países para importar productos chinos. Sin embargo, esta disposición está disminuyendo. Los aranceles internacionales y las medidas proteccionistas amenazan mercados de venta clave. La administración Trump ya ha anunciado planes para aumentar los aranceles de importación sobre productos chinos a un promedio del 40%, lo que podría costarle a China alrededor del 1% de su crecimiento económico en 2025.
Al mismo tiempo, las ventajas de costos de China han disminuido drásticamente. La creciente escasez de mano de obra y los cambios demográficos han impulsado significativamente los salarios. Las antiguas ventajas de costos que hacían de China un lugar de producción atractivo están disminuyendo constantemente. Los trabajadores jóvenes y con un buen nivel educativo exigen salarios más altos y mejores condiciones laborales, lo que está socavando la competitividad en las industrias con uso intensivo de mano de obra.
El exceso de capacidad masivo como problema estructural
Uno de los desafíos más graves es el enorme exceso de capacidad en las industrias de futuro con apoyo estatal. Las cifras son casi inimaginables: se proyecta que la capacidad de producción de coches eléctricos en China alcance los 36 millones de vehículos para 2025, mientras que las ventas se prevén en tan solo 14 millones. Esto equivale a un excedente de 20 millones de unidades, más que toda la producción anual de automóviles en Europa.
Este exceso de capacidad no se debe a mecanismos de mercado, sino a una economía planificada por el Estado. Cada provincia quería tener al menos una marca propia de coches eléctricos, lo que provocó una auténtica explosión en el número de fabricantes. Actualmente, existen aproximadamente entre 100 y 150 marcas chinas que producen coches, mientras que hay unas 300 marcas registradas, la mayoría de las cuales solo existen en teoría.
Las consecuencias de esta sobreproducción son devastadoras. Ha estallado una brutal guerra de precios que ha llevado incluso a fabricantes consolidados al borde de la ruina. Los fabricantes chinos pagan a sus proveedores en un plazo promedio de 182 días, mientras que los fabricantes occidentales suelen hacerlo entre un mes y un mes y medio. Estos retrasos en los pagos sirven como una forma de financiación oculta y revelan la precaria situación financiera de muchas empresas.
La situación también es dramática en el sector de los motores de combustión tradicionales. China cuenta con más de 100 fábricas con una capacidad de producción de casi 40 millones de coches de gasolina al año, aproximadamente el doble de los que la población china desea comprar. Decenas de fábricas que producen vehículos de gasolina apenas operan o ya han cerrado. La empresa surcoreana Hyundai tuvo que vender su complejo de Chongqing, inaugurado en 2017, por una fracción de la inversión original de 1.100 millones de dólares.
La débil demanda interna como talón de Aquiles
El bajo consumo interno está demostrando ser una debilidad clave de la economía china. A pesar del aumento de los ingresos y la creciente prosperidad, los hogares chinos consumen con cautela y prefieren ahorrar. Esta propensión al ahorro no solo es resultado de tradiciones culturales, sino que también refleja profundas incertidumbres sobre el futuro económico.
El ahorro de los hogares alcanzó un máximo histórico de aproximadamente 147 billones de yuanes (unos 18,6 billones de euros) en junio de 2024. En el primer semestre del año, los hogares chinos depositaron 9,3 billones de yuanes (1,17 billones de euros) adicionales en sus cuentas de ahorro. Sin embargo, este dinero no se destina al consumo, sino que se acumula o se utiliza para el reembolso anticipado de préstamos.
El consumo representa solo entre el 54% y el 56% de la producción económica en China, en comparación con porcentajes significativamente mayores en las economías desarrolladas. Esta debilidad estructural es particularmente problemática porque perpetúa la dependencia de las exportaciones y la inversión. Mientras que otras grandes economías pueden estabilizar su crecimiento mediante el consumo interno, China carece de este colchón crucial.
Las ventas minoristas están creciendo mínimamente. En junio de 2024, aumentaron solo un dos por ciento en comparación con el año anterior, el crecimiento más lento en un año y medio. Fabricantes de artículos de lujo como Hugo Boss, Burberry, Richemont y Swatch reportaron drásticas caídas de ventas en China, lo que pone de relieve la debilidad de la demanda de los consumidores en los segmentos de mayores ingresos.
La crisis inmobiliaria como destructora de riqueza
Un factor clave que contribuye a la reticencia al gasto es la continua caída de los precios inmobiliarios. Los precios de la vivienda llevan más de dos años en descenso continuo. En mayo de 2025, los precios de las obras nuevas en las 70 ciudades más grandes experimentaron una disminución del 0,2 % con respecto al mes anterior. Esto marcó el 24.º mes consecutivo de caída de precios.
Dado que aproximadamente el 70 % de la riqueza privada en China está vinculada al sector inmobiliario, esta caída de precios ha tenido un impacto drástico en la renta disponible de los hogares. Según cálculos de Credit Suisse, la renta disponible ha disminuido un 6,5 % desde 2022, una tendencia que se mantuvo en los meses siguientes.
La crisis inmobiliaria tiene sus raíces en la intervención gubernamental. En agosto de 2020, el gobierno adoptó medidas drásticas contra la carga de la deuda de los promotores inmobiliarios más débiles. Lo que se pretendía como una medida preventiva contra los riesgos sistémicos se convirtió en una conflagración que afectó a todo el sector. Las desesperadas medidas de estímulo del gobierno, que incluyen inyecciones de liquidez, recortes de los tipos de interés y la flexibilización de las directrices hipotecarias, no han logrado hasta la fecha un efecto duradero.
En términos interanuales, la caída de precios de las nuevas construcciones ha alcanzado el 4,1 %. Incluso en las cuatro metrópolis más importantes —Pekín, Shanghái, Shenzhen y Cantón—, la tendencia a la baja es imparable. El gobierno ha lanzado un programa de compra de 300 000 millones de yuanes (aproximadamente 42 000 millones de dólares estadounidenses) para incentivar a los gobiernos locales a adquirir propiedades no vendidas, pero los mercados financieros han reaccionado con moderación.
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Riesgo de deflación y estancamiento económico
China es la única gran economía del mundo que lucha contra la deflación. Los precios al consumidor han caído en los últimos cuatro meses, marcando el período de deflación más largo desde 2009. En enero de 2024, los precios al consumidor cayeron un 0,8 % interanual, la caída más pronunciada en 15 años.
Esta deflación no es un mero fenómeno estadístico, sino la expresión de una profunda crisis estructural. El exceso de capacidad industrial y la recesión del sector inmobiliario son los principales impulsores de esta tendencia deflacionaria. El deflactor del PIB fue del -0,5 % en 2023, lo que indica que la deflación es generalizada.
Los efectos psicológicos de la deflación son particularmente devastadores. Como explica el profesor Minxin Pei, del Claremont McKenna College: «La deflación en China es una deflación de la esperanza, una deflación del optimismo. Es una crisis psicológica». Cuando los consumidores prevén que los precios seguirán bajando, posponen sus decisiones de compra, lo que debilita aún más la demanda y desencadena una espiral descendente que se retroalimenta.
La caída de los precios al productor, el estancamiento de los precios al consumidor y el elevado desempleo juvenil (18,8 %) están exacerbando estas tendencias deflacionarias. La deflación está ejerciendo presión sobre los ingresos de los hogares, las ganancias corporativas y los ingresos fiscales del gobierno, limitando así el alcance de las medidas de política económica.
Los gobiernos regionales altamente endeudados como factor de riesgo
Otro problema estructural es el alto nivel de deuda de los gobiernos regionales. El gobierno central estima que la deuda de las ciudades y provincias equivale a 2,3 billones de dólares estadounidenses. Algunas provincias, como Guizhou, tienen ratios de deuda de hasta el 150 % de su PIB regional, una cifra comparable a la de Grecia durante la crisis de la deuda europea.
La deuda total de China ha aumentado drásticamente. Si bien en 2019 representaba el 60 % del PIB, en 2022 ascendió al 77 %. Se proyecta una ratio deuda/PIB de aproximadamente el 88,3 % para 2024, y se espera un nuevo aumento hasta alcanzar alrededor del 96,3 % para 2025. Para 2027, es probable que la deuda pública supere el 100 % del PIB.
Este alto nivel de deuda es particularmente problemático porque limita la capacidad de los gobiernos locales para implementar medidas de estímulo económico. Sin embargo, este mismo nivel es responsable de la implementación del programa de fomento del consumo anunciado por el gobierno central. La presión financiera sobre los gobiernos regionales podría limitar significativamente la eficacia de las intervenciones estatales.
Desempleo juvenil catastrófico
La situación del mercado laboral para los jóvenes en China es desesperada. El desempleo juvenil alcanzó el 18,8 % en agosto de 2024 entre los jóvenes de 16 a 24 años, el nivel más alto desde principios de año. Para los jóvenes de 25 a 29 años, la tasa de desempleo fue del 6,9 %. Estas cifras son especialmente alarmantes considerando que alrededor de doce millones de estudiantes se graduaron este verano, una cifra récord.
La difícil situación del mercado laboral obliga incluso a los graduados de las mejores universidades a aceptar puestos en zonas rurales remotas. Los graduados universitarios no necesitan necesariamente buenas calificaciones para conseguir uno de los pocos empleos disponibles; lo crucial son los buenos contactos dentro del Partido y en las empresas. Quienes estudian en el extranjero intentan quedarse el mayor tiempo posible, ya que las perspectivas en el mercado laboral chino son sombrías.
El alto desempleo juvenil no es solo un problema económico, sino también político. El Partido Comunista teme que una crisis de empleo juvenil pueda poner en duda la competencia económica de sus líderes. El presidente Xi Jinping declaró la lucha contra el desempleo juvenil como una "prioridad absoluta" en mayo de 2024, pero hasta la fecha, las medidas adoptadas no han tenido un efecto significativo.
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Enfoques de China para fortalecer el mercado interno
Ante estos desafíos estructurales, el gobierno chino ha reconocido la urgente necesidad de un reajuste. Por primera vez desde que Xi Jinping asumió el cargo, el consumo se ha declarado la máxima prioridad de la política económica. En marzo de 2025, el primer ministro Li Qiang presentó un plan de trabajo gubernamental integral centrado en aumentar el gasto de los hogares.
El nuevo "Plan de Acción Especial" para impulsar el consumo interno incluye una amplia gama de medidas. Estas incluyen el aumento de las pensiones y la mejora de los servicios médicos, guarderías subvencionadas y mayores prestaciones de la seguridad social. Se incrementarán los ingresos de los agricultores mediante reformas de la vivienda. Además, las autoridades examinarán e implementarán un sistema de subsidios para el cuidado infantil.
El gobierno también intenta fortalecer la confianza de las empresas privadas y estabilizar los mercados bursátiles e inmobiliarios. Una prioridad fundamental es estimular la demanda del consumidor chino, y se han anunciado medidas como el subsidio a las guarderías y el aumento de las prestaciones de la seguridad social.
Para financiar estas medidas, el gobierno está dispuesto a aceptar mayores niveles de deuda e implementar medidas de política monetaria como la reducción de los tipos de interés y los encajes bancarios. El gobierno ya ha implementado diversas medidas de estímulo económico, como subvencionar la sustitución de vehículos antiguos por coches eléctricos nuevos o electrodomésticos obsoletos, pero hasta el momento han tenido un efecto limitado.
Una gran incertidumbre radica en si el mundo seguirá dispuesto a absorber la sobreproducción china. Mientras Nigeria, por ejemplo, da la bienvenida a los coches eléctricos chinos, los países industrializados con sus propias industrias automotrices están recurriendo a aranceles de importación masivos o a prohibiciones directas de importación.
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Objetivos ambiciosos en las tecnologías futuras
A pesar de sus problemas estructurales, China sigue persiguiendo objetivos ambiciosos para alcanzar el liderazgo mundial en tecnologías clave. A largo plazo, esta estrategia podría contribuir a reducir su dependencia del modelo exportador tradicional y a crear empleos de mayor valor.
Dominio en vehículos eléctricos
China ya ha alcanzado un éxito impresionante en el sector automotriz. BYD se ha convertido en el líder mundial en vehículos eléctricos, superando a Tesla como el mayor fabricante de automóviles eléctricos del mundo. En el cuarto trimestre de 2023, BYD vendió 526.409 vehículos, mientras que Tesla entregó 484.507. Este éxito fue posible gracias al apoyo masivo del gobierno y al aprovechamiento de las economías de escala en el mercado nacional.
China domina actualmente más de la mitad del mercado mundial de vehículos eléctricos, con ventas anuales de más de 11 millones de coches eléctricos. Su transformación, de ser un "don nadie" a líder mundial en la fabricación de vehículos eléctricos en tan solo diez años, se considera una "obra maestra de la política industrial". Los fabricantes chinos han logrado avances significativos no solo en cifras de ventas, sino también en aspectos técnicos como el consumo energético, la velocidad de carga y la autonomía.
Posición de liderazgo en energías renovables
China ha alcanzado una posición dominante en energías renovables que parece casi imposible de superar. El país posee el 64 % de la capacidad mundial de energía solar y eólica, actualmente en construcción. Se proyecta que la capacidad instalada alcance aproximadamente los 3,3 teravatios para 2030.
China está instalando actualmente el doble de capacidad eólica y solar que el resto del mundo en conjunto. Los 339 gigavatios de proyectos de energía eólica y solar en construcción representan un tercio de todos los proyectos planificados y superan la capacidad de cualquier otro país. Solo entre marzo de 2023 y marzo de 2024, China instaló más energía solar que en los tres años anteriores juntos.
Las cifras son impresionantes: en China, la capacidad fotovoltaica recién instalada alcanzó un total de 21,05 gigavatios solo en julio de 2024. En los primeros siete meses, de enero a julio de 2024, se instalaron plantas solares con una capacidad total de 123,5 gigavatios. En comparación, la capacidad solar acumulada de Alemania se sitúa actualmente en aproximadamente 92 gigavatios, acumulada a lo largo de 30 años.
Hasta julio de 2024, se habían instalado en China plantas de energía solar con una capacidad aproximada de 740 gigavatios, lo que representa un aumento del 49,8 % con respecto al año anterior. Los expertos prevén un aumento anual de entre 240 y 260 gigavatios de capacidad fotovoltaica para todo el año 2024.
Ambiciones en Inteligencia Artificial y Robótica
China se ha fijado el ambicioso objetivo de convertirse en un líder mundial en tecnologías de IA para 2030. Ya en 2017, el gobierno publicó un plan de desarrollo destinado a establecer a China como un centro mundial de innovación en IA para 2030. Esta estrategia está respaldada por una enorme inversión gubernamental en investigación y desarrollo.
El progreso es impresionante: para 2023, China se había consolidado como el país líder en investigación en IA, con nueve de las diez instituciones de investigación más productivas del mundo. China también ha superado con creces al resto del mundo en patentes de IA. En 2023, representaba aproximadamente el 70 % de todas las patentes mundiales de IA, mientras que la participación de EE. UU. cayó del 43 % en 2015 al 14,2 %.
Según Morgan Stanley, la industria china de IA podría alcanzar un valor de 1,4 billones de dólares para 2030. Una ventaja clave reside en el acceso de China a enormes cantidades de datos. Más de 1.400 millones de personas, de las cuales más de 1.100 millones están activas en línea, proporcionan la base de datos diaria para el entrenamiento de los sistemas modernos de IA.
En el campo de los robots humanoides, China ha inaugurado el primer centro de entrenamiento heterogéneo del mundo. El "Campo de Entrenamiento de Robots Humanoides Kylin" en Shanghái tiene capacidad para más de 100 robots y se prevé ampliarlo a 1000 unidades para 2027. Se prevé que el mercado chino de robots humanoides alcance los 11 350 millones de euros para 2030.
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Evaluación realista de las posibilidades de éxito
Las evaluaciones sobre las perspectivas de transformación económica de China son dispares. Si bien el país ya se ha convertido en un líder mundial en ciertos sectores tecnológicos, los desafíos estructurales de la transición a un modelo de crecimiento impulsado por el consumo siguen siendo considerables.
Factores positivos
China posee varias ventajas que podrían facilitar una transformación exitosa. El país ya ha demostrado un éxito impresionante en la implementación de transformaciones industriales, como lo demuestran la electromovilidad y las energías renovables. Su enorme capacidad de control estatal y la disponibilidad de importantes recursos financieros le permiten perseguir con constancia sus prioridades estratégicas.
China ya ha alcanzado el liderazgo del mercado global en varias industrias con visión de futuro. Estos éxitos demuestran su capacidad para ser competitiva a nivel internacional en sectores complejos y de alto consumo tecnológico. La promoción sistemática de la investigación y el desarrollo, junto con la estrecha integración de la planificación gubernamental, la cooperación industrial y el progreso tecnológico, está creando un ecosistema fértil de innovación.
Desafíos estructurales
Sin embargo, los expertos advierten sobre problemas estructurales a largo plazo. La alta dependencia de China de las exportaciones la hace vulnerable a los conflictos comerciales internacionales y a las fluctuaciones económicas en sus países clientes. El exceso de capacidad en industrias clave provoca guerras de precios destructivas e ineficiencias que socavan las estructuras de mercado saludables.
La débil demanda interna se está convirtiendo en un problema particularmente persistente. A pesar del aumento de los ingresos y las medidas de apoyo del gobierno, los consumidores chinos siguen reticentes. La crisis inmobiliaria, el alto desempleo juvenil y las tendencias deflacionarias exacerban aún más esta reticencia al gasto.
La carga de la deuda de los gobiernos regionales limita significativamente su alcance para medidas de estímulo económico. Dado que este nivel es responsable de implementar programas que impulsan el consumo, la presión financiera sobre los gobiernos locales podría socavar la eficacia de las intervenciones estatales.
Plazo y viabilidad
La transformación llevará tiempo y será muy costosa. Las reformas estructurales para fortalecer el consumo interno requieren una expansión fundamental de la red de seguridad social y del sistema de pensiones, transferencias sustanciales de ingresos y una reducción de la tradicionalmente alta tasa de ahorro de los hogares. Estos cambios no pueden implementarse de la noche a la mañana, sino que requieren un enfoque político coherente y a largo plazo.
Los desafíos demográficos agravan aún más la situación. El envejecimiento de la sociedad aumenta la presión sobre los sistemas de seguridad social y reduce la fuerza laboral potencial. Al mismo tiempo, las expectativas de las generaciones más jóvenes con respecto al nivel de vida y las condiciones laborales están aumentando, lo que requiere una mayor inversión en educación, atención médica e infraestructura.
Implicaciones internacionales
La transformación económica de China tiene implicaciones de gran alcance para la economía global. La sobreproducción masiva en diversas industrias está generando tensiones comerciales con otros países que se resisten a la competencia china de bajo costo. Al mismo tiempo, los países en desarrollo ven nuevas oportunidades para beneficiarse de las tecnologías chinas de bajo costo.
La UE y Estados Unidos están respondiendo a la política industrial china con medidas proteccionistas. Mientras China argumenta que la demanda mundial alcanzará niveles muy superiores a los actuales en los próximos años, otros países industrializados consideran que los subsidios estatales distorsionan la competencia leal.
China ya ha comenzado a reaccionar a las restricciones comerciales. En respuesta a los aranceles estadounidenses, la República Popular anunció restricciones a la exportación de materias primas críticas como el tungsteno, el telurio, el bismuto, el indio y el molibdeno. Los expertos prevén que estas restricciones podrían convertirse en prohibiciones a la exportación a medio plazo, lo que agravaría aún más la dependencia en las cadenas de suministro globales.
Un largo proceso de transformación
El análisis muestra que China ha alcanzado los límites de su modelo de crecimiento orientado a la exportación y que se ha hecho necesario un reajuste estratégico. Sin embargo, los desafíos estructurales son tan profundos que el éxito de la transformación no está garantizado.
Las perspectivas de éxito son dispares. Si bien China ya ha consolidado un liderazgo de mercado impresionante en sectores específicos con visión de futuro, como la electromovilidad, las energías renovables y la inteligencia artificial, los problemas estructurales asociados a la transición hacia un modelo de crecimiento impulsado por el consumo siguen siendo considerables. La débil demanda interna, la crisis inmobiliaria, el alto desempleo juvenil, las tendencias deflacionarias y la carga de la deuda de los gobiernos regionales conforman una compleja red de problemas que no se puede resolver rápidamente.
El pronóstico realista es que China seguirá consolidando su liderazgo en el mercado global en sectores tecnológicos seleccionados, mientras que la transición económica fundamental hacia un modelo orientado al consumidor seguirá siendo un proceso prolongado con un resultado incierto. El éxito depende fundamentalmente de si es posible recuperar la confianza del consumidor, fortalecer el consumo interno de forma sostenible y corregir los desequilibrios estructurales.
El gobierno chino ha reconocido los desafíos y ha puesto en marcha los correspondientes programas de reforma. Queda por ver si estos serán suficientes para resolver los profundos problemas estructurales. Los próximos años demostrarán si China puede gestionar con éxito la difícil transición del "taller del mundo" a una economía equilibrada y orientada al consumo.
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